Estado sin miedo: cuando la salud mental sea una prioridad

Economia Solidaria

Ya en El Post Antillano nos habíamos hecho eco del olvido y la desidia con la que históricamente se ha manejado la salud mental en el País. En aquel momento nombramos las notas como La salud mental continúa siendo el “patito feo” del Estado. Y ahora, que tan reciente como esta semana, el Senado de Puerto Rico comparte un comunicado de prensa acerca de los resultados de una investigación, que sigue en curso y determinada por la Resolución del Senado 249, sobre los servicios de salud mental en la Isla se aviva la polémica.

El escrito refiere no solo la incapacidad de la reforma de salud de trabajar efectivamente con este asunto esencial para cualquier sociedad sino que señala que el proveedor de salud mental en Puerto Rico, APS Healthcare, ha facturado aproximadamente $432 millones al Gobierno, mientras ha servido solamente al diez por ciento de los pacientes cada año, de la cantidad total de personas que debería atender.

Esto claramente implica una “fuga” de dinero en servicios administrados de manera inadecuada y una afrenta al orden social. Esto sin hablar que la tarea y el modelo salubrista parecen estar ligados a una actitud reactiva y no preventiva.

De esta manera, nos vemos perpetuando un complejísimo problema que hasta el momento no se ha sabido atajar y se ha visto relegado. Pienso incansablemente cuáles pudieran ser las razones para esta nefasta e histórica práctica del Estado y logro esbozar una idea que conviene con una ideología colectiva discriminatoria y colmada de prejuicios que aún le otorga a lo concerniente con la salud mental un tinte de tabú y miedo. Esto mencionando a su vez que la gestión gubernamental se ha centrado por años en una especie de ciclo en el que las plataformas partidistas intentan mantener a flote dos temas: la situación del estatus (colonial) y la realidad económica del momento y del presupuesto del País. De ahí se van retomando los otros grandes temas que prometen las campañas ocuparse como la seguridad y la educación, sin llegar realmente al meollo del asunto. Y son entonces iniciativas sociales, comunitarias, las que luchan diariamente y en ocasiones sin suficientes recursos, para atender la salud mental. Finalmente, a veces da la impresión de que todo se maneja con paños tibios, con parches, que hay que remendar una y otra vez.

Basta ya de mentalidades pequeñas, de gríngolas, de tocar los asuntos verdaderamente importantes y urgentes desde la superficialidad. Si APS Healthcare está incumpliendo, debe atenderse el hecho inmediatamente. Y mucho más, que al Estado se le quite el miedo; es tiempo ya que la salud mental sea una prioridad. No puede haber reforma sin una reestructuración cierta.

Crédito foto: Guian Bolisay, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/)