El pliego acusatorio

Cartas de un(a) Antillano(a)
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Esta nueva entrega cinematográfica sobre la corrupción de nuestra clase política es la secuela de varios lustros de amiguismo, saqueo y desfachatez. Ahora tenemos, nuevamente, un gobernador atrapado en la madeja corrupta de su propio partido y un hermano que figura en el famoso pliego acusatorio de un gran jurado.

  Rápidamente el coro del PNP ataca, juzga y sentencia.  El mismo partido que ha sido cobija de corruptos y manejos oscuros se autoproclama defensor del pueblo.  Pero  el vulgo sabe que lo que cambia es el color no la corbata.  El despilfarro no se detiene. Bajo las directrices de la señora Lisa Donahue  se consigna un contrato leonino para maquillar la imagen de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE).  Tres alcaldes en funciones son referidos a Justicia por cobro ilegal de sueldo y en la Cámara de Representantes se pagan, servicios de telefonía, por algo que  no funciona.  Este binomio partidista es nuestro máximo umbral de la degradación política.  La pregunta obligada es: ¿por qué el electorado sucumbe y acepta este cuadro de vividores de oficio?   El colonialismo es un punto ciego que corroe no solo el alma, sino el intelecto de las sociedades que lo padecen.  Según la Comisión Estatal de Elecciones, hay cientos de miles de electores que no se han inscrito para este nuevo ciclo electoral.  La apatía y el  desencanto ciudadano  es un signo peligroso.  Y en estos vacíos  de poder civil florecen los más viles personajes y las injusticias más abyectas. Tenemos que reflexionar sobre la insostenibilidad de este marco jurídico y político.  Hay que invertir el orden de esta relación de dependencia y subordinación.

Allá en Catalunya (España), donde fue a hacer el ridículo nuestro gobernador, se están cuestionando y definiendo nuevas relaciones ciudadanas y políticas.  Hay que poner el oído en tierra; porque cuando los líderes pierden el norte, siempre aparecen los Sanchos que les dicen que esos no son gigantes que son molinos.

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