(San Juan, 10:00 a.m.)- El Congreso de Afrodescendientes de Puerto Rico, el cual culminó ayer en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, nos hace reflexionar sobre asuntos medulares en torno al imaginario negro en Puerto Rico. Ante una audiencia, que fue en su mejor momento 30 por ciento de personas evidentemente afrodescendientes y, posiblemente, hasta un 50 o 60 por ciento de personas negras, en cualquier formato físico o emocional, nos preguntamos: ¿Cuán solidarias son las múltiples poblaciones negras entre ellas?
Pocas veces tenemos la oportunidad de vivir un encuentro en Puerto Rico que permita conversar sobre asuntos que nos definen a partir de un aspecto en común, la raza y la etnicidad. Pero lo mejor aún, es que reunirse para explorar los efectos del mundo dominante blanco en las poblaciones negras es un tema que de ordinario no se habla.
Ahora bien, el hecho de que se trata de un encuentro de personas afrodescendientes, negras y negros, y/o que se asuman como tal, ¿cuán distinto puede ser al mundo hegemónicamente dominante blanco? Esta pregunta es pertinente porque la gente negra, realmente hablando, ¿vive de formas igualitarias y mejores que lo que reproduce la cultura hegemónica blanca?
El Congreso de Afrodescendientes no nos dio contestación a las interrogantes en torno a la solidaridad en la vida social y económica de la gente negra en Puerto Rico. Podemos especular, podemos sugerir. No obstante, abrir la pregunta es una acción importante.
Hay que pensar si realmente por asumirnos como negros y negras, desde la perspectiva de las relaciones sociales y su transformación, tenemos una mejor apuesta que la del mundo dominante y socialmente existente. De esto se trata, de ser más solidarios en todo: en la forma de organizar la economía, en la forma de organizar lo social, en la forma de organizar nuestras relaciones interpersonales. Pensemos.
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