Magaly Quiñones: la entrevista urgente

Crítica literaria
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“Es entonces cuando además del talento o del genio necesitarás de otros atributos espirituales: el coraje para decir tu verdad, la tenacidad para seguir adelante, una curiosa mezcla de fe en lo que tenés que decir y de reiterado descreimiento en tus propias fuerzas, una combinación de modestia ante los gigantes y de arrogancia ante los imbéciles, una necesidad de afecto y una valentía para estar solo, para rehuir la tentación pero también el peligro de los grupitos, de las galerías de espejos. En esos instantes te ayudará el recuerdo del peligro de los grupitos, de las galerías de espejos. En esos instantes te ayudará el recuerdo de los que escribieron solos: en un barco, como Melville; en una selva, como Hemingway; en un pueblito, como Faulkner”.

-Ernesto Sábato

Abaddón el exterminador

Un tiempo de escribir bajo la gran soledad de la imaginación. Una soledad para enfrentarse a las grandes y graves palabras que irán a pervivir con el mundo y con sus hombres. Una voluntad de ser poeta sobre toda sombra, acción o circunstancia. Una pasión por la poesía más en lealtad que en distinción. Lo otro vendrá después cuando el amor en tu oficio te hace libre sobre cualquier ley de gravedad y surge la urgencia de tu mensaje, y en los que te reciben se repetirán siempre en tus mejores palabras.

El verdadero poeta lleva en su alma los dos hemisferios correctos. El de la humanidad, y el de la contemplación. Ambos proponen vastedad. Ambos llevan vigilia y creación. Ambos hacen una verdad. George Gordon el afamado poeta “Lord Byron” escribía en esa brisa noble de una soledad surcada por sus viajes, y en este caso su viaje a Grecia, colmado de una visión que las palabras manifestaban con majestuosidad. Clara Lair, dulce solitaria, imaginaba ese pardo adonis subiendo las escaleras para buscar su cuerpo y fundirse en ella; cuerpo marino, moreno, de fuerte oleaje haciendo con ella los mejores versos. Algo de soledad pasaba en Clemente Soto Vélez, cuando escribía esa soberanía de los árboles crispados hacia el cielo, divinos a sus palabras. Esa hermosa isla, burbuja, buhardilla, cuarto de luz donde ocurre el aislamiento exigido por el alma y lo contemplado sigue haciendo al mundo un lugar donde vivir y creer en la esperanza.

Magaly Quiñones es una poeta en ley de gravedad propia, libre, comprometida. En ella van esos dos hemisferios que hacen de su poesía pertinente y en vigencia sobre toda generación de poesía; ella misma con sus versos ha llevado a los magnos pintores Rafael Trelles y Antonio Martorell a ser cautivos de su poesía y convertirlas al lienzo. Ella habla con los niños en un idioma de agua abrasadora y llena de ingenio. Ella, Magaly, en cuatro décadas y un lustro ha hecho de la imaginación y de la poesía un testimonio a todos los tiempos.

Y sobre una entrevista urgente, las palabras en su signo entran al cauce: “Comencé a escribir a los 8 años, sufrí una sacudida emocional debido a la muerte de un compañerito de escuela que murió de leucemia y ahí nació el primer poema. Luego, pedí a mis padres que me regalaran un diario y en él hacía mis apuntes, dibujos y versos. Ya en la escuela superior eran varias libretas las que había rellenado con decenas de poemas. Los autores aún vivos que me han marcado son Ernesto Cardenal, Esmeralda Santiago y Ana Lydia Vega. No sé si tengo claro el renglón -Provocaciones- pero puedo decir que a lo largo de mi carrera he tenido otros intereses además de la escritura: la pintura (he ilustrado algunos libros ajenos y propios, con mis grabados y dibujos) y la música (canté en un trío de chicas, llamado Las Concordias, siendo universitaria, para ayudar a mis padres a sufragar los gastos de mis estudios)”.

El proceso creativo en sus paralelos, unciones, y descubrimientos: “Escribo regularmente, pero no tengo horario definido porque escribo con frecuencia motivada por las vivencias diarias. Hay algunas lecturas que también me provocan y los males que aquejan nuestra sociedad, injusticias, etcétera. Además, siento un gran compromiso con el planeta y por eso escribo sobre el deterioro del medio ambiente y abundo sobre este tema en mis libros para niños, pues me interesa concienciarlos en el área ecológica. La naturaleza me subyuga y con frecuencia escribo sobre ella: el mar, los árboles, las montañas, etcétera. Las imágenes surgen muchas veces de la contemplación del entorno natural y, en ocasiones, de una ojeada a mi interior anímico”.

Y entonces la pregunta se obliga a brindarnos su presencia. ¿Es el poeta un mensajero urgente, una propuesta de cambio?

“Definitivamente sí. En mis tiempos lo fue y en el tiempo presente aún más debido a la vertiginosidad de los cambios, la pérdida de valores espirituales y éticos por el exacerbado apego a lo material y la indolencia de los que están en posiciones de poder. Todos los artistas, no solo los poetas, deben actuar como mensajeros para traer propuestas saludables (anímicas y existenciales) al colectivo”.

Siempre en esa poesía ante una poeta como ella, existe y persiste un libro amado, un “preferido” con una voz escrita que hace portavoz de todo.

“Mi libro preferido en el presente es el titulado “Poemas de Pasión y Libertad”. Es un libro publicado por gestión propia, con una hermosa portada obsequio del pintor y amigo Rafael Trelles. Es mi preferido porque es un libro de madurez y exhibe las dos tendencias que marcan mi producción poética: la vertiente amorosa y la vertiente social. Además, creo que he logrado lo que era mi sueño o meta como escritora. Esto es alcanzar a describir la belleza usando el vocablo sencillo, nada rebuscado, el que puede entender y conmover al intelectual y de igual modo al hombre que no ha estudiado porque apunta al sentimiento, al corazón y a la cabeza. Tengo otro libro muy cerca de mí y es el titulado "Nombrar" (1985), cuya portada es una pintura en acrílico, de mi autoría, y está entre mis preferidos porque abunda en poemas de síntesis, versos cortos -parecidos a los haikus japoneses- que albergan mensajes completos y de gran impacto”.

Perspectiva personal de nuestra literatura. ¿Hemos trascendido?

“Creo que nuestra literatura está llegando a una etapa de efervescencia. En las letras y en las luchas sociales actuales nuestros jóvenes están tomando las riendas y alzando sus voces. Esto sucede también en la música popular, canción de protesta, etcétera. Eso me trae esperanza en que quizás, -si no se silencian estas voces y los gobiernos atienden las necesidades de nuestros escritores (y artistas en general) y le facilitan la divulgación de sus obras- quizás tengamos un futuro mejor y un legado honroso y edificante para las sociedades futuras. De ahí en que me haya empeñado, a partir de 2003, en escribir para niños y jóvenes. Para ellos tengo ya cinco libros publicados y dos libros inéditos que llevan dos años en mi gaveta en busca de una editorial que los ampare y se den a la luz”.

Urgencia que ilumina, tiende surcos, lleva el tiempo. Magaly Quiñones se abre paso entre una vanguardia que configura letras, arte y autenticidad. Una patria que la afirma y una voz de la que vivimos y aprendemos. Será mejor cerrar este escrito con su poesía; es la mejor manera de decir, continuidad:

Un árbol es un cielo y no es un cielo,

retado por la luz es un paraje

donde se incendian todos los veranos.

 

Un jardín es jarrón sin ser jarrón,

si lo tienta el color es una inmensa falda de cristal

bordada por abejas de oro.

 

Y el mar no es sólo el mar,

cazado y cazador, quieto y alado,

el mar es más que el mar, nombra y desnombra

discreta y sabiamente como el día.


Y un poeta es aún más, mucho más

que algún vuelo refugiado

en la fosa voraz de un esqueleto,

es piedra de amoríos contra el pecho,

furgón de mil caballos.

Pero ahora, amigo, hablemos de poesía,

sabia y discretamente, como el día,

para mejor mirarnos.


( Poema “Para Mejor Mirarnos”)