En la cuarta noche de los disturbios en el pueblo de Ferguson, Misuri, la policía municipal movilizó cuatro vehículos militares, con capacidad para neutralizar minas antipersonales. A preguntas de un periodista por los medios de televisión, el cual quería saber cuantas minas habían en las calles de Ferguson, el gobernador del estado, Jay Nixon, respondió que “no había ninguna mina”. La pregunta que surge es, ¿por qué las compraron?
Resulta, que desde el año 1990, el Pentágono de los EE. UU. inició un proceso de transferencia de excedentes de tecnología militar a los cuerpos policíacos de los estados. Luego del 11 de septiembre de 2001, este proceso se incrementó y legitimó, producto de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York. A partir de ese momento, la consigna, de forma abierta, ha sido la transferencia de tecnología para la eventual situación que haya que contrarrestar actos de terrorismo.
Ahora bien, resulta que cada vez más dicho equipo militar se utiliza de forma común y corriente, no contra actos terroristas, sino contra la población civil, en particular contra el hombre y la mujer de a pie. Esto es el saldo de balance, en el caso de los disturbios raciales en Ferguson, que se iniciaron a raíz de la muerte del joven Michael Brown, el pasado sábado, 9 de agosto de 2014. La respuesta del gobierno de Misuri, la cual ha sido cuestionada en todo momento por el presidente de los EE. UU., Barak Obama, ha sido la de militarizar el conflicto y escalar la violencia de estado.
En el día de ayer, el secretario de justicia de los EE. UU., Eric Holder, estuvo de visita en Misuri. Allí reconoció muchas cosas, entre otras, que el curso de la militarización de las policías estatales no puede continuar. Como este indicó, “tiene que haber una diferencia entre la policía y el ejército”. Luego de haber transferido el Pentágono sobre $34 mil millones de dólares en tecnología militar a los estados, para propósitos policíacos, entonces ¿no será plausible pensar que cualquier abuso de poder es parte de la ecuación? Para muestras en botón: Ferguson, Misuri.
No debemos olvidar que durante el conflicto huelgario en la Universidad de Puerto Rico de 2010 a 2011, la Policía de Puerto Rico estableció una unidad secreta llamada Unidad Táctica. Dicha unidad fue eventualmente disuelta, pero tuvo su triste incursión en los disturbios del Hotel Marriot, en mayo de 2010, donde el estudiante José Pérez, fue agredido por efectivos de la Policía, en tres ocasiones con pistolas de electrochoque Táser.
Dicho esto, durante los disturbios de huelga, nos enteramos que la policía de Puerto Rico había adquirido dos tanquetas o vehículos militarizados para contener disturbios sociales. Interesante, ¿no? Hoy queremos saber dónde están. Lo que demuestra Misuri es que dicha tecnología militar ha terminado siendo utilizada contra los ciudadanos y no contra los terroristas. Algo anda mal. ¿Verdad?
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