Logos al Logo en el PPD

Caribe Hoy

Provengo de una familia donde están reunidas desde antaño todas las tendencias políticas. Claro está, una de las tendencias más dominantes era la del estadolibrismo con su machacante utopía de una autonomía que nunca llegó pero que enamoró- debería decir engañó- al pueblo. Y desde pequeño era tradición en mi casa que cada cuatro años mi abuelo sacara de un enorme baúl la bandera del jibaro con pava todo en rojo que recuerda la insignia del partido leninista soviético con su Pan Tierra y Libertad.

Esta que izaba el abuelo era la bandera más grande del Partido Popular Democrático (PPD) que existía en el pueblo a nivel doméstico y creo que hasta institucional. Se levantaba esta bandera en nuestra casa en la calle principal de Vega Baja, la José Julián Acosta. Esa calle tan querida es en este presente un espacio donde abundan más los comercios que las residencia y donde quedan pocos vecinos de mi infancia y adolescencia y dos importantes museos: el de la Casa Portela y Casa Alonzo cargados de tradición, historia y mucha cultura. Entre esos dos museos -que en mi infancia eran casas de vecinos muy estimados- me crie en una sencilla y muy austera, exenta de lujos y con la imagen del corazón de Jesús y la de Muñoz Marín al lado y aquello de Cristo en el cielo y Muñoz en la Tierra. También era emocionante en aquel entonces escuchar la canción jalda arriba va cantando el popular matizadas con la voz de bajo jibaro de Muñoz clamando por una sola cruz debajo de la pava (cruz que hemos tenido que cargar los puertorriqueños hasta esta hora de los gólgotas coloniales.)

Por esa calle pasaban las tradicionales comparsas de las fiestas patronales, las procesiones de la iglesia, los muchachos de las tres escuelas públicas que estaban muy cercanas una de las otras, las infames manifestaciones militares de la base militar de Tortuguero todos los cuatro de julio para decirnos que nos tiráramos que estaba llanito y es que en esa calle vivía un importante grupo de independentistas y nacionalistas de la época.

También caían las cenizas de los inicios de la zafra de la central San Vicente ensuciándolo todo de un tizne oscuro cargado con todo su entramado de miserias y hambre. Por esa ruta también marcharon al exilio norteño muchos vegabajeños, y claro las gloriosas caravanas de los partidos políticos donde los vecinos mediamos por su tamaño las posibilidades de triunfo de los mismos. Las más concurridas siempre fueron las del PPD hasta el 1968, cuando el propio patriarca del partido decidió iniciar su bancarrota histórica con su fracasada política y su enemistad con Sánchez Vilella. Todo esto y más está contenido en ese logo, insignia y hasta símbolo del PPD. Con todas estas cosas se trastea, se juega, cuando se tocan símbolos tradicionales cargados de historia y de memorias. Es decir, se juega con el logos con la razón, el sentido, el pensamiento. Por tanto, cuando se trastoca un logo se puede estar también jugando con el logos. A algunos populares se les hace muy fácil hacer estas cosas puesto que su conciencia histórica es precaria y analfabeta.

El cambio del logo del partido popular es a mi juicio una de las más grandes torpezas que ha podido cometer el PPD a través de su nuevo presidente de cara a unas elecciones, en las que si tuvieran más dignidad irían al retraimiento electoral. El logo original que estuvo presente en todas las campañas en que el PPD ha estado es uno cargado de tradición a pesar del profundo remanente colonial que incluye. Debo señalar que no comulgo con las ideas del PPD en lo más mínimo y nunca he sido miembro de esa colectividad. Solo intento mirar este cambio teniendo en cuenta todo lo anterior.

Una insignia, un logo debe tener la capacidad de comunicar un mensaje que es un deseo. Es decir, una razón de ser, un pensamiento, un discurso, un logos. En esta instancia qué desea entonces el PPD. Miremos el logo, toda insignia debe contener una saludable concordancia entre lo que el receptor reconoce o entiende y lo que realmente intenta proyectar la imagen. Esto en realidad no es propiamente un cambio de logo, palabra muy mediática que a veces esconde más de lo que dice.

En este caso y en este momento se trata de un símbolo que es una naturaleza muy particular a la que acceden algunas insignias, no toda a través del tiempo. El símbolo se convierte en algo arquetípico y trascendental implica la historia de la tribu en este caso de una particularmente exitosa en el campo del reformismo insular, una de las causantes del estancamiento en que se vive. La pava del antiguo logo poseía dentro del campo de sus posibilidades políticas, ese encanto de retrotraer a sus simpatizantes a antiguos logros y gestas emblemáticas del partido. Al menos aludía a un pasado de supuestas glorias muchas de ellas enmarcadas dentro de un espacio de inmovilismo pero que fueron muy bien mercadeadas por el PPD en su momento. Ya ni eso saben hacer bien los colonialistas del patio.

No debemos olvidar que el primero en jugar con un icono lo fue el propio Luis Muñoz Marín cuando cambio el azul celeste de la bandera monoestrellada por el azul-marino de la marina yanqui. Quizás de aquí es que Pablo Neruda, entre otros atributos coloniales lo Llamara Luis Muñoz Marine, chofer del whieskey americano en su célebre poemario Canción de gesta. Todos estos populares son muy amigos de jugar y trastear el logo, pero no se atreven tocar el logos de la liberación. Recuérdese el amarillo de Sila María Calderón en su campaña. Ella también renegó de los iconos de su partido.

El logo en términos textuales se compone de un isotipo que es la parte gráfica, la imagen visual que pretende trasmitir parte de la información que se considera pertinente. El isotipo si es funcional, como lo era el de la pava con el jíbaro, se podía utilizar independientemente de las tres emblemáticas palabras. Recuérdese la histórica peña de la Pava en la carretera de Caguas. Cuando el isotipo es impactado por el lenguaje discursivo, el texto grafico adviene en imago tipo, lo que es en realidad el logo de la pava. Como tantos otros de la misma naturaleza y que se llaman genéricamente logo. Para que el imago tipo o logo sea funcional debe contar con los siguientes atributos que sea legible, reproducible, escalable (poder variar su tamaño de acuerdo a las circunstancias), distinguible, no dar lugar a confusiones y memorable. En términos de legibilidad, este nuevo logo pierde en veracidad versus el antiguo porque implica un cambio de estructura gráfica que es impertinente para muchos miembros de esa colectividad porque atenta contra lo único que le queda a ese partido que es la alusión a un pasado histórico que se sueña lleno de grandezas y grandes gestas. Es decir, ya el logo no incluye al logos estadolibrista.

Habrá entonces que, entre el logos y el logo, esperar por la acogida de los miembros del partido. En cuanto a sus atributos lo de reproducible es lo más fácil de conseguir con los adelantos en materia gráfica y no es asunto trascendental ya que no toca el espíritu de la letra. Es un asunto formal y no de fondo. En cuanto a lo distinguible el logo lo es, se distingue por que ilumina el tamaño de la confusión política de este partido que se ha quedado sin la zapata ideológica, esa que se ha encargado de desmembrar el Congreso de Estados Unidos, hasta el punto que se puede llegar a pensar que el PPD ya no existe. Que es una entelequia avalada por innumerables acólitos que adoran al dios de la inercia, pero sin ninguna sustancia ideológica que le brinde una particular mística a esta colectividad tan deteriorada. Y que cuenta con un vasto santoral de discrepancias teologales, concilios y pastorales en materia de status y otras materias que trascienden el logo de marras. ¿No sería la intención de Bernier de fundar un nuevo partido? y al final la hipérbole (porque esto de un nuevo partido, parece quedarle muy grande a esta colectividad) se les encogió en la inocua metáfora del cambio de insignia. En cuanto a lo memorable el viejo logo contaba y cuenta con más memorias y más logos. Quizás menos olvidables que las que nos está haciendo pasar el Partido Popular en estos momentos.

Entre el logos (el conocimiento) y el logo (la representación del mismo) es que subyace el problema de esta movida. El logo debe simplificar una idea, es decir al logos. Las antiguas palabras de Pan, Tierra y libertad están cargadas para muchos de una simbología que trasciende los ambiguos y variables posicionamientos del mercado neoliberal. Estas aluden a los verdaderos valores que han guiado a las sociedades desde la sacralidad de la tierra hasta la libertad que debe disfrutar todo ser humano en la búsqueda de su bienestar, ejemplificado en la palabra Pan. ¿Las nuevas palabras a quien van dirigida? Al mercado neoliberal al que se le pretende hacer grato el PPD a través de vernier.

En cuanto a los símbolos estos están trastocados por la inclusión de una mujer a la que no parece quedarle muy bien la pava mirando hacia la derecha, Bernier dice que hacia el futuro. ¿Por qué el futuro queda a la derecha? Como se sabe, los logos también pueden contener mensajes subliminares, enmascaradores y enajenantes. Funciones que debe evitar todo texto gráfico si su intención no es manipular para vendernos un producto. Y menos uno de tan baja calidad como lo es el ELA colonial. Y este futuro con marcha hacia la derecha puede parecernos a algunos algo sospechoso. Como muchas de las estrategias a las que nos tienen acostumbrados los colonialistas del país por tal de agradar a sus amos.

Por otra parte, lo mejor que tiene el nuevo logo es la inclusión de la mujer. Pero al final de cuentas es cosa cosmética porque a mí a donde me interesa ver más incluida a la mujer es en el mercado laboral, en posiciones de poder decisional, menos ubicadas en el maltrato doméstico, en cuestiones de género con protección para sus hijos, liberadas de los infamantes exilios y más amadas y queridas y en tantas otras parcelas donde deben ser más visibles que en la insignia de un partido colonial.

El nuevo logo en materia grafica es de mal gusto, es muy pobre en el diseño, ya que la combinación de los rojos, la franja roja que cubre un circulo de un rojo más oscuro es una redundancia cromática que oculta más que lo que descubre, esto unido al empobrecimiento ideológico al sustraérsele las divinas palabras, (Pan, Tierra y Libertad) amén de debilitar el contenido con tres palabras insustanciales: Unidad, Trabajo y Prosperidad, pero muy bonitas para el mercado laboral y sus bonistas.

Desde que al señor Bernier se le ocurrió la iluminada idea de transformar la insignia de su partido (debió ponerle algo de amarillo en honor a nuestra primera gobernadora) las voces de protesta no se han dejado de escuchar en el partido. En su defensa sobre el nuevo logo, el publicista Carlos Carbonell señaló lo siguiente demostrando un profundo caudal cultural: “Tiene que ver con un mensaje literal y los términos de ahora reflejan unas realidades políticas más prácticas, que las antiguas palabras eran más poéticas y recalcó que las nuevas más literales”. Qué problema tienen estos ineptos con lo poético, con la magia de la ambigüedad lírica, con la sacramentalidad de las palabras, con su profunda carga histórica. Con todo aquello que nos desata de la trivialidad y nos une a lo mítico. Quieren ser planos, consabidos, manidos y literales. Quieren abolir el logos. Para convertirse en la insignia histórica de la ineficiencia.

Estas palabras, las de Pan, Tierra y Libertad eran de lo poco que restaba del lenguaje religioso y ritualista del PPD luego de arrebatárselo a los nacionalistas y convertirlo en el pedestre discurso colonial que padecemos hoy, lleno de materialidad y poca o ninguna espiritualidad. Es decir, desaparece el logos asfixiado en el nuevo logo. Todo esto se destruye para llevarle un mensaje pleno de ambigüedades a un pueblo que parece que se le piensa bruto. Resulta que una vez acabado el momento de la épica estadolibrista con sus grandes triunfos electorales y su populismo mal avenido ahora se pretende dar al traste con la poca lírica de su actuación. Se quedaron sin poesía. Yo creo que no se le debe cambiar el logo a la pava y que a ese partido se le tiene que enterrar con la pava puesta y sus sagradas palabras ya que no ha tenido los pantalones en su sitio para llevar a este pueblo a una cima de dignidad.

El más coherente y sabio de los comentarios vertidos una vez tomada la decisión del cambio de logo- la mayoría de indignación-, parece provenir del ex speaker de la Cámara Ronaldo Jarabo quien señalo “que mi recomendación es que no se trastee con la conciencia histórica”. AGP habitante proverbial del limbo reformista, como siempre, salió con una de las niñerías a las que nos tiene acostumbrado diciendo que “me parece chulísimo. Incluye una mujer. Eso es importante”. Esto lo dijo el mismo día en que celebraba la siembra de 800 cuerdas de tierra en nuestro país. Sí, dije Tierra. La que ayuda a conseguir el Pan y con él la Libertad. Tres cosas que al Partido Popular se le ha hecho muy difícil conseguir en todas sus pasadas administraciones y no se diga en la actual. Y de las que seguimos bien necesitados.

Por su parte como es de esperar el candidato a la gobernación defendió su nuevo logo, -ya que su logos se lo controlan los bonistas-, el que supone su nuevo plan de trabajo, además de defender la inclusión de la mujer, la mirada hacia el futuro de la derecha y otras trivialidades de un candidato que, en lugar de estar jugando con libros de pintar, plastilina y crayolas debería estar embarcado en otras asuntos de mayor trascendencia. ¿Por qué no cambia el rumbo del Partido señor Bernier? Y le da una nueva orientación ideológica que incluya Soberanía. Esa hubiese sido una magnifica palabra para el logos del nuevo logo. En lugar de regalarle una nueva insignia desmejorada, alicaída, pobre en su estética y llena de la ambigüedad semántica con la que gusta jugar el nuevo mercado de la tardomodernidad que sufrimos. Dijo también el candidato que sabía “que iba a tener problemas con su liderato en relación al nuevo logo pero que “el candidato a gobernador soy yo”. Esperamos que cuando gane la gobernación (cosa que dudo si sigue inmerso en estas párvulas trivialidades) demuestre el mismo temple con las estructuras de poder del Congreso. Que como se sabe no se reducen a la impronta de su logo. Pero sí a los profundos intereses de su logos.