Esquema gastroliterario

Crítica literaria
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Al son de la lata baila el chorizo.

Marvin Santiago

Con la publicación de Puerto Rico en la olla (2006), de Cruz Miguel Ortiz Cuadra, la escritura sobre la comida puertorriqueña adquiere un peso bibliográfico significativo, o mejor, descomunal. Libro clave, en una historia que empieza en 1849, con el Cocinero puertorriqueño, de gran envergadura investigativa (por lo que ganó el Premio Pen Club de 2007), cuya aparición en el escenario bibliográfico boricua desata una imantación insospechada de textos literarios, la cual es nuestro propósito cartografiar.

Carta (tesis). La irrupción de Puerto Rico en la olla ejerce una fuerza de gravedad bibliográfica que afecta la gastroliteratura puertorriqueña del siglo XX, misma que no puede sustraerse a la imantación del libro, tipo biblia culinaria, cuyo título completo plantea una pregunta fundamental: ¿somos aún lo que comimos?

Efecto ineludible. Ante esa imantación, cuatro gastrotextos de los de más densidad literaria del siglo XX puertorriqueño gravitan hacia Puerto Rico en la olla, que por esa razón se convierte en centro de una gastroconstelación literaria, alrededor de la cual giran “Menú” (1942), poema de Luis Palés Matos, “Historia de arroz con habichuelas (1983), cuento de Ana Lydia Vega , “La cocina de la escritura” (1980), ensayo de Rosario Ferré, y “The Menudo of a Cuchifrito Love Affair (1985), poema de Miguel Piñero —ninguno de los cuales forma parte de la bibliografía de Puerto Rico en la olla— .

¡Imantación de la literatura hacia la historia culinaria!

Poesía. Como el poema de más gastrodensidad de la literatura puertorriqueña del siglo XX,  “Menú” activa la cadena del registro culinario que empieza en el restaurante, le da voz al chef, presenta el menú, fomenta la comensalidad e invita al exceso culinario y etílico: “Mi restorán te brinda sus servicios. / Arrímate a la mesa, pasajero,  / come hasta hartar y séante propicios / dos dioses de la Uva y el Puchero.”

Sobre todo, la densidad culinaria de “Menú” radica por un lado en que ofrece como comida el propio archipiélago de las Antillas, “rabo de costa en caldo de mar vivo, / con pimienta de luz y miel de ananás.” Y por el otro, en que esa dimensión de ofrecer las Antillas como comida, “(Sopa de Martinica, caldo fiero / que el volcán Mont Pelée cuece y engorda…),” se plantea como una manera de “restaurar” al “trashumante peregrino” que huye de la violencia de la Segunda Guerra Mundial, como si el mundo antillano-caribeño fuera, para Palés Matos, la mejor “receta” contra la brutalidad de la guerra.

Cuento. De mucha densidad gastroliteraria resulta también “Historia de arroz con habichuelas,” cuento político que a través de la comida restaura las diferencias de clase y raza que dividen al Puerto Rico colonizado del siglo XX, cuya gastropolítica pone en jaque simbólico el colonialismo usamericano. Cuento que se sabe literatura; este de Ana Lydia Vega plantea una “restauración” del nacionalismo a partir de la comida que una mujer negra sirve en una fonda obrera.

Victoria del arroz con habichuelas contra el hot dog gringo; triunfo de un gastronacionalismo que, por otro lado, en 1983, le pisaba los talones a la diápsora boricua, cuya afición por el hot dog sería digna de la poesía de Pedro Pietri o de Miguel Piñero, el reverendo y el bandido. ¿No come hot dog la poesía nuyorican?

Ensayo. Desde la turbulencia de género, “La cocina de la escritura” dramatiza la centralidad de lo culinario en el imaginario literario. Metáfora que guía la escritura. Contrahistoria ante la escritura patriarcal. Para Rosario Ferré, cocinar y escribir, siguiendo la fórmula contestataria de Sor Juana, se confunden, pero sobre todo, para Ferré, están marcados por el toque personal, no de género, que pone tanto el hombre como la mujer en el caldero o en la página en blanco.

En ello consiste la diferencia: “el secreto de la escritura, como el de la buena cocina, no tiene absolutamente nada que ver con el sexo [género], sino con la sabiduría con que se combinan los ingredientes.”

Desde el ensayo, Ferré reivindica un feminismo que desmiente la escritura femenina, porque esta, como la cocina, depende de la mano y no de lo hay entre las piernas.

Poesía. Desde la diáspora, se acerca un poema gastroliterario que enreda como pocos la comida y el amor, “The Menudo of a Cuchifrito Affair,” en el que Miguel Piñero, poeta bandido de la épica nuyorican, desarrolla una relación amorosa —fruición-traición-venganza— mediante el uso metafórico de la comida puertorriqueña y la mexicana:

this menudo beauty

made my taco nights

burn like jalapeños

si señor…

my heat was a tortilla

then one riceless beanless night

after a heated chilly pepper tequila night

she left

she left me like a burnt pork chop

Amante boricua, amada mexicana; fruición, “her lips tasted like seasoned mangos / and her body was sweet as coconut milk.” Romance traicionado por la llegada de un rival rico, “a chitlin buckwheat eating man  / who wore a watermelon wallet & / a collard green conversation,” cuya irrupción saca de balance al amante boricua: “disturbing my macho machete pride / so that la mancha de plátano / reminded me that I was a weak mondongo.”

Indignación, “I turned into a hot tamale  / state of rage, /  an alcapurria gone insane / when I saw these two enchiladas  / in a pastelillo embrace,” seguida de la venganza: “así que fueron traspasados los dos bacalaos…”

Al otro lado del gastrocrimen nuyorican, el Reverendo Pedro Pietri, fundador de la Santa Iglesia de la Madre de los Tomates, junto al fotógrafo de esa denominación gastropoética, Adál Maldonado, preparan la mesa, en la cual el fotógrafo ha puesto su plato: “El Rice and Beans Spanglish Sandwich” (2009).

Crédito foto: Walt Stoneburner, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)