Por fin se llena vacante del Supremo

Justicia Social

Ayer en una votación partidista se confirmó el nombramiento de Maite Oronoz después de un proceso y una discusión pública que se centró más en su orientación sexual que en sus clasificaciones para el puesto.

Hubo un momento en que no se supo si habían los votos en el Senado. Se reportó que había tres miembros del oficialista Partido Popular Democrático que se inclinaban a votar en contra, junto con las delegaciones de los Partido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Es obvio que se tuvo que recurrir a una leve torcedura de brazos. La votación final fue de 16 a favor y 11 en contra. Se necesitaban 14 votos para aprobar el nombramiento.

Oronoz cometió “el error” de darle las gracias a su compañera de vida en la conferencia de prensa en la que se hizo el anuncio de su nombramiento. En seguida comenzaron las voces de “ay Diós mío si es lesbiana”. Un periódico ofreció un titular a los efectos de que el gobernador Alejandro García Padilla había nombrado a alguien abiertamente parte de la comunidad LGBTT al más importante tribunal del país.

Cuando se discutía el nombramiento en los medios se enfatizaba demasiado en la orientación social de la nominada. Aparentemente, hubiese estado bien si no fuese sincera sobre su orientación sexual, pero lo dijo. Thomas Rivera Schatz, ex presidente del Senado, expresó en un apasionado discurso ayer en el Senado que ella era la que había traído a la atención que era lesbiana. Bah, como si eso tuviese que ver con sus clasificaciones o con las consideraciones que deben de ser parte de cualquier deliberación sobre los dotes o el talento de Oronoz. El pupilo de Rivera Schatz, Larry Seilhamer, líder de la minoría del PNP, se dió a la tarea de seguir a su líder espiritual y votó también en contra.

La senadora del PIP, María de Lourdes Santiago votó en contra por estar en contra de sus ejecutorias como procuradora general y como jefa del departamento legal del Municipio de San Juan. Tengo la impresión por sus pasados votos que la senadora Santiago se hubiese opuesto a cualquier nominado presentado por el Ejecutivo.

La licenciada Oronoz tiene un record profesional mucho más que adecuado para la posición de jueza asociada del Tribunal Supremo de Puerto Rico. Uno se pregunta si en la mente de Oronoz pasó alguna vez por la mente si todo este proceso valdría la pena. Yo digo que sí. De ahora en adelante se le tendrá que juzgar por su desempeño en el tribunal, y si Diós quiere pasará al olvido su orientación sexual. A los medios acudieron todo tipo de personas desde sacerdotes católicos hasta (por supuesto) políticos. Sinceramente, este es un comienzo para una época nueva en que nos fijemos en cosas más importantes que la orientación sexual de una o un nominado para los distintos puestos públicos. El que, a pesar de las complicaciones, haya pasado su nombramiento es un paso para que no haya la actitud de “ay, Dios mío si es lesbiana”. A ese punto de civilización de seguro vamos.