Sobre Cuerpo Nuestro de Aurea María Sotomayor

Crítica literaria
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altRecientemente he concluido la lectura del poemario Cuerpo Nuestro de la escritora Aurea María Sotomayor y conjuntamente me he enterado de la entrega del premio de poesía del Instituto de Literatura Puertorriqueña al referido texto lo que continúa certificándome la precariedad crítica que acompaña a la premiación de los libros en el campo de la literatura de creación.

Los premios literarios, supuestos reconocimientos a la literatura nacional, hace ya bastante tiempo, están recayendo peligrosa y sospechosamente en unos autores ya bien reconocidos y cargados de premios, homenajes festivales, congresos y licencias.

En este último premio de poesía que otorgó el Instituto de Literatura Puertorriqueña alguna gente se pregunta, entre ellos este servidor, si no hay una intención premeditada de otorgar estos a una cofradía de escritores con los que se pretende hacer prevalecer una supuesta escritura canónica que es mucho más vasta y quizás de mayor interés y calidad que la de estos ganadores vitalicios de premios y prebendas. En realidad, esto no contribuye en nada a la promoción de la literatura nacional. Lo que hace es contribuir a la instauración de una camarilla de catecúmenos que cada día se reduce más. ¿Por qué no incluir por ejemplo un voto que tenga el valor de una tercera parte en los cálculos de la votación, de los lectores? A fin de cuentas, estos son los que cuentan.

En España la colección Visor publicó una extensa antología de poesía española contemporánea que incluye un vasto universo de poetas escogidos por los lectores. Son este tipo de acciones las que fomentan la literatura y no el otorgamiento de estos premios en los que no sabemos quiénes son los jueces ni demás pormenores que se pueden prestar a malos entendidos y a amiguismos y movidas tras bastidores. Claro en España existe una profunda tradición literaria que incluye lectores privilegiados los cuales escasean en Puerto Rico y sobre todo en el género de la poesía. Pero ya es hora de que comencemos a crear costumbres más saludables e inclusivas en esta dirección. Y que nadie se escandalice pues la crisis en la colonia y la corrupción permea todos los espacios institucionales. Esperamos que este no sea el caso de las prestigiosas y honorables instituciones culturales del país. Podrían también volver a resucitar los antiguos juegos florales con sus musas con diademas y coronas y hadas madrinas y las enormes liras con la plata y el oro de las cintas y los laureles de Apolo incluidos.

La entrega del premio de poesía dotado en $3000 a la escritora Aurea María Sotomayor me parece un enorme desacierto a un libro que a mi juicio no reúne las características necesarias para un premio. No sé quiénes fueron los jueces, pero estos parecen tener un juicio muy pobre, así como falta de conocimiento de la tradición del género y de los atributos literarios que un libro de poesía, en este caso un poemario amatorio, debería poseer. Y si se trata de otorgar un premio que, por lo general, estos entre sus funciones pretenden demarcar caminos, tendencias y paradigmas de lectura entre los lectores, terminamos por concluir que se le hace un flaco servicio a la literatura nacional. Que debe ser nacional y no de las claques privilegiadas de nuestro ámbito cultural literario. Esta es mi opinión.

El poemario Cuerpo Nuestro es un libro de poemas que en su mayoría no rebasan los contenidos manidos de una poética amatoria ya hace mucho rebasada. Parecen fragmentos de una carta amorosa cortada en versos. Y yo he leído cartas sentimentales más desgarradas e interesantes. Por lo que no tengo nada en contra del género epistolar, los boleros, las baladas de amor y de que nadie si ese es su parecer termine por cortarse las venas. Pero la poesía requiere de otros cálculos.

Cuerpo Nuestro es un intento fallido de poesía amorosa. Por momentos parece el libro de una adolescente que solloza una de esas pasiones pueriles que ya a nuestros años están un tanto desfasadas. También se presiente una falta de autenticidad, de vivencias, de amores desgarrados y es un libro literario en el peor sentido de la palabra que no ha sudado lo que pretende cantar. Esto es lo que la lectura del libro a mí me deja. Es una pena que esta poesía sentimentaloide y liviana provenga de una escritora que en una de sus antologías De lengua, razón y cuerpo de 1987 llegara a señalar que “la literatura puertorriqueña es el patrimonio casi exclusivo de las poetas”. Contrástese este libro con esa opinión vertida en el prólogo, con la antología que le sigue al mismo y llegue el caro lector a sus propias conclusiones. De hecho, la antología contiene muestras de la obra de muchas de nuestras más importantes poetas. Y muchos de los juicios de la señora Sotomayor todavía tienen vigencia. Ese no es el asunto. Es la hipérbole crítica, el imperativo categórico que como todos es excluyente. Y si uno es capaz de esbozar semejante atribución debería mantenerse siempre a las alturas de las circunstancias.

El poemario Cuerpo Nuestro que se divide en tres partes consta de una serie de poemas extensos los menos y breves los más, estos son sencillamente triviales y muchos rayanos en la cursilería propia de este género que tanto se presta a esta poética romanticona. Repárese en toda la poesía que existe en este género en la tradición lírica y se podrá ver la certeza de este aserto. El texto publicado por la editorial Folium en el año de 2013, está dividido en tres partes Duermevela, Bisagra y Figuras. De estas la más lograda y que más contenido poético posee es la tercera Figuras. También cabe destacar que los poemas extensos con alguna excepción son superiores a los poemas breves. Aunque en los poemas extensos la escritora consigue sus mejores momentos en ellos en ocasiones decae la tensión del poema y se hubiesen podido podar más hubiera creado un corpus solido sin perderse en los pueriles recados de los poemas más breves y también en ciertas estructuras narrativas en las que decae el discurso poético de los poemas más extensos. Octavio Paz ha planteado con meridiana claridad que uno de los problemas del poema largo es el de mantener la tensión lírica a través de la extensión del poema. Esto acontece en ciertos momentos en estos poemas de Cuerpo Nuestro.

En la primera parte compuestas por poemas breves y ¿fragmentos? Marcados con asteriscos en la parte superior es palpable la pobreza de los mismos, poemas superficiales, cargados con toda una temática amorosa falta de energía. De fuerza. Son los clásicos poemas a los que nos tiene acostumbrados lo peor de esta poética amatoria de la que esta sobrecargada nuestra lírica y con la que pretenden obtener la consabida licencia poética múltiples versificadores. Por otra parte, entiendo que como parte de un debido criterio de unidad u orden, los asteriscos que marcan estos fragmentos, a mi parecer son innecesarios. Creo que se debió continuar con la numeración de los fragmentos o poemas breves. Que siguen pareciendo notas, apuntes en verso.

Lo que si llama la atención de entrada es la pobreza y la carencia de fuerza en el lenguaje para hacernos llegar la historia o las señas de una pasión desecha por las rupturas que suelen en muchas ocasiones acompañar los consabidos cansancios de las relaciones maritales. El verso facturado prioritariamente en su forma libre no lo está, de redundancias, tópicos manidos, referentes culturales demasiados cursi, en ocasiones, pobreza retórica y un uso precario de los recursos antipoético y el prosaísmo que distingue a la poética del setenta.

Desde el primer poema, el lenguaje, debilitado por una poética ya rebasada comienza a dar traspiés pues los poemas están repletos de versos manidos que pretenden comunicarnos los desgarres que por lo general- no siempre- suele conllevar las rupturas amorosa. Verso como los siguientes no aportan nada al género amatorio al contrario lo disminuyen:

Pronto cuando toquen a la puerta no estaré.../Tan solo reconoceré un a paisaje helado/p.3.Demuéstrame tu amor déjame ir…/no partiste hasta que te dejé/p.4/ nunca había escuchado el tren cuando dormía a tu lado/Este amor vale más que la libertad/p.6/ Se cumplirá tu voluntad seré feliz/ p6/ La primavera es mi estación preferida/p.8Todas mis lágrimas están aquí en estas hojas/ p.9. Quisiera estar contigo / sin ti / no estás. (¿?) Te sumerjo en mis lágrimas/ p17. / Tu no estas/ pero estas/ p.44El poema 8 es de una trivialidad aberrante: Probablemente /duermes en el futón que hace unas horas / te ayude arrastrar. Y así hasta la saciedad en esta primera parte. ¿Poesía?

Uno de los tópicos que se trabaja en el libro es el simbolismo del cuerpo como  navegante, el cuerpo naufrago en su continente: el agua. En el poema de la página 22, se señala en un verso que: Sudo. Agua/ El cuerpo es una nave de desdicha. Forma elegante de parafrasear un tópico que no por eso deja de serlo. Creo que este queda trunco-el cuerpo que navega, etc- y que no se materializa en la expresión plena del mismo a través del poemario. En el poema de la página 23, la autora escribe: Sufro de palabras/el azogue me aniebla la voz (no hubiera sido preferible niebla)… se extingue la música/ y así pasa el terror solitario de mi cuerpo. Buen verso pero el lenguaje con el que se pretende expresar este horror de la soledad del cuerpo del amante abandonado está de terrores falto ya que se trasmite con un lenguaje que no consigue materializar a ese cuerpo que carente de amor en soledades yace. Por tanto, el aludido cuerpo nuestro no consigue navegar ni llevarnos a ver la terrible orilla de su trágico acontecer sentimental.

Otro de los problemas del libro y que impiden la materialización de un mensaje que llegue y conmueva es el excesivo uso de expresiones propias al campo de la literatura, elementos alusivos al campo de la retórica, la gramática y recursos dialectales del oficio en el que se pretende afincar el discurso de la crisis amatoria. Elementos de los que se abusa y terminan por ahogar el discurso poético. No dejes que te escriba/p. 5/ Ahora pulo el lápiz/p.9/ Escribir cual un paréntesis/ o ensayo general/p. 13/ no basta pronunciar / ni conjugar sin ti/p.14 /Sufro de palabras / p.23/ Hoy no dormí pero en cambio/ escribí siete poemas/  p.29. Escribo a ciegas /y no veo los renglones/ ni la tinta./p. 27. De que vale escribir si no me lees/p.38/ Estoy en un acorde / e el presente del singular/ en el presente del estar, etc. p. 39/ Escribo inmersa en el sueño/ … al leer tu / se cumplen los designios/p.41/ Sin vocativo va la palabra/p.46./ No, imperfecto, siempre imperfecto del singular/Recordaras mis manos cuando no escriben/ ….y mis labios cundo no leen/ p.52.mientras te escribo como en la oscuridad/p.15.

En el poema de la p.37 la autora se autoproclama: Yo soy custodia de las palabras/ y domino el espíritu de las aguas / de la palabra. No creo que este dominio se refleje en las páginas de este poemario. Además, se apropia de otro lugar común: el de la sacerdotisa del agua y de las palabras y que han trabajado con mejor acierto poetas como Etna Iris Rivera, Ánjela María Dávila, y más alejadas en el tiempo, Clara Lair y Julia de Burgos entre muchas otras quienes han sido capaces de aunar a sus esguinces pasionales toda una lujuria, un colorido, unas tensiones una profundidad léxicas, más sinceras y contundentes dentro del eros amatorio y de las que carecen estas páginas.

Por otro lado, la tercera parte consta de unos poemas en prosa que a mi juicio no añaden nada a la estructura del libro y sus tonos particulares. Creo que estos textos en prosa rompen con la estructura en verso y desvían la unidad temática del libro. Son poemas donde aparecen elementos religiosos y míticos de tradiciones como la santería, (collar de Oshun), el poema de la página 11 que comienza con la oración algo escatológica -que nada suma- el de Anoche soñé que bebía mi propia orina y el poema 14 de la página 83 que comienza con el sintagma Estoy pegada a una raíz. Entiendo que estos poemas nos alejan del espíritu del libro y son posiblemente poemas en prosa que podrían configurar otra unidad y que no pertenecen a esta. Ya que aluden a mí parecer a otra unidad temática, a otro libro, quizás el germen de otra publicación.

Creo que los mejores poemas del libro como ya señale lo son los extensos ya que en los poemas breves no se logra deslumbrar no se consigue ese efecto en el cual el poema sigue diciendo a pesar de su brevedad. Los tres mejores poemas del libro lo son a mi entender Esquina Wighman, a mi lector y Cuerpo extraño, creo que en torno a esos poemas se hubiera podido crear un corpus unitario más denso y donde el eros no se viera afectado por tantas alusiones culturalistas como las que ya hemos discutido. La escritora no consiguió en estas instancias atrapar los desgarramientos eternos del instante, no pudo expresar las grandes tragedias de los amores rutinarios que contrario a lo que parece si las suelen tener. Ese debió ser su norte: expresar el cuerpo carnal y no el cuerpo literario. Demostrar como dentro de un amor cosido por las trivialidades que impone las rutinas y las domesticidades al uso puede alentar los dolorosos desgarramientos de las grandes pasiones. Cuando se carece de una gran pasión- no sé si esta lo fue, el libro no lo demuestra-no se puede salvar el poema con los tenues esguinces de un lenguaje tas seco y convencional. Se tiene que conocer más la vida, la calle, que las torres de marfil de las Academias, los libros y las bibliotecas. También la tradición a la que uno pretende incorporarse.

Por todo esto nos encontramos con una pasión que parece haberse gestado en una biblioteca entre libros, papeles, borrones, recados, marcas en los libros, alusiones literarias a autores como Derrida, Gutiérrez de Cetina, Antonin Artaud y el pintor Marc Chagall que aparecen de momento como traídas por los pelos. Estamos ante un amor culto, refinado, de biblioteca en el que al parecer el sudor, la saliva, la sangre, las caídas crepusculares no aparecen para muestra a este respecto con un botón basta, luego de unos versos palmariamente elementales la escritora señala: Artaud, hermano. La momia, los escenarios crueles, etc. La alusión a Artaud (¡hermano!) y su vida desgarrada le queda grande a este poemario y sus opacos sentimentalismos. Y es que el uso de los elementos librescos, propios del oficio entorpece con un culturalismo innecesario y mal llevado el fluir del mensaje amatorio. Versos o mejores sintagmas como los anteriores aparecen constantemente en Cuerpo nuestro. Tantas alusiones a la escritura, la lectura y la obsesión creativa académica al final se asumen en el poema inicial de la tercera parte como el eje central del texto: Libro en proceso: cuerpo nuestro/ Cuerpo en proceso: libro nuestro/p63. Aquí finalmente la escritora se descubre en sus intenciones.

El poema que sigue reza de esta manera: Te dije: cuerpo nuestro y te reíste/ no pasa de ser ficción? Llegamos: no pasa de ser ficción este texto. Ficción en el término más ramplón de la palabra. Y quizás es justo que así lo sea, aún en un género tan confesional como el de la poesía. Y nos lleva a preguntarnos cuál es el cuerpo que importa, el de los amantes, el del amado o el cuerpo de la escritura en el que la pasión amorosa sospechosamente parece convertirse en un subterfugio, en un pre-texto para escribir otro libro más de poesía amatoria. Pero el problema sigue vigente y es que la ficción debe esconder la misma para mentirnos su verdad, como en esos enormes versos del ars amandi, tradicional, esos poemas que, aunque amparados por las plurivalencias de lo ficcional como debe ser siguen vibrando en nuestra existencia como espacios privilegiados de una verdad que la ficción devela. Esos poemas que aun conservamos en la memoria. No creo que eso llegue a ocurrir con estos poemas.

En cuanto a los escritores de poesía amatoria y sus críticos debemos recordarles que la tradición occidental está llena de grandes poetas que han tocado estos temas. Desde Garcilaso, Petrarca. Dante, Giacomo Leopardi, Pablo Neruda en sus célebres poemas del capitán, sus Cien sonetos de amor a Matilde y sus inolvidable Veinte poemas de amor y una canción desesperada precisamente escritos en su adolescencia. Y decenas de autores más.

En Puerto rico no se deben olvidar los grandes ciclos amatorios de De Diego a Laura, De José Antonio Dávila a Blonda en sus Motivos de Tristán los poemas de Voces de la campana mayor de Luis Lloréns Torres, los ciclos amatorios de Julia en El mar y tú y Clara Lair en Arras de Cristal y Trópico amargo, Pausa para el amor de Juan Antonio Corrétjer y sobre todo el ciclo a Filí Melé de Luis Palés Matos. En Latinoamérica, los poemas de Delmira Agustini, Alfonsina Storni y tantos otros dan clara muestra de la excelencia que se debe buscar en este tipo de lírica. Estos pudieron ser algunos de los parámetros que los señores del jurado debieron haber tomado en cuenta.

Por otra parte, si se quiere disfrutar de una poesía que abunda en elementos culturalistas y los debidos prosaísmos, sin los exabruptos de la pasión se debe leer a los españoles, Luis Antonio de Villena, Ana Rossetti, Felipe Benítez Reyes y García Montero entre muchos otros, incluida la tradición caribeña. Ya que Cuerpo Nuestro pretende acercarse a la atmosfera de esa poética a mi entender.

Para concluir espero que algún miembro del jurado pueda leer esta nota ya que lo que terminaron premiando al final es un libro mediocre catapultado por frases manidas, versos opacos, sosos, precariamente construidos, pobres en la materialidad del significante y una retórica oscurecida por el abuso a la alusión continua de los elementos escriturales. El amor o el reproche que se confiesa muestran señales de no poder ser expresado por el recurso que pretende aludirlo, el de la palabra, el del libro, el de la retórica y la gramática. Es una pena que, con tantas municiones y calibre, faltase la puntería y el ave continúe volando.

Cuerpo Nuestro es un libro que nada suma al acopio cultural de los lectores como ya señalé anteriormente; pero sí, fue una buena oportunidad para tirar por la borda $3000 dólares que se fueron por el chorro del atribulado presupuesto para las artes, premio otorgado por ustedes señores jueces que en mi humilde juicio parecen desconocer el género que pretendían juzgar, lo que llama a muchas sospechas. Este dinero se pudo haber utilizado para comprarles libros de literatura infantil a los estudiantes de nuestro país. O para ofrecer talleres para posibles aspirantes a jueces de certámenes. Por otra parte, no se debe premiar un libro mediocre, aunque sea el mejor del año. Si ese fuese el caso-Pero siga la guachafita de los amiguismos, los premios, los auto- bombos y las plegarias a la Magdalena.

 

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