8 apellidos catalanes... o como tomarse un dulce ya sin azúcar

Cine caribe

Cuando se estrenó la película 8 apellidos vascos (Dir. Emilio Martínez-Lázaro, España, 2014), todos celebramos su originalidad. Ahora bien, en el pasar del tiempo, el tema de las bodas en el cine español, no solo se ha consolidado, sino que ha sido exagerado y agotado. Hay algo de esto en el filme 8 apellidos catalanes (Dir. Emilio Martínez-Lázaro, España, 2015), la cual es en parte una secuela a la de los apellidos vascos, aunque en un tono un tanto más distorsionado.

La película, nuevamente, cuenta con los mismos personajes, quienes, aún intentan que Amaia (Clara Lago) y Rafa (Dani Rovira) se casen. No se casaron en la película de los vascos, y tampoco se casaron en la película de los catalanes. Siendo Rafa gallego, ahora esperamos que venga la tercera parte, titulada 8 apellidos gallegos. En fin, que lo que comenzó como una película refrescante por parte de un equipo de producción más joven y con nuevos bríos, se ha convertido en una franquicia, compitiendo con por lo menos otras tres a cuatro películas adicionales sobre el mismo tema de bodas y reseñadas aquí en El Post Antillano.

En esta ocasión, Koldo (Karra Elejalde), y el padre de Amaia, es interpelado por Merche (Carmen Machi), y madre de Rafa. Merche le indica a Koldo, quienes tuvieron amores, pero por dejadez de Koldo no llegaron a otro destino, que su hija Amaia, se iba a casar con un catalán. Para un nacionalista vasco, que peor insulto, según los estereotipos de la película, que un matrimonio con un no nacional.

A partir de este detalle surge la nueva trama, que como se podrán imaginar, culmina en otro matrimonio aguado, el de Amaia y su pretendiente catalán Pau (Berto Romero). Pero nuevamente, la película termina en la ambigüedad de la primera (la de los vascos), pese a que nos reímos mucho, y la misma nos relaja y nos hace sentir bien.

En esta ocasión, en el mundo de Catalunya, sentimos que el guion es buenísimo hasta un punto. En particular, mientras discute los distintos tipos de nacionalismos estereotipados que se confrontan en la película – tanto el español, como el catalán y el vasco. Ahora bien, la película fluye hasta un punto y al final, en la dilucidación de la boda, el guion se pierde como también la trama, y se convierte en una mezcolanza difícil de apreciar.

En fin, que los 8 apellidos catalanes, la hace a usted reír, de la misma forma que la película de los vascos. Ahora bien, ojo al cine español que con por lo menos cinco

películas en los pasados dos años sobre el tema de las bodas, a lo mejor han llegado a un punto donde el aburrimiento temático nos va a influenciar a todos y todas. Ojo.