Vivo en la boca del verso
que fragua el placer, la vida y la muerte.
¡Cuidado!
Boca que envuelta en su calma
se viste de delirio simple…
Vivo en las manos del verso
Manos que arden siempre y nunca están frías.
¡Ven a tocarme!
Manos que templan la materia prima
atrapando mis curvas carnosas
tras mi oreja entendida, mi cuello curioso
y el beso que aún no es beso
porque aún no sobrevive.
Vivo en el vientre parido de los versos
los grito con— callada, lengua. Vientre,
vaso de moriviví, donde he deseado parir
a todos los hijos muertos por los violentos de la tierra.
¡Entiéndeme!
Vivo en la lucha incomprendida
En pelea cuerpo a cuerpo contra el guante
de la infamia, de la injusticia, de la pobreza,
de los abusos…
¡Mírame!
Entonces, verso.
…Busco con afán de ahogo
ver la danza de las nubes, al caer acorraladas por los truenos…
¡Tómame por la locura de las letras! ¡Escúchame!
Desea conmigo que toda la electricidad de los rayos
pegue en mis puños, aunque sea allí
en el rincón de claroscuros mientras vivo
y sobrevivo; en la boca, en las manos,
en el vientre de estos versos
o en el beso que aún no es beso.