Lotoman 3… Chichi turbo y exprés al ritmo de güícharo y tambora

Cine caribe

El cine dominicano hoy por hoy logra encarnar una mirada de un Caribe lleno de música, diversidad racial, un sentido de cultura popular, como ningún otro cine en la región lo logra hacer. Para el valor económico del cine, es decir una industria al servicio de la producción de más riqueza económica, el cine dominicano ha logrado crear una fórmula que nadie en el Caribe, e inclusive en el continente latinoamericano, ha logrado hacer. En esta medida, para la industria cinematográfica de países emergentes no dominantes, el cine dominicano se asemeja como industria más al cine de Hong Kong y de la India. Es un cine, que ha creado una formula, se reproduce continuamente, tiene las destrezas del manejo técnico de su producción. Aunque, debo aclarar, lo más importante de este cine caribeño es el hecho de haber creado una fórmula masificada de hacer cine.

En este contexto se presenta la tercera parte de la serie de películas Lotoman. Las tres películas bajo el nombre de Lotoman, han sido dirigidas por Archie López (Dir. Archie López, República Dominicana, 2011-2014). Las mismas siguen un formato similar, a partir de la historia de vida de los hermanos Manuel y Modesto, que se ganaron la lotería, y a partir de ese momento su vida cambió. El cambio les ha producido bienestar económico, mucha dicha, pero sobre todo oportunidades de vida.

En la tercera parte de Lotoman, los hermanos Manuel y Modesto (Raymond Pozo y Miguel Céspedes) se involucran en resolver un robo callejero, lo cual les lleva a la fama. Dicho esto, son contratados por el Estado, a través de una agencia secreta, para disolver una organización criminal llamada “La cosa aquella”. La trama de la película se desenvuelve a partir de esta misión secreta, que los lleva a competir en una carrera de “moto”, donde se presenta el arma secreta: la Chichi turbo. Una motora liviana, o mopeta, con facultades extraordinarias.

Es una película de cine comercial clásico. Es cómica por momentos. En cuanto a la técnica, la misma se sostiene, aunque el guion por momentos es muy débil. Lo interesante de esta tercera parte, es que introduce un asunto interesante de trabajar en coproducción con Puerto Rico. Esto es una tendencia que recientemente el cine dominicano está llevando a cabo, y nos consta que tanto en esta película como en Vamos de robo (Dir. Roberto A. Salcedo, República Dominicana, 2014), se están desarrollando colaboraciones económicas entra ambos países. Esto es importante para el País, y para todos los que en la región caribeña deseamos colaborar a partir de nuestras diversidades culturales.

Vaya a verla si le parece. Es buena por momentos, aunque no es consistentemente cómica. El fin de semana tiene muchas horas para buscar entretenimiento.