Soy puertorriqueña, caribeña y latinoamericana; una sopa de piedras
de gente de casi todas partes del mundo.
Eso dicen mis genes.
Me dieron la cara pálida
y para equilibrar la cosa tengo caderas nigerianas.
Verso con el color de mis ojos
en ritmo diapasónico cuando me llama el dolor.
Abro mi boca y mi mano obedece
porque el papel como yo necesita el negro de la tinta
lo que la llama quema.
Me acuarelo cuando te veo, Duende,
que he de parirte cuando tú lo quieras.
Pincelada o con brocha ancha
traduzco tu tragedia,
pinto tu belleza con mi oscuro
y sentido alfabeto.