Antonia Maestre, o una letra del paraíso

Crítica literaria
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Erotismo y poesía:

el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje.

-Octavio Paz

Tengo que empezar con Jean Cocteau, el semisoleado gran poeta francés. Y empiezo, con un poema que nunca se me ha ido de las manos y que por encima de la memoria en un episodio de escritura, como el que escribiremos hoy, se sienta a mi lado a susurrarme su misma corriente de espejismos, y es erótico, radiante y descarado:

                              “Por supuesto, te acuestas como un ángel de nieve

                               más pesado que el bronce, más ligero que el corcho

                               obre el amante cuyo espasmo finalmente te regocija

                               bajo tu fuego helado la carne se hace estatua

                               y a la larga, es preciso que, muerto,

                               me acostumbre a recibirte en mi lecho”

Son versos de su poema “Vocabulario” firmado entre algo del paraíso o del infierno, o llama doble recordando también ese gran libro de Octavio Paz. La erótica es letra del paraíso nos supo decir Antonio Gala, en sus puntos cardinales quemados de inolvidables letras. Voy atrás, más atrás del polvo, El Cantar de los Cantares escrito por El Rey Salomón-ya más fijo en los cálculos del brillante arqueólogo Israel Finkestein adjudicando al mítico monarca la autoría del mismo-y cuya trama es un poema de amor conyugal a voces o cantos alternos, lanzando al mundo el drama de dos amantes, Salomón y Sulamita, que han sido obligados a separarse, que se buscan con desesperación, declaman su amor en una forma poética altamente sofisticada, se reúnen y vuelven a separarse, siempre con la profunda esperanza de volver a estar juntos para siempre, apoyándose en la antigua premisa de que "El amor siempre triunfa". En sus escenas el cuerpo es apetito de luz, de ensoñación, de deseo a caer en toda ceguera que solo propicie la entrega, el gozo del alma, la infinitud.

Un poco de Eros, quizá la única figura de la mitología griega que más habita en nuestra modernidad. De acuerdo con la tradición iniciada por Eratóstenes, Eros era principalmente el patrón del amor entre hombres, mientras Afrodita presidía sobre el amor de los hombres por las mujeres. Su estatua podía encontrarse en las palestras, uno de los principales lugares de reunión de los hombres con sus amados, y a él hacían sacrificios los espartanos antes de la batalla. Meleagro recoge este papel en un poema conservado en la Antología Palatina: “La reina Cipria, una mujer, aviva el fuego que enloquece a los hombres por las mujeres, pero el propio Eros convence la pasión de los hombres por los hombres.” En otro hemisferio Safo y su compatriota Alceo son considerados los poetas más sobresalientes de la poesía lírica griega arcaica. Son, además, los únicos representantes de una producción literaria lesbia. De su obra, nueve libros de extensión variada, se han conservado también ejemplos de lírica popular en algunos epitalamios, cantos nupciales —adaptaciones de canciones populares propias de los amigos del novio y de la novia que se improvisaban en las bodas en una especie de juglaría—. Estas canciones se diferenciaban del resto de sus poemas, más intimistas y cultos, para los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, que pasó a denominarse la Estrofa Sáfica. ¿La vertiente? El cuerpo desmedido hecho señales de deseo sin contemplación o soslayo por género.

Antonia Maestre odia las manos de esa pianista tocando con pasión la sonata aún más deslumbrada de Lizt. Sus ojos se pierden en las cabriolas de las manos al ras de cada tecla, se pone a imaginar cómo sería ese paralelo invertido: su cuerpo, por el piano. Y Lizt no le parece a la poeta un compositor genial, sino un transgresor de sus sentimientos. Alguien, impostor, que le roba las manos de su amada para tocarse en elevada música. “Odio lo que tocas” es apenas uno de esos poemas que se descorchan en su poemario “A punto de Caramelo” ya en su segunda edición.

Poeta, productora de televisión, en éste, su primer libro nos presenta una propuesta vibrante y diversa del amor hablado con el tacto. Erótica elegante de matices varios, erótica circunstancial, y erótica trascendental. También, una ardiente defensora de los derechos de los animales, militante como muchos de nosotros contra el maltrato y la violencia doméstica. Nos cuenta su punto de partida, el “vamos a empezar por donde se empieza siempre” la manera de Antígona Pérez; “No hubo una provocación específica.  Una de las más grandes influencias en mi vida fue la de mi hermano, Carlos Maestre, escultor y pintor. Lo seguía a todas partes. Me escapaba con él hasta a discotecas siendo yo de tiernas edades porque el "artista" me colaba en la fila. Juliana's, Bachelor's, en fin, hasta el borde del adefesio mismo.

Carlos siempre andaba con libretas y escribía en ellas sus pensamientos. Eran diarios. Así es que entonces andaba yo tambien con una libreta Superior en la que escribía todos los días. Aun guardo mis libretas y las de mi hermano, que murió hace 17 años.

Escribí mi primer poema a los siete años y trataba sobre los taínos y las barbaridades que los españoles le hicieron. Las maestras se horrorizaron y me llevaron a la oficina de la principal de mi colegio. Ella era una señorita muy admirada por esta servidora. Me dijo; "Sigue, que esa me gustó."  Los temas de mis diarios, sin percatarme de ello, siempre fueron controvertibles.

De cariñito, me llamaban "la licenciada", pues siempre tenía una causa o argumento que defender. JAMAS tuve buenas notas.  Me concentraba en mis causas y argumentos. Seguía escribiendo, pero ya no eran poemas, sino argumentos y propuestas. Era muy rebelde, especialmente contra la autoridad. Para entonces era la "rebelde sin causa". De licenciada a no tener causa hay laaaargo trecho, pero vamos. Llegó a la escuela intermedia y se me abren las puertas a los clubes académicos. Eran las Puertas del Cielo mismo, pero un Cielo secular, no religioso. Vuelven mis causas. Club de Naciones Unidas, Club de Arte Dramático, Club de Oratoria, Club de Esto, Club de lo Otro. Estudiaba en un colegio de niñas, pero nunca escuché la palabra "clítoris".  Eso era raro, pues allí todas teníamos uno, pero “de eso no se habla”.  Gracias a mi papá, que compró la enciclopedia "The Joy of Sex", mi interés por lo erótico despertó, nuevamente ante el horror absoluto de mis maestras, mi curiosidad al escribir sobre dicho tema.  También me sumergía en temáticas tormentosas.

En mi cuarto año de escuela superior se publica por primera vez uno de mis poemas en dos libros: "The Best Poets of 1990" y  "Between a laugh and a Tear".  Se titulaba "White Homicide", trataba de la eutanasia. Me interesaban los personajes marginados, los que, irónicamente, siempre interpretaba en obras teatrales. Para entonces, tenía que escoger una profesión, pues la opción de no ir a la universidad jamás entró en mi mente. Como era averiguá y al mismo tiempo me gustaba escribir sobre mis investigaciones, me dije; “¡Ajá,  periodismo!”.  Pero mi libretita Superior me siguió acompañando a todas partes.”

Sobre el diálogo histórico entre el relato y el poema nos expresa; “No creo que sea posible escribir un cuento que no tenga poesía ni un poema que no sea un cuento.  Van de la mano.  Si una narrativa carece del encanto de lo poético, si no lleva ese ritmo aún en temas oscuros, el lector cierra el libro y mejor se lee la columna de chismes en una revista.  Lo mismo ocurre si un poema no contiene un cuento, aunque sea tácito, entre sus versos.  El lector, sin saberlo, es cómplice de ese matrimonio, que jamás se divorcia.”

Su vida en matices, soledades, ensueños, la poeta usa como brújula el epígrafe de Calderón de La Barca “El caer no quita la gloria de haber subido” y a renglón seguido nos cuenta; “Conseguí un trabajito como reportera para un periódico que se llamaba El Metropolitano a los 18 años mientras estudiaba mi primer año en la Universidad Interamericana.  El proceso de escribir investigativo es muy diferente al de tomar por los cuernos mis sentimientos en las líneas azules de una libreta.

Tan pronto puede, agarré mis bártulos y me fui a Ohio Wesleyan University en un pueblito llamado Delaware. Sip, yo, en una escuela conservadora wesleyana en la que la palabra "clítoris", como en mi colegio,  seguía siendo un tabú absoluto. ¡Y qué a mí!  Allí era ancla del noticiario en WSLN Radio. El periodismo, al parecer, me quedaba bien. La rebelde sin causa tenía causa después de todo, por más que le chocará a la Autoridad.  Y mi libretita superior seguía acompañándome a todas partes.  Permanecí allí por dos años y volví a mi Puerto Rico.

Cuando el manto universitario me cubrió, supe que podía explorar todo aquello que me causara curiosidad.  Cada vez que escalaba una montaña, como si fuera una exploradora, lo escribía en mi libretita.  A veces conquistaba el territorio y otras, el territorio era el que me derrotará.  Entonces, buscaba otra montaña para subir.  Nunca supe que era poeta.  Jamás pensé que los sueños y tristezas que quedaban plasmados en mis libretitas algún día se iban a transformar en poesía.  Como todos, me enamoré (o pensaba estar enamorada).  Unas veces me dejaba y otras era yo la que rompía.

Suspendí casi toda mi educación universitaria para cuidar de Carlos, aunque de vez en cuando tomaba alguna clase en la Universidad del Sagrado Corazón.  Mi tristeza mayor yace en la muerte de mi hermano, el que me enseñó a ser valiente confrontando experiencias en mis diarios.  Su partida casi me parte.  Los médicos aseguran que la raíz de mi fibromialgia está en ese sufrimiento tan enorme.

En Sagrado la palabra "clítoris"=tabú. Ya eso me requetejodió y me puse a escribir sobre ese "terreno baldío en el borde del adefesio". También hacía trabajos de locución en anuncios de TV y radio además de traducciones y "copywritting" para compañías locales. Cuando mi hermano muere, me decido en terminar mis estudios para ser averigua con propiedad como periodista. Parece que me gradué, porque mi papá se ocupó en buscar mi diploma, pues a mí no me interesaba ese papelito. Conseguí trabajo en ARIZ TV como Coordinadora de Producción para varios programas locales.   Me fascinaba mi trabajo. Íbamos a un pueblo diferente todas las semanas a grabar y viajé casi toda la Isla. Pero me seguía molestando eso de la palabra "clítoris". Me busqué un buen psiquiatra amigo mío y dos panas, Carlos Fontané y Jorge De Castro Font, para que salieran en el primer programa de tv que produje independientemente: "Sin filtro". Era tal y como dice el título. Tenía un panel, la gente llamaba a hacer preguntas en vivo y se las contestábamos. La verdad es que tenía filtros, no se podía hablar de política ni religión, y la palabra "clítoris" me afloraba los labios, esta vez, ante horror de mis panelistas. ¿Me puedes creer que hasta me puse a cantar y grabé un disquito? "Sin filtro" rodó en el Canal 24 y luego por radio.

Seguí trabajando como productora independiente para varios canales, pero ya no era la misma. Mis achaques de salud entorpecían mis labores.  Para terminar de jo..., se me herniaron tres discos lumbares tratando de levantar un monitor. Ya para la época en que me metí en WAPA TV como transcriptora de Noticentro por el internet eso era evidente.  Tuve que recoger velas para darle un funeral a mi carrera y retirarme.

Casi siempre postrada en una cama, jamás dejó de escribir en mis libretitas Superior. Un día me puse a mirarlas y decidí ordenar algunos poemitas con la ayuda de Miguel Ángel Jimeno, un profesor español, para publicarlos. Gracias, obviamente, a Facebook, me conecté con otros poetas, como tú, Marioantonio, y me invitaron a leer en el Festival de la Palabra, creo que para el 2,010 ó 2,009 y por ahí seguí.  Mi poemario erótico, titulado "A punto de Caramelo" se publicó en abril de 2013. Hoy, con varias operaciones, tratamientos y demás achaques, sigo pariendo poesía y grito la palabra "clítoris" cada vez que me viene en gana.”

“A punto de Caramelo” recoge el lenguaje de la piel y el alma, su bravura, su descanso, su energía, y su memoria porque entre los poemas hay uno celebrando la esencia de su hermano Carlos Maestre, pintor excelso, que siempre anduvo con palabras de aliento a su oído. A pesar de los quebrantos de salud, se nos presenta hermosa, sonriendo, vibrando una poesía que nunca le abandona:

                             No te ampares en mi celda

                             cuando te acose la libertad.

                             Pues, mis barrotes férreos se derretirán.

                            Ya no vengas a pedirme ser mi cautiva

                            para cuando escapes, sentirte fugitiva.

                            Descubrí que la luna

                            no es más que un satélite sin luz propia.

                                                             Para sentirte fugitiva

                                                             A punto de caramelo

Como Jean Cocteau, Antonia Maestre busca el juego desnudo de los ángeles,  y los convoca a su territorialidad: pecado dulce y difícil de olvidar.

Próximo: Fidela Matheu y Adrian, en el siglo de José Gautier Benítez