Muertes anunciadas y culturas emergentes

Cultura

¿Y qué si el periodismo ha muerto? Digo, lo que sea que eso signifique. Pero entonces, ¿cómo va la cosa? O sea, las ‘redes sociales’, que así les llama el periodismo, y Facebook, tienen hoy cada vez más impacto y compiten de tú a tú con el periodismo… Aunque me parece que las segundas se nutren del primero y viceversa, esto es, en muchos casos, no en todos. De todos modos, ¿qué es lo que leemos en las publicaciones digitales? Pues de todo: noticias, relatos, creaciones, opinión, en fin…

Lo que me lleva a pensar que de cierta manera el periodismo está renaciendo a sus orígenes: publicaciones literarias y de opinión, donde se escribía de noticias pero también de variedad de cosas y donde se opinaba y se luchaba con ideas, no era el mero papel que ‘informaba’ y ya, con una supuesta objetividad esterilizada de toda vida. Lo interesante de todo esto, además de que se democratiza la creación y la lectura, la participación y la interpretación de la realidad, es que uno comienza a re-interpretar y redefinir lo que es noticia y lo que es ‘periodismo’. ¿Y qué si se deja de llamar ‘periodismo’?

Por otro lado, si el periodismo muere, el rol de fiscalizar a los poderosos recae en todos, no en las élites dueñas de periódicos que muchas veces son parte de los ‘poderosos’ a los cuales se fiscaliza. Sin embargo, es interesante cómo se proclaman desde hace más de una década varias muertes: del periodismo, del libro y las librerías, del CD y las disqueras, de las cartas/correos, de los profesores… La computarización del mundo y la vida, o lo que se entendía hasta ‘ahora’ como ‘mundo’ y ‘vida.’ Al final, todo es más complejo, pero no deja de ser interesante y más, pues también se trata de cómo vamos a vivir y a transformar la experiencia humana.

Muchas culturas (no todas, en lo absoluto) que surgen de la computarización y del espacio virtual – lleno de imágenes y de múltiples ideas y enfoques – son sincréticas y multiformes, transnacionales. Cada día se crean millones de “Babel”, sin torre, pues se trata más de ‘plazas’ en redes, donde todo las multitudes se expresan en la horizontalidad, y el intercambio de ideas y perspectivas produce nuevas formas de entender y vivir.