El caribe en el exilio: palabras de acompañamiento

Crítica literaria
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"no me regalen más libros / porque no los leo / lo que he aprendido / es porque lo veo / mientras más pasan los años / me contradigo cuando pienso / el tiempo no me mueve / yo me muevo con el tiempo" -Calle 13

La construcción del imaginario del Caribe, sus habitantes, las diferentes visiones y voces pluriculturales son motor y gasolina para toda suerte de ficciones. Historias que tocan rasgos intrínsecos de esta parte tan calurosa del mundo: el nacimiento de mitos, la extranjería, la trata de cuerpos (hombres, mujeres, niños), las putas, las sumisas, los estereotipos, el disfraz, el exorcismo-mujer-caribeña y arte, mujer caribeña y música, la femme fatale, la religiosidad creole, el ateísmo, etc. Como narradora e investigadora de la historia para propósitos de creación literaria, permanezco ávida y expectante ante la posibilidad de la inminente publicación de un libro sobre los temas que con tanta pasión me generan ideas: género, cuerpo, raza, identidad, “exilio”, Caribe. El Caribe es para mí el génesis desde dónde todo aflora, desde donde todo debe observarse. El jardín de edén que me permite experimentar con argumentos, personajes, fábulas y mitos. En el Caribe siento que navego desde y hasta la africanía, desde y hasta la feminidad, lo exótico, el lesbianismo, la transvestidura, las traiciones y el abandono.

A excepción de la palabra “exilio”, lo que acaban de escuchar lo redacté en el otoño de 2011 para la publicación Cuadernos Kóre. Revista de historia y pensamiento de género Vol.1/Nº4. El título de este ensayo es “La creación de la ficción desde el mito del Caribe”, pp. 194-203. Como pueden ver, ya existía una conexión cuántica entre Daniel y yo, ya dialogaba su Caribe con el mío, y era además necesario echarle un ojo al exilio, como lo hacemos hoy, desde su óptica.

Exilio 1. Nina nos enfrenta a la musicalidad danzante de unos forcejeos, codazos y culatazos en medio de un viaje en el vagón del metro de las 5 de la tarde. Existe allí una recolecta para degustar cerveza y ello se convierte en un party. Las palabras ilustres de una madre son el pie forzado para un recuerdo del protagonista, pero serán ignoradas. Aquellas que dictaron alguna vez: “no hables con extraños” y que luego Rubén Blades agregaría en profundidad “no hables con niños de color extraño”. Pero este no era un niño, y su mestizaje colorido bien pudiera ser el mismo tono que el del interlocutor. Es así como nos enteramos de ese primer destierro.

Exilio 2. La voz narrativa femenina en La noche que te fuiste volví a nacer sancocha de dolor mientras diseca una expatriación del hombre que ha debido amarnos. Es también la posibilidad de una epifanía, de un cambio de piel, de un mutar de preferencias u orientaciones sexuales.

Exilio 3. Partiendo de un mar, de unas Antillas, de unas costas, las diásporas y los mitos que entorno a todo esto han conformado sus hombres y mujeres, la historia del Caribe nos azota con cruenta agilidad de tiempo y espacio. En el texto Historia escrita de otros del libro Mercenaria, Zulma Oliveras Vega activista anti-zionista, luchadora militante por la libertad de Palestina y Puerto Rico, y primera mujer en contraer matrimonio con otra mujer en la Isla, crea unos versos lapidarios que dialogan apetitosamente con la prosa de Francis Daniel. Dice Oliveras: “Isla volcánica, eslabón del Caribe en cadenas de esclavitud…” y en este dictamen la poeta no puede evitar denunciar todo el encierro de los colores pulsantes que nos encadenan y que nos recuerdan el relato We are different.

Exilio 4. Dice Myrna García Calderón del Departamento de Lenguas, Literaturas y Lingüística de Syracuse University en el artículo Navegando por las islas: nuevas meditaciones sobre el caribe y sus comunidades migratorias: “En su recorrido crítico por la cultura de la migración caribeña, el libro Caribe Two Ways. Cultura de la migración en el Caribe insular hispánico, de la crítica cultural puertorriqueña Yolanda Martínez-San Miguel, nos obliga a pensar en las maneras en que se han reconfigurado los imaginarios y discursos nacionales así como la cartografía de la zona. En un viaje que comprende el Caribe insular geográfico, así como las comunidades cubanas, dominicanas y puertorriqueñas transnacionales y de la diáspora, Martínez-San Miguel traza un itinerario que culmina en esa otra isla caribeña, Nueva York. Pero como nos recuerda la autora en más de una ocasión, lo importante de este viaje no es el destino mismo sino el proceso de rearticulación ontológica de dos de las consideraciones centrales a las comunidades estudiadas en este texto en cuanto comunidades colectivas: por un lado, el escurridizo y siempre problemático tema de la identidad y, por otro, el impacto de las migraciones caribeñas en reformular las discusiones acerca de esa identidad”.

Desde mi lectura de este libro de Francis Daniel Nina, y provocada por la celebración de los 25 años de esta publicación, puedo asegurar que igual que Martínez-San Miguel, a quien recomiendo usar de grato referente, Daniel nos obliga a pensar también en las calidoscópicas maneras en que se han reconfigurado los imaginarios y los discursos nacionales de la cartografía caribeña. Los relatos de Daniel exudan identidad y migración y a su vez, reformulan las discusiones acerca de esa identidad que nos señala García Calderón.

Nina propone como buen continuador de rituales literarios, una lectura de la cultura caribeña desde la perspectiva de las llamadas “fronteras intranacionales” (Londres, Cuba, Francia, Jamaica, Haití, Brasil) y entre las que trata de comprender la forma en que cada una de estas comunidades interacciona. Es así como, al igual que la autora señalada, Daniel propone un “trasfondo caribeño que se comparte, de maneras diversas, como un pedazo de los múltiples desplazamientos”.

Exilio 5. El libro de Antonio Benítez Rojo La isla que se repite(1989), ha sido marcado como “efectivo para abordar y reflexionar sobre las culturas caribeñas, procurando delinear una posible interpretación de la relación entre su poética y el exilio como así también analizar algunas de las elecciones que hizo como intelectual, y el modo en que imaginó el Caribe en sus ensayos. En el mapa elaborado por Benítez Rojo las islas paradisíacas figuran junto a las dominadas por la violencia y la muerte, y a veces se confunden. […] Los ensayos de La isla que se repite permiten examinar su deseo de anudarse a otras tradiciones mediante un largo rodeo a través de las ricas matrices culturales del Caribe. Fue su modo de escapar y trascender el discurso autoritario de la “nación” dominante en la historia moderna cubana.” Estas palabras están comprendidas en el texto: Caribe y exilio en La isla que se repite de Antonio Benítez Rojo, escrito por Arcadio Díaz Quiñones (Princeton University).

Este es otro texto que dialoga absorbentemente con El caribe en el exilio de Francis Daniel Nina. A ambos autores el exilio les ha dado una lección genuina y una amplitud material y espiritual, a la vez que la oportunidad de que sean ambos “maestros de aquello que mejor conocen y que sienten más cerca de sí: la literatura.”

Exilio 6to. En el relato del libro que celebramos hoy, titulado Somos el poder, encontramos a la Cuba distante y cercana que ayuda a elaborar nuestro mapa de localidades apátridas.

Nos dice además Benítez Rojo: “Toda ciudad caribeña lleva en sus entrañas ciudades minúsculas, fetales, nódulos de turbulencia que se repiten —cada copia diferente— por marinas, plazas y callejones”. En el texto Querida Elena nos encontramos devastadoramente con la nostalgia que a veces pareciera invitarnos a quedarnos sumidos en la tristeza.

Ya ha dicho Benítez Rojo que “todo caribeño, al final de cualquier intento de llegar a los orígenes de su cultura, se verá en una playa desierta, solo y desnudo, emergiendo del agua salada como un náufrago tembloroso, sin otro documento de identidad que la memoria incierta y turbulenta inscrita en las cicatrices, en los tatuajes y en el color mismo de su piel. En última instancia todo caribeño es un exiliado de su propio mito y de su propia historia; también de su propia cultura y de su propio Ser y Estar en el mundo".

Daniel Nina asienta desde estas páginas que hoy celebran sus 25 años de publicación, esa ávida y sedienta historia del Ser y Estar en el mundo desde un caribeñismo plural y de extrañezas. Somos Pepín, el Día de Reyes, el Dupont Plaza, Víctor, Liverpool, Manchester, Georgetown, Charlie Gorra, la plantación de Bluefields, Margaret, Glasgow, Lord Rhyne, Mambo Tequila, el Bravo, Tato y Carlos. Somos tres mujeres escritoras con los ovarios bien puestos (Marie Ramos, Mayrim Cruz Bernal, Yolanda Arroyo Pizarro) acompañando, presentando y prologando el libro de un hombre valientemente negro en medio de esta antillanía parejera y colonial.

Deseo culminar pues, citando a Luis Palés Matos y algunos versos de su poema “Mulata-Antilla”:

"Sobre el mar de Colón, aupadas todas, / sobre el Caribe mar, todas unidas, / soñando y padeciendo y forcejeando / contra pestes, ciclones y codicias, / y muriéndose un poco por la noche, / y otra vez a la aurora, redivivas…"

Somos islas. Y aquí nos encontramos en este Caribe, exiliados. Qué viva Puerto Rico libre. Enhorabuena, Daniel.