La Caída de José Julio Rodríguez

Reseña
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altEl Gran Mal le decían en épocas más remotas. No se sabía si se contraía de otra persona o si era un tipo de castigo divino.

Para el que vive esta condición cada episodio es como sufrir una caída, entrar en un descontrol corporal súbito, que por cierto, conlleva una falta de consciencia sobre lo que le está pasando.

La Caída, el primer libro del librero y traductor José Julio Rodríguez, es la historia, la suya propia, de una persona que tiene que negociar con su condición epiléptica para llevar a cabo una vida funcional, ecuánime y productiva.

En su caso, es un intento continuo de excavar el pasado, recobrar el tiempo en que se ha vivido en estado de inconsciencia. Esta es la historia de un hombre que siempre está al borde del triunfo en su proceso de encontrarle sentido a la vida, reconociendo las limitaciones que tiene el lenguaje humano para apalabrar con precisión lo que se siente y vive. José Julio Rodríguez está en constante búsqueda; es algo espiritual pero no religioso.

Dice el autor que “hay demasiadas cosas que no recuerdo y otras de las que tengo referencias por terceros”. Abre la obra con tres magnificas citas, una de Walter Benjamín que sentencia “...y quien quiera acercarse a su pasado tiene que comportarse como un hombre que excava”.

El autor vive su condición desde pequeño, y esta lo lleva de Aguadilla, donde se criaba, a buscar atención médica en San Juan y eventualmente a un hospital en los Estados Unidos, donde le remueven un tumor en una parte lateral del cerebro, lo que no oblitera totalmente los ataques epilépticos pero mejora su condición. Sufre un daño neurológico por la intervención quirúrgica, que lo deja cojo de una pierna.

El miedo de sufrir ataques no se va del todo, pero ahora reconoce cuando van a suceder y entiende las etapas de estos. Sabe vivir con su condición y vivir la vida plenamente. Este libro no se trata de la neurología en particular ni de la medicina y sus avances sino cómo su condición lleva al narrador a desarrollar una sensibilidad que sobrepasa a la de los que nunca han estado en la posición de examinar y pensar la vida. Es claro que el que narra tiene la capacidad de introspección que corresponde a un artista.

Relata su vida creciendo en Aguadilla, que como es de esperarse muy difícil, y como sus padres trataron de buscar la mejor ayuda médica que pudieron. Un tema del libro es la religiosidad de sus padres, y como su inexplicable condición lo lleva a cuestionar desde pequeño la existencia de un dios. Si Dios le pone pruebas en el camino a cada uno, le pregunta a su madre, ?por que siempre a mi me las pone y no a los demás?

No son preguntas que cualquier niño preguntaría, y no cualquier niño tiene la capacidad ni la necesidad de cuestionar la existencia de un dios, especialmente ante unos padres creyentes y es estudiante en un colegio católico. Esas preocupaciones usualmente le llegan a los jóvenes después, quizás como manifestación de una rebeldía, lo único que en su caso no es cuestión de rebeldía sino de angustia.

Es desconcertante, dice el narrador, entender a algo que vive dentro de uno, y no lograr atraparlo, sino que ese algo termina atrapando a uno. Lograr tener un control del cuerpo es una de las grandes preocupaciones de José Julio. El decide siempre acercarse a este mal como quien continúa en su esfuerzo de atraparlo y entender su condición de vida.

Mientras el libro se desarrolla vemos como de la total desesperación en su vida llega a un entendimiento y descubrimiento espiritual (no hablo de religión, que es otra cosa).

Mientras desarrolla la mirada aguda de una persona que sufre de algo que no puede controlar, va descubriendo no solo como sufrir sino como reconciliar y a veces superar su condición. Quiere, conocer su cuerpo y decide, contra todas las recomendaciones de sus padres y médicos, entregarse a la práctica de Kung Fu con un instructor que no solamente es pequeño, de apariencia no atlética sino que le falta un brazo. Es en el gimnasio con el instructor de Kung Fu, quien se maneja con un control insospechado en el gimnasio, que el narrador aprende a conocer su cuerpo, y a aceptar sus limitaciones. Relata lo que, al menos yo, reconozco como una epifanía. Después de practicar las primeras veces con su instructor, un hombre que e les ha dado a la práctica de la misma disciplina (una variante) de Bruce Lee.. “Parece inverosímil. Pero la vida tiene maneras de recordarnos que lo fantástico está muchas veces escondidas a simple vista”.

Parte de la Epifanía es “aceptar que hay cosas que están más allá de mi control, y controlar lo que parece incontrolable”.

Se entera que un amigo, que es encontrado sin vida en su alcoba, también era epiléptico. Es posible, conjetura un amigo, que haya convulsado y se haya asfixiado, tal vez por un vomito atorado en la garganta. Sea como sea, el saber de otros epilépticos, le ayuda a entender su vida.

Se convierte en un momento dado en fanático de un grupo británico de Rock (post-punk) llamado Joy Division. Le intriga que la principal voz de la banda, Ian Curtis, era epiléptico.

Curtis, si no fuera por su suicidio a los 23 años hubiera llevado al grupo al total estrellato, pero grabaron demasiado de poco. Sin embargo cualquier tomo de la historia del Rock le dedica uno o dos párrafos.

Especial interés tiene en una canción de Curtís sobre ver a una joven sufriendo un ataque epiléptico en un sitio publico. Esto fue antes de que a Curtis le diagnosticaran su propia epilepsia. Pero Curtís desarrolla una condición tan grave que le causa episodios epilépticos en tarima. La canción se llama “She’s lost control”.

Esa es la preocupación de toda persona, no solo los que tienen la condición, perder el control. El lector reconocerá la universalidad de esa preocupación.

José Julio oye repetidamente la canción “como quien busca respuestas que nunca llegan”. Esa es la vida, y en su proceso, José Julio, el que narra, lo entiende, aunque su búsqueda nunca tiene un final, tal como para ninguna persona pensante, sobre todo el que tiene una sensibilidad privilegiada como el que narra.

Este es uno de los libros más importantes y logrados que leído de un autor puertorriqueño en los últimos años. Si usted tiene inquietudes de vida, y le interesa leer un libro que quede en su memoria, se lo recomiendo.

Es un relato sobre las reflexiones de una vida propia, y a su vez muy literario. Como decía el premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee, una de las tres citas que abren el tomo: “All autobiography is storytelling, all writing is biography”