Homenaje a los caídos: En Memoria de Carlos Enrique Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado Torres

Voces Emergentes

El bosque estatal de Toro Negro convive en un ambiente de misterio, donde entre su neblina y clima frío sueles olvidar que te encuentras en Puerto Rico. No obstante, la bandera Puertorriqueña que se iza a 3,953 pies de altura sobre el nivel del mar, le devuelve su identidad y junto a dos lápidas conmemora a dos jóvenes.  Allí  yace Arnaldo Darío Rosado Torres, de 24 años de edad, nieto de discípulo y compañero de celda de Pedro Albizu Campos, Pablo Rosado Ortiz. Junto a Arnaldo se encuentra Carlos Enrique Soto Arriví, de 18 años de edad, hijo del escritor Pedro Juan Soto. El 25 de julio del 1978 el Cerro Maravilla fue testigo de la muerte de estos dos jóvenes puertorriqueños, asesinados a sangre fría en las entrañas de la isla. La resonancia de los disparos que quitaron sus vidas se dispersó por toda la cordillera central, lamentando tal atrocidad.

Estos hechos ocurrieron bajo la administración del entonces gobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barceló, a manos de la corrupta policía y llevados de la mano por el joven traidor de 21 años con titulo de agente encubierto, Alejandro González Malavé. El grado de encubrimiento e irregularidades en el proceso judicial fue de gran magnitud, abarcando desde el departamento de justicia, con el informe que absolvía a la policía de cualquier conducta errónea, indicando que los dos jóvenes caídos abrieron fuego primero y la policía actuó en defensa propia. El gobernador Romero Barceló, quien negaba cualquier conocimiento previo sobre el supuesto ataque terrorista, poco después de un año admite tener conocimiento previo sobre la preparación de la operación en el Cerro Maravilla.

El “microfilm” de la Puerto Rico Telephone Company (PRTC), el cual archivaba llamadas a larga distancia entre 1969 al 1979, conservaba una conversación telefónica entre el gobernador y el fiscal de distrito. A pesar de su destrucción, Juan Mari Bras, entonces Secretario General del Partido Socialista Puertorriqueño, alegó haber escuchado dicha conversación, en la cual se discutía como encubrir el caso sin levantar sospecha. La negación de una segunda retahíla de disparos, la negligencia en la autopsia, el reporte balístico y un sin número de riendas sueltas y calles sin salidas construidas, entorpecieron el proceso judicial, extendiendo el caso Soto vs. Barceló desde julio 25 del 1978 hasta febrero 28 del 1987.

El caso del Cerro Maravilla produjo tanta excitación en PR como en el extranjero. Se llegó a comparar con el famoso caso “Watergate”, y hasta cobró el pseudónimo, el “Cerrogate”. En “Watergate”, Richard Nixon objetó utilizar el privilegio ejecutivo, el cual permite al Presidente retener cierta información ante el Congreso (incluso cuando se enfrenta a una citación). Se rehusaba a conveniencia propia, debido a que tendría el mismo efecto que declarar la 5ta enmienda, una admisión de culpa. En el caso del Cerro Maravilla, Alejandro González Malavé y el Tte. Jaime Quilesen se acogieron a esta en la demanda civil Soto vs Barceló. Richard Nixon utilizó la corte como última medida, y de paso la única vez que así lo hizo.

En cambio Romero Barceló utilizó la corte alrededor de 50 veces como medida para interrumpir la audiencia del Senado hasta después de las elecciones. De esta manera evitaría estar directamente implicado en las revelaciones del Cerro Maravilla, lo cual de otra manera, podría costarle ser reelecto. Sin embargo lo único que consiguió fue el planteamiento de la duda en la credibilidad y transparencia del gobierno central. Esto comenzaría una costumbre que se repetiría en todos los cuatrienios de la historia política de Puerto Rico, en donde la clase electoral daría un voto de castigo. El pueblo destronaría a Romero Barceló para colocar a Hernández Colón, dando paso a la eterna batalla política entre el Partido Popular Democrático y el Partido Nuevo Progresista.

La intención de los jóvenes Arnaldo Darío y Carlos Soto, y su iniciativa para

cambiar la trayectoria del país hace 36 años no fue una obra en vano. Esas dos lápidas rodeadas de flores que yacen bajo una bandera puertorriqueña son un recordatorio del esfuerzo y convicción de un ideal libertador; es un capítulo en nuestra historia en donde se desenmascara la persecución del movimiento independentista en Puerto Rico; es reflejo de nuestro descontento actual; es la incomodidad que sientes al ver injusticia; es la chispa que arde y quema de adentro hacia fuera. Utiliza esa llama, ilumina el camino y enciende la furia. Toma el futuro en tus manos y tomemos a Puerto Rico, amado Borincano.



La fuente de información para este ensayo fué tomada del trabajo investigativo de Manuel Suarez, “Requiem On Cerro Maravilla: The Police Muders in Puerto Rico and The US Government Cover Up”.


Crédito fotos:  Andrés Octavo