¿Por qué decir adiós? Digamos hasta luego

Voces Emergentes

altMorir es retirarse, hacerse a un lado,

Ocultarse un momento, estarse quieto,

Pasar el aire de una orilla a nado

Y estar en todas partes en secreto.

Algo sobre la muerte del Mayor Sabine.

Jaime Sabines

Ningún sistema  educativo nos enseña a despedirnos. A la realidad de la vida y por consiguiente la muerte, casi todos estamos huérfanos de el cómo procesar lo inevitable.

Muchas personas tienen ideas traídas de alguna religión o filosofía, de lo que deben creer ante ese adiós. Muchos de nosotros no queremos ni mencionar, la palabra y pasamos por la vida creyendo que “eso esta muy lejos”. Pero cuando nos toca de cerca la muerte de un amado, dependemos del trabajo que hayamos hecho para enfrentar esos momentos.



En nuestra cultura  occidental hemos practicado tanto los opuestos, que hemos hecho la vida y la  muerte,  opuestos irreconciliables. Perdiendo de ésta forma la continuidad de un proceso imposible de separar. Para los que amamos y ya no podemos tocar, quizás lo mas doloroso es concentrarnos en la materia que ya no esta presente. La muerte termina con la vida según la concebimos pero nunca termina con la relación y la inmensa memoria de lo vivido. El cómo se transforma esa relación es un trabajo diario que requiere de nutrición, exactamente igual que nutrimos una relación material. Alguien puede creer que la muerte termina con todo, que es el final y no hay nada más. Por supuesto esa persona está en su derecho de interpretar un evento tan trascendental de la manera que escoja. Para otros la única forma de continuar añadiendo ilusiones y alegría a la vida es pensar que de alguna manera, ellos, los amados están presentes.


Todo en la vida depende de nuestro particular estado de conciencia. La conciencia es como un filtro a través del cual podemos observar y sentir el mundo que nos rodea. También es conciencia el cómo nos sentimos a nosotros mismos y a las demás personas. Además la conciencia es un estado fuera de tiempo y espacio, es decir no necesitamos materia ni espacio para ejercer la conciencia En un tema tan importante pero que produce tanto “repelillo” como la muerte, también se refleja nuestro particular estado de conciencia.

 

Podemos vivir en el mundo con la conciencia de su ilimitada abundancia. Pero también podemos estar en un estado de conciencia de grandes limitaciones, tanto en la visión de la vida como en la de la muerte. Una visión limitada no lleva a pensar que ya ese o esa amada se fue, no está, “se murió”. Una visión ilimitada nos abre puertas y ventanas al entendimiento y nos hace tomar conciencia de que el amor no muere y  el sujeto del amor esta en su esencia, no con su cuerpo. Entonces podemos continuar forjando una relación para el beneficio de la vida, la de aquí y la de allá. Realmente que estemos de alguna manera unidos a los que no tocamos, no solo brinda esperanza y consuelo, también es una realidad.