Mayra Encarnación: esos puntos cardinales del olvido

Crítica literaria
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alt“Confieso que no soy poeta… divago… recorro…construyo 

deconstruyo las verdades absolutas,

la memoria rota del tiempo, las evasiones

y las falsas convicciones para algún día aproximarme al oficio de ser poeta

Metáforas  del olvido roza con la palabra como ropaje cargado de historia…”

Mayra E. Encarnación

Metaforizar el olvido. Llamarle roca, ínsula, rostro de un sueño que una vez estuvo y se nos pierde. Decir que no recordamos porque algo muy distante nos ofrece su dolor, su único clima donde pisamos sorprendidos. Ana Frank, en su inolvidable diario hablaba de la fuerza del olvido, de su escombro necesario, de su absoluta paridad con la luz y su alcance. Yo la interpreté -privilegio personal, y atrevido a la vez- como un signo de tiempo nuevo, que superando la muerte y la trinchera de cenizas de la cruel SS de Hitler harto por demás de oscuridad, nacía al mundo con rebeldía inmaculada, y brindándonos su teoría del olvido, ya por fin con el alma perfecta que sigue caminando con cualquier lector en nuestros días. Hubo otro compañero en ese paralelo, Yo, otro (El Alcantilado) de Emre Kertész, libro fascinante y en rieles de tristezas, pero donde el olvido alcanza su escenario manifiesto. Existo, y concluyo “no se olvida lo sufrido, se olvida como respiro hacia el sobrevivir”.

En ese andar de vida surge la metáfora excelente y aprehensiva. En ese andar de vida se rompe toda piel antigua y luego surge una iluminación, un curso, un discurso victoriosos sobre la cicatriz. Olvidamos y queremos más, ¿será posible?

Olvidamos y siempre se queda una presencia ¿alguien lo ha vivido? De pronto un paisaje, una canción, alguien que enciende un cigarrillo, una película romántica en Baltimore, o en el cine equivocado, o mejor, un nombre que pasa por los ojos, pronunciado por un ciudadano. Y la contrariedad, el entrecejo culpable, la vivencia obligatoria, ¿por qué ha pasado esto?

Nos llega a las manos un libro bien escrito y con su teoría personal del olvido. Siempre digo que el poeta -creo que Carlos Pellicer, gran poeta mexicano, lo pronunció alguna vez en un lapso del tiempo que se me ha olvidado- es uno de los artistas más cercanos a la multiplicidad en la interpretación del olvido. Nos llega un libro bien escrito otra vez en esos puntos cardinales donde en un epígrafe de Clara Janés que abre el viaje de este poemario ocurre un juego de palabras nos extingue el oficio del olvido.

Casa de los poetas publica Metáforas del olvido de la escritora Mayra E. Encarnación, quien aparte del oficio de poeta, decidido e interminable, ejerce cátedra en la Universidad de Puerto Rico en Carolina. Libro de buenos y densos espejos, transitable en escenas donde el alma de la poeta se diverge en visitas bajo todo clima de expresión. Las próximas palabras presentan la cédula de identidad:

1. La provocación. Autores, lecturas y cuándo comienzas a escribir.

“Nací en un campo de Carolina. La capacidad de la improvisación de los trovadores me abrió una caja de Pandora. El cuatro de mi padre, la décima de mi abuelo, los rituales espirituales de mi abuela, las voces de la naturaleza y la naturaleza… representan mi despertar. ¡Cómo olvidar cada mañana el olor a café y la estampa de mi abuelo meciendo sus improvisaciones! La música siempre me acompañó.

En la escuela, las monjas españolas impulsaron el amor por la lectura y la escritura. La lectura se apoderó como bastión de guerra… fue mi alcázar. Recuerdo cómo pasaban las horas encerrada en el cuarto, leyendo con velas o linternas porque mis padres apagaban la luz… O cómo mi abuela me gritaba de ventana a ventana: ¡Rebecca, ya es hora de dormir! ( a las 2 0 3 de la madrugada.) Recuerdo algunas de mis lecturas: El principito, El niño que enloqueció de amor, poesía de Rubén Darío, Julia de Burgos...

Luego, con el pasar del tiempo, participé de certámenes literarios, dramatización de obras… hasta que la UPI me habitó. Después de varias divagaciones en la búsqueda de la vocación… Humanidades, cual grito de guerra, se apropió de mi ser. Las letras vinieron acompañadas por el magisterio. 

Bueno, la primera publicación fue en el 2003, junto a otras autoras, Deshilo del costado y en ese mismo año, publiqué El otro en mí.  Estos son poemas con mucha fuerza transgresora y la búsqueda de emancipación como mujer. Luego en el 2009, presenté el poemario Tránsfuga. Este representa el tránsito en la perpetua indagación existencial y la aceptación del equívoco. Con Metáforas del olvido es el juego eterno con la memoria que pretendemos invisible… es el silencio que asumimos ante lo indigno o desigual. Es el ruido que habita en cada ser, pero refrena su vociferación. Es la primera vez que publico cuentos... Varios colegas me pidieron que los lanzara y presenté a Sofía en ese juego perpetuo del desafío y la oposición, Escribo como mujer-puertorriqueña-colonizada. No me lo propongo; lo asumo. (Olga Nolla, Rosario Ferré, Ana Lydia Vega… cuántas veces me visitaron y me subieron al columpio…)”.

 2. ¿Pueden ir de la mano la narrativa y la poesía? ¿Son géneros urgentes en nuestros días o uno se impone sobre el otro?

“No sé qué decirte… poesía y narrativa. Bueno, en mi concepto, en los cuentos que presento se respira el aire de la poesía. Para mí, resulta muy complicado desvincularme del ritmo, color, musicalidad y precisión de la poesía”.

3. ¿Por qué escribes?

“Para sostener la mirada de lo vivido… Para increpar o emanciparme de cada acción que considero injusta, desigual o restrictiva del ser humano…

La escritura me ampara como aliento habitable y se apodera de los estadios de la piel, la memoria y lo irresoluto. El encuentro con la palabra se tornó una búsqueda perenne… los demonios del poder de la palabra se apoderan sin control… mi discurso se circunscribe en la aspiración del ser. Ser desde la verdad y no una verdad sobrepuesta… escribí… escribí y la palabra me desposeía… la angustia del vivir retomó forma de letra cada vez con mayor fuerza y mi voz ya me desposeía… escribir fue acto de apropiación”.

4. Nuevas letras, nuevos libros a escribirse.

“Ofrecerle a Sofía su propio espacio (novela)… seguir provocando la palabra y mecerme en la pasión del mundo de la escritura. Además, ¡seguir cultivando mi vocación por el salón de clases!”.

5. Panorama de nuestras letras. ¿Hemos trascendido?

“Ciertamente, hay una ebullición creativa en nuestro suelo. Es preciso ver la cantidad de eventos que promueven la lectura de cuentos, la poesía y el arte en general. (En la UPR en Carolina, celebramos bohemias, noche de lecturas, entre otros eventos, y la cantidad de estudiantes es impresionante. Los estudiantes tienen sed y quieren ser escuchados). Es muy notable la cantidad de publicaciones, editoriales, eventos multidisciplinarios y la difusión por los medios tecnológicos”.

En este sentido cito a Carmen Dolores:

"Imposible describir hoy al mundo literario puertorriqueño en toda su diversidad. Su signo es el cambio, sus proyecciones son ambiciosas, sus integrantes son legión. Tal riqueza convierte a nuestra “nación letrada” en un archipiélago que vale la pena explorar".

Nación letrada y en ella, archipiélagos y manifiestos ricos en discursos y matices. Metáforas del olvido, libro excelente que nos presenta dos hemisferios entrelazados entre cuento y poesía, forma parte de esa geografía audaz del tintero. Busca, como intención el reflejo del apalabramiento y desde él, su voz y su mensaje. Bitácora ofrecida al lector donde el olvido corre bajo su propia metáfora:

 Todo pasa menos la pasión de los recuerdos

Compenetran con el latir

Subyugan los estadios de la razón

Reviven tu palpitar como la iluminación llagada por el destiempo…

(Poema XXII)