Sinestesia

Historia

“La poesía es algo que anda por las calles. Que se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas. Se pasa junto a un hombre, se mira a una mujer, se adivina la marcha oblicua de un perro, y en cada uno de estos objetos humanos está la poesía”.

-FGL

“Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida”.

-MVL

"En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia".

-Cervantes

No deja de impresionarme esa cierta apatía que percibo en muchas personas, con quienes interactúo, con relación al efecto que pueden llegar a tener las palabras. Y sí, estoy consciente de que somos diferentes y que para los gustos los colores pero en el contexto de complejidades, excesos, materialismo, apariencias y violencia cotidiana, la poesía, la literatura, la escritura… podrían actuar como bálsamo, como paliativo, como remedio para mitigar, para aplacar…

Por lo tanto, los que guían, muestran, retan, incitan, estimulan o enseñan, ya sea de manera alternativa, tradicional, formal o informal, tienen una gran responsabilidad en su equipaje, pero es una carga que da gusto llevar. De modo que es necesario que se aprovechen esos seres con los que se establece cualquier tipo de interacción y se tome un tiempo para evaluar los acercamientos y las dinámicas que se utilizan; es decir, darle mantenimiento a ese puente entre estudiante-maestro, que es dúctil, y que se configura entre muchos sentidos. Por lo que es en esa persona, que tal vez nos lleva de la mano para introducirnos en el caótico y maravilloso mundo literario (que no es más que en el que vivimos), en quien recae la aventura de elegir aquellos materiales que permitan un diálogo y que a su vez provoquen repensar. También, es preciso jugar con textos que regalen riqueza lingüística, de expresión, interpretación y percepción; así como oportunidades para desarrollar el pensamiento crítico.

Los textos son visiones de mundo que no pasan de moda; no son materia de museo, puesto que lo que leemos y seguimos leyendo, sigue vivo. Además, brindan espacios al alcance de todos, de duda, reflexión, creación, identificación, deconstrucción, reconocimiento, libertad, puntos de encuentro, escape, unión, entre tantos otros. Hay que sacarle el jugo, buscarle las siete patas al gato (o cuantas sean), coquetear con revoluciones personales y colectivas; de esas que te sacuden, te impulsan, te dan ganas; sobre todo, te hacen sentir y sentir es lo más rico de la vida.

Recuerdo a esas figuras que me llevaron, me han llevado y me siguen llevando de la mano puesto que no lo hice por mí misma sino a través de otros. Otros con los que me identifico y en los que me reconozco; eso nunca se olvida. Entonces, esa figura los tiene ahí; están ahí, y hay que sorprenderlos. Y qué sorpresa se llevan cuando los intentas acercar a la idea de que la poesía, la escritura, la lectura y el diálogo no están reservados para unos pocos, sentados a una distancia o elevación sobre el suelo ni que estas formas de expresión están confinadas exclusivamente para los académicos o los llamados intelectuales. En alguien, algo se encenderá porque escuchará voces, identificará perspectivas y se dará cuenta de que la literatura permite hablar, ad infinitum.

Sin embargo, hay que tener sensibilidad a la hora de retozar con la literatura; es imprescindible. Y es que tampoco se olvida el entusiasmo ni la pasión de quienes te enseñan; eso deja huellas, marcas. Más que todo, cambia vidas porque provoca que choquemos con realidades y con posibles realidades; puesto que es lo contrario al silencio, perdura, fija y ancla memorias; y eso es algo, eso vale. Si te quitan lo palpable, lo tangible, lo concreto, lo material... ¿con qué te quedas?

Además, la literatura ofrece tanto mundos de maravillas como crueldades en los que  todo es posible; pero es que así es la vida. ‘Estamos’ y ‘somos’ muchas cosas en distintos momentos; intentamos, pero nada es garantía de nada. En este tiempo en el que sigue doliendo el mundo, la sensibilidad y todo aquello que permita imaginarnos, sentir o articular el dolor ajeno como propio nos acerca a la solidaridad y de paso, nos humaniza. Quizás, es el instante en el que volvemos a ser gente.

Mientras tanto, hay quienes siguen recortando presupuestos, intentan opacarla, menospreciarla o hacerla desaparecer pues el genial argumento es que no añade ceros a una cuenta bancaria o que simplemente, a través de ella, es imposible obtener resultados que se puedan representar estadísticamente. Y me río porque la literatura algo hace, algo provoca en el alma y en el espítitu; pero en los seres humanos, no en robots ni en máquinas. Escribo algo porque me resulta utópico apalabrar lo que es. Que le llamen como quieran, mas nunca es nimiedad, ‘nonsense’ o pérdida de tiempo. Que no la subestimen; se sorprenderían…

La literatura es; y está en todos lados, así que a encontrar ese ‘libro llave’, a escribir, a hablar y a descartar la mediocridad. Alborotemos. Incitemos a la reflexión que lleva a la catarsis; al vértigo.