Hábitos en una sociedad consumista ante una tormenta tropical

Economia Solidaria

¿Por qué los puertorriqueños nos desparramamos exageradamente en los supermercados cuando viene una tormenta (o huracán)? Cada vez que se acerca una tormenta que potencialmente nos quite la electricidad y el agua compramos como si el mundo se fuera a acabar.

Una visita a dos supermercados me confirma lo consumista que somos. Es como si no pudiésemos parar de echar mercancía en el carrito de compra. Cajas de agua (usualmente más de una), latas de salchichas, sardinas, maíz, espagueti con albóndigas, galletas saladas, queso, hielo y latas de habichuelas preparadas. No cabe una lata más en los carritos. Por supuesto, está la cola y las bebidas azucaradas. Los dulces son rigor: se compran todo tipo de chocolates y galletitas repletas de crema de vainilla.

Me topé con una señora que iba a preparar una olla grande de arroz con pollo en una estufa de gas e iba a invitar a los vecinos a pasar la catástrofe. Gracias a Dios que no hemos perdido la cortesía y la amabilidad a pesar de nuestros malos hábitos.

Las filas son interminables. Las más cortas son las reservadas para diez artículos o menos. Una ronda por los supermercados y me encontré varios estantes vacíos. Véase los carros de compra y se enterará adonde se fue tanta mercancía.

Visité dos tiendas de las cadenas gigantescas de farmacia y hasta una tienda por departamento. Parece que había llegado tarde. La sección de baterías estaba vacía. No encontré ni un “flashlight”. Los vasos, los platos y otros cubiertos desechables también se habían agotado. Una señora cargaba una caja con un minihorno de gas, otra cargaba con dos escobas y dos baldes tamaño “king size”. Le pregunté por qué llevaba tan formidable carga y me respondió que los baldes eran para echar el hielo.

“Así se queda la cerveza fría. La cerveza la compré ayer”, dice la señora. Nos reímos a carcajadas. Estas visitas ocurrieron después de que el gobernador Alejandro García Padilla había decretado “ley seca” como es de costumbre cada vez que viene una calamidad del tiempo. Después del mediodía no se puede comprar licor cuando se decreta la “ley seca”.

Pero un vistazo a la sección de licores en todas estas megatiendas muestra que ya los consumidores habían adquirido todo tipo de espíritus alcohólicos. Pero ya había visitado por la mañana a un negocio que vende licor y comestibles las 24 horas. Fui a comprar los periódicos, pero para pagar tan poca carga tardé casi 20 minutos. Así decidí entablar conversaciones con los clientes que se suplían de todo tipo de licor.

“¿Se va a dar la cerveza tan temprano?”, le pregunté sonriendo a un hombre con un sombrero de paja de ala ancha y pantalones cortos. “Ah, y las que me voy a dar esta noche”, dijo.

Y es que al puertorriqueño ya no le da vergüenza “dársela” por la mañana. O tal parece. Espero que no sea la mayoría. Eran las 10 de la mañana y varios clientes ya estaban bebiendo en el estacionamiento del negocio. Otro cliente me dijo que se da la cerveza cuando está libre. “Lo bueno viene esta noche”, expresó, mostrándome un medio galón de un popular ron.

Seguramente, lo que sobre de la botella sería para la próxima calamidad climática. Después de todo, estamos en plena temporada de huracanes.

Crédito foto: Daniel Ginerman - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., Wikimedia Commons, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/deed.en)