Puerto Rico después de Charleston: el racismo y los latinos en EE. UU.

Agenda Caribeña
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“Los hispanos son un enorme problema para los Estados Unidos”, así lo dejo plasmado Dylan Roof en su sitio web antes de cometer la tan estremecedora Masacre de Charleston el pasado 17 de junio de 2015. Siendo los puertorriqueños una de las comunidades hispanas más grandes de EE. UU., ¿debería preocuparnos tal afirmación?, ¿nuestra ciudadanía “americana” nos exime del conjunto?, o más bien ¿será que la “regla de una gota” nos condenaría a ser negros y por lo tanto a ser a una posición de subordinación a una violencia institucionalizada?

Según la antropóloga Rita Segato, “En los Estados Unidos, raza es indistinguible de diferencia étnica, y el modelo es segregado: el ciudadano es percibido como dividido por un ‘guión’, ‘guionizado’, y participa de la nación a través de su pertenencia a un segmento étnico… Se representa la participación en la nación como mediada por afiliaciones fuertemente jerarquizadas y percibidas como originarias”. En otras palabras, los ciudadanos “americanos”, no importa su procedencia, están anclados a una jerarquía racial que los determina a diferentes roles sociales al interior de la nación.

Cuando Roof se refiere al “enorme problema” que representan los hispanos, se refiere al aumento poblacional de los latinos en EE. UU., el que cada día va en aumento. Esto, por supuesto, implica una mayor visibilidad de los latinoamericanos en los medios de comunicación, en la política, en el comercio y en el trabajo. Las jerarquías comienzan a tambalearse frente a la presencia de una comunidad hispana con mayor capital cultural que el de hace 20 años atrás y con lazos de parentesco que tienen mayor extensión.

Por otro lado, a pesar de que Roof afirma que existen hispanos que son “más blancos” que los propios estadounidenses, este los clasifica como “enemigos”. Esta actitud, probablemente influenciada por la doctrina WASP (acrónimo en inglés de “blanco, anglosajón y protestante”), demuestra claramente como la “regla de una gota” es aún en muchos casos la consigna que gobierna el sentido común de muchos estadounidenses a la hora de pasar un juicio moral sobre los hispanos.

El caso de los puertorriqueños es al mismo tiempo una excepción y una norma. La válvula de escape que ofrece la ciudadanía “americana” y los estragos que causa la crisis fiscal del País han redundado en un éxodo parecido al que se tuvo durante la década de 1950 en donde casi 500,000 boricuas emigraron a la nación norteamericana. La condición política del País, en tanto “territorio no incorporado”, estimula frecuentemente la emigración de la población con mayor capacidad productiva y reproductiva, siendo en muchos casos jóvenes desempleados.

Ahora bien, a la hora de viajar a Estados Unidos, ¿tendrían los puertorriqueños/as que pensar en el racismo y en la discriminación racial?, o ¿pensarán que es una cosa del pasado? En su libro “Etnologías de la Guerra Hispanoamericana de 1898: Boricuas indígenas y afroamericanos en las Escuelas Industriales de EUA”, Guillermo Iranzo Berrocal, demuestra como a partir de 1898, las características racializadas de los puertorriqueños se acompañan de un estereotipo, articulándose discursiva e ideológicamente sobre la eugenesia y el evolucionismo (Iranzo, 2014). La “carga del hombre blanco” se montó, y aún se monta, sobre la idea de llevar el progreso a ese “Otro” inferior, sea esta por la vía de la aculturación o, en su defecto, el etnocidio.

El colonialismo no es un asunto del pasado ya superado, y menos aún en Puerto Rico. La noción de raza y las categorías raciales con las cuales nos pensamos en la actualidad a nosotros mismos y a los otros, constituyen uno de los legados más presentes del mismo. Estos legados se han sedimentado en el sentido común y muchas veces no pasan por un examen crítico. Por lo tanto, aunque el racismo se articuló históricamente con el colonialismo, no es un fenómeno que se haya quedado en el pasado.

 Finalmente, según Eduardo Restrepo, “El racismo es ejercido (enunciados, percepciones y prácticas) por individuos concretos sobre individuos y poblaciones específicas. Esto significa que el racismo se expresa en actos particulares que afectan a unas personas que son objeto de la discriminación racial”. En este sentido, los puertorriqueños/as debemos tomar en consideración la existencia de un racismo estructural, en tanto diseño institucional de EE. UU., a la hora de viajar a dicha nación puesto que podemos ser víctimas no tan solo de discrimen sino de una violencia que busque desaparecernos físicamente.


Crédito foto: raphaelstrada, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)