En Panamá, la evasión fiscal es un robo

Economia Solidaria

(San Juan, 11:00 a.m.) La evasión fiscal es una forma de robarle, no al Estado en abstracto, sino a cada pueblo en concreto, porque las ganancias no declaradas crean huecos presupuestarios que los gobiernos tapan cargando más impuestos sobre la clase trabajadora y las capas medias.  Las empresas offshore son constituidas para ocultar dinero que evade impuestos o que es producto de otros delitos.

Los bufetes de abogados que en Panamá crean empresas de maletín por encargo, saben bien que sus clientes, o son delincuentes o están cerca de serlo, porque violan las leyes de sus países, aunque aparenten ser gente respetable, disfrazada de políticos, empresarios o deportistas.

Mal puede el Sr. Fonseca y otros abogados que se dedican a este negocio, poner cara de angelitos y argüir que no se ha violado ninguna ley y que ellos se lavan las manos, como Pilatos, porque no saben qué hacen sus clientes.

El presidente Varela también puede poner cara de santo y decir que Panamá no es un paraíso fiscal, pero no le cree nadie, pues Fonseca era su asesor. Además, todos sabemos que el sistema legal panameño y los políticos que lo sancionan han sido impuestos con el financiamiento de los bufetes y bancos que se dedican a ese tipo de negocios.

Esta actividad no será ilegal en Panamá, por lo antes dicho, pero desde el punto de vista de los intereses y dignidad del pueblo panameño (y de otros a los que han robado los que usan esas empresas creadas aquí) es una actividad inmoral. No es ilegal aquí, pero en otros países sí que lo es. En medio mundo hay investigaciones judiciales y ya han caído un par de primeros ministros. Panamá es el único país en donde no pasa nada ni parece que vaya a investigarse nada.

Aquí el robo mediante la evasión fiscal no solo es legal en las sociedades anónimas extranjeras, sino que se exonera (de manera legal) del pago de impuestos a empresas legalmente constituidas, especialmente las que más lucran de la posición geográfica (puertos y otras). Grandes ganancias, casi cero pagos de impuestos. Todo es legal, pero inmoral.

Frente a esta inmoralidad, que se suma a los escándalos de peculados de todos los gobiernos –especialmente del anterior–, el pueblo no debe caer en la trampa tejida por algunos medios de comunicación y abogados ni comprar ese problema, que es de ellos, y declararnos “país ofendido”.Basta de corrupción, que Fonseca y su socio

carguen con su responsabilidad. Esos papeles son suyos y no Panamá. Acabemos con ese paraíso de ladrones, corsarios y piratas; luchemos por una asamblea constituyente originaria, que barra a los corruptos y sus leyes.