La “matrix” colonial de EE.UU. [el problema continua para P.R.]

Economia Solidaria

(San Juan, 12:00 p.m.) En un artículo anterior, explicamos una mínima porción de cómo nuestro pueblo ha sido sometido a la matriz colonial, primero por España y después por los Estados Unidos.  Para empezar, debe quedar claro, que al igual que en la película “Matrix”, el enchufe de las personas a ese sistema se hace a través de la violencia que ejercen los agentes, vestidos de negro y con gafas, de ese gobierno contra los ciudadanos, entiéndase la policía colonial, el FBI, la DEA, etc.  En el caso de nuestro pueblo, la imposición de la matriz estadounidense se hizo, primeramente, mediante una invasión armada y una ocupación militar beligerante.  Esa ocupación militar beligerante dura hasta el día de hoy; es decir, vivimos bajo el dominio y control de las fuerzas armadas de los Estados Unidos y sus agencias represivas, o sea, los agentes vestidos de negro y con gafas que todos conocemos muy bien.  Ahora bien, para quienes no saben de estas cosas, es importante aclarar cuál es la situación jurídica que existe cuando un país se encuentra bajo una ocupación militar beligerante.  El Dr. Francis A. Boyle, quien es profesor de derecho en la Universidad de Champaign en Illinois y uno de los más renombrados expertos en derecho internacional, lo expone de esta forma: “Finalmente, bajo las leyes de la guerra, la soberanía nunca fue transferida del derrotado soberano a los ocupantes beligerantes yankys que invadieron a Puerto Rico en 1898.  Esto queda meridianamente claro en el párrafo 353 del Manual de Campo del Ejército de los Estados Unidos 27-10 (1956): ‘La ocupación beligerante en una guerra extranjera, que esté basada en la posesión de territorio enemigo, necesariamente implica que el soberano del territorio ocupado no está sometido a la potencia ocupante.  La ocupación es esencialmente provisional.’  (Véase, Francis A. Boyle, Manual para la defensa legal y la construcción…, San Juan, Ed. Borikén, 2018, p. 158.)  

Mas adelante el Dr. Boyle cita el párrafo 358 del referido manual, el que dice lo siguiente: “La ocupación no transfiere soberanía”,

Al ser una guerra incidental, la ocupación militar les confiere a las fuerzas invasoras los medios para ejercer control por el período de la ocupación.  La misma no transfiere la soberanía al ocupante, sino simplemente la autoridad o el poder de ejercer algunos de los derechos de soberanía.  El ejercicio de estos derechos, resultan del poder establecido del ocupante y de la necesidad de mantener la ley y el orden, indispensables ambos para los habitantes y la fuerza ocupante… (pp. 158-159.).  

Añade, además, Boyle, con relación a este asunto que: “Por lo tanto, para comenzar, el gobierno de los Estados Unidos no ha tenido nunca ninguna “soberanía” sobre Puerto Rico y los puertorriqueños.  Tampoco la tuvo España.  (…) los ladrones genocidas españoles nunca tuvieron ninguna soberanía sobre Puerto Rico y los puertorriqueños, para empezar, en orden de transferir nada a los pillos yanquis genocidas por medio del ilegal Tratado de París de 1898 el cual fue firmado bajo amenaza de guerra.  En Puerto Rico, la soberanía ha estado siempre y aún permanece en manos de los puertorriqueños.” (p. 159.).  Además de esa razón que señala Boyle, la cual hace nulo cualquier tratado, ya que no se puede firmar de manera legal ningún tratado, contrato o documento cuando la otra parte es amenazada con guerra o violencia, existen muchas otras razones que anulan el referido tratado.  Pero eso es tema de otro artículo.  Lo cierto es que, de acuerdo con el derecho internacional, la soberanía nuestra siempre ha residido en las manos del pueblo de Puerto Rico y no en el Congreso de los Estados Unidos, como le han inculcado a nuestro pueblo desde la “Matrix” imperial.

Como puede verse en estas citas de Boyle, las cuales describen de manera efectiva la verdadera realidad de nuestro país, la soberanía de Puerto Rico ha residido siempre en el seno de la Nación Boricua.  Según el derecho internacional, lo que ocurre bajo una ocupación militar beligerante es lo que se conoce como un desplazamiento de la soberanía.  De modo que, en la medida en la que reafirmemos esta máxima, estaremos asumiendo que somos un pueblo libre, soberano e independiente, que se encuentra sometido a una ocupación militar beligerante desde hace casi 126 años.  Así las cosas, la estrategia para restaurar esa soberanía debe enfocarse en este ítem y no en la consecución de la independencia.  Ése ha sido el grave error de todos los movimientos, partidos y organizaciones boricuas, que se han enfocado en lo que la “matrix” colonial les ha transmitido a sus cerebros a través del enchufe al que los ha mantenido enganchados durante todos estos años.  Y la inmensa mayoría del pueblo es incapaz de hacer el más mínimo esfuerzo por desconectarse del cable de alto voltaje al que está pegado.  

Así, nos encontramos en la siguiente situación: 1. Aquellas personas que ya han sido integradas a la matrix (los asimilistas pro yanquis) y que la defienden a muerte, 2. Los estado-libristas (también pro yanquis), 3. Los que se auto-titulan dignidad y que es lo menos que tienen (también asimilistas pro yanquis), 4. Los independentistas de todas las versiones (que están enchufados a la matrix), 5. Los victoriosos ciudadanos que bailan al mismo ritmo que todos los demás y todos los otros sectores que se identifican con los dueños del circo: los yanquis y sus instituciones “democráticas”.  Todo cuanto se haga dentro de ese marco colonial implica sostener la “matrix”.  Yo también estuve enchufado a esa matriz durante 45 años, luchando por la independencia, hasta que en el 2009 me di cuenta de que había estado equivocado y comencé a crear consciencia de todo lo que explico aquí y a desenchufarme de la “matrix”.  

Fue entonces que, junto a un nutrido grupo de patriotas empezamos a estudiar toda esta situación y decidimos que la única forma de salir de ese círculo vicioso era mediante el regreso a nuestras raíces autóctonas arahuacas.  Y entendimos que era fundamentalmente necesario restaurar el antiguo gobierno indígena para recrear un polo endógeno de resistencia que nos permitiera rescatar nuestra soberanía de las manos de los usurpadores yanquis.  Como consecuencia de una profunda investigación histórica y análisis jurídico-político, fue que decidimos instituir el Estado Nacional Soberano de Borinken como la reencarnación del Estado originario borikeño.  En este sentido, seguimos las reflexiones de Fray Bartolomé de Las Casas quien dijo, en el inicio de la colonización española, que: “Las guerras de los españoles contra los indios, la esclavitud y las encomiendas son injustas y contra todo derecho. (…) Obliga estrechamente la restitución de la libertad, servicios y bienes injustamente usurpados a los indios.” (Doctrina, México, Ed. UNAM, 1941, p. XVIII.).  Para Las Casas esa restitución tenía que ser “In íntegrum”, es decir total, incluyendo la restauración de sus reinos.  “En una de las normas de su Confesionario, -añade Boyle- Bartolomé sostiene tajantemente que todo lo que se ha hecho en las Indias ha sido contra todo derecho natural y el derecho de gentes, así como contra todo derecho divino, ... y, en consecuencia, nulo, inválido, y sin validez ni efecto jurídico alguno.’” Según Boyle: “El daño a reparar ha sido en bienes tanto materiales como morales. La restitución, por tanto, debe incluir la restauración de las sociedades monárquicas destruidas de estas tierras, en las que los indios habían llevado una vida civilizada de conformidad con sus costumbres. Esto requerirá la rehabilitación de sus autoridades políticas legítimas.

Finalmente agrega Boyle lo siguiente: “Esto es exactamente lo que ha hecho el Estado Nacional Soberano de Borinken. Hemos restaurado la Soberanía del Pueblo Indígena de Puerto Rico de conformidad con el derecho y recurso de restitución in integrum del derecho internacional y el Derecho Soberano de los puertorriqueños a la autodeterminación.” (Ponencia ante el Comité de Descolonización a favor del Estado Nacional Soberano de Borinken, 23 de junio de 2014, publicado en: Francis A. Boyle, Free Puerto Rico: Puerto Rico and the Puerto Ricans Under International Law. San Juan, Ed. Borikén, 2016, p. 18.). Espero que este artículo les invite a reflexionar sobre este tema y se saquen de sus mentes todas las mentiras que el imperio les ha metido en sus cabezas a través del enchufe de la “matrix” al que han sido conectados desde el 1898.  En la tercera parte expondré la forma que debe utilizarse para desenchufarse de esa matriz colonial en la que se encuentra pegado la mayoría de nuestro pueblo.