La economía de la solidaridad: el arte de saber cuidar bien

Economia Solidaria

Conócete, acéptate y supérate

San Agustín

(San Juan, 11:00 a.m.) El cuidador informal pasa por diferentes etapas en su proceso de cuidar, y en todas ellas las emociones están presentes, a mayor o menor grado, expresadas o reprimidas. Reconocerlas para poder gestionarlas, los ayudará a cuidar con serenidad, tomando conciencia de su rol de cuidador. 

La intensidad de las situaciones que enfrenta el cuidador, y en muchas ocasiones el sentimiento de soledad en el proceso, lo posicionan en vulnerabilidad y riesgo. En ocasiones, la falta de apoyo en los cuidados es la que genera que estos sean una carga excesiva. Esta elevada carga genera a su vez pensamientos relacionados a preocupación por el futuro del cuidador y de la persona que cuida, una elevada auto exigencia sobre la calidad de los cuidados, y sentimientos de culpa, entre otros. La falta de comunicación intrafamiliar y conflictos pueden despertar muchas emociones, no siempre expresadas.

La palabra emoción proviene del latín ‘emovere” que significa sacudir, mover al exterior. Una emoción es algo que nos pone en movimiento, que nos impulsa desde nuestro interior, que nos mueve y nos impulsa a actuar. Como dice el Dr. Karmelo Biskarra, todas las emociones implican un cambio en la postura o en el movimiento corporal y un cambio en la respiración. Las emociones se manifiestan tanto en la mente como en el cuerpo, a través de posturas corporales, gestos y expresiones. Las emociones dan color y calor a nuestra vida, y mantienen la curiosidad, y las ganas de vivir lo nuevo. No obstante, las emociones vividas de un modo negativo e intenso pueden desencadenar procesos de enfermedad, e impactan a la persona y a los que la rodean.

La mente y los pensamientos moldean en cierto sentido las emociones que vivimos. Dependiendo de cómo percibamos las situaciones, las cosas que nos pasan, de una manera agradable o no, positiva o negativas, vamos a sentir unas emociones u otras.

Miedo, coraje, alegría y tristeza; cuatro emociones básicas que son vivencias internas comunes de personas en distintas épocas, lugares y culturas. La gestión o manejo de las emociones, en gran medida es aprendido mediante el aprendizaje social, en nuestras familias, escuela y sociedad. Este aprendizaje a veces ocurre de forma no adecuada, reprimiendo, negando o proyectando a otros lo que sentimos. Tenemos que aceptar nuestras emociones, incluidas las que pensamos que son negativas, como los miedos, la tristeza y el coraje. Las emociones siempre nos van a acompañar con diferente intensidad y en distintas situaciones. Aceptar lo que sentimos es el primer paso para ser capaces de gestionarlas adecuadamente. Algunas maneras saludables de convivir con nuestras emociones son las siguientes:

  1. Identificarlas. Poder darles un nombre y conocer su manifestación, en nuestra conducta, relaciones, y en nuestro cuerpo.
  2. Validarlas y Comprenderlas. No juzgar la emoción e intentar comprenderla desde la más profunda auto compasión.
  3. Manejar los estados emocionales. El Dr. Ansel Grum, en su libro Fluir; Como superar el burnout y los bloqueos, propone estas cinco vías hacia la fuente interior de energía que ciertamente pueden ayudarnos en la gestión de lo que sentimos al cuidar, a lo largo del camino.

La energía vital de la naturaleza- Visitar y conectar con espacios en la naturaleza; parques, lagos, playa, y todo lo que nos invite a sentir los elementos; agua, sol, viento, tierra.

El Poder de la música. – escuchar música, tocar un instrumento musical, cantar, escuchar un concierto, entre otros.

El poder curativo del silencio- Separar espacios para “mirarnos por dentro”, para reflexionar, para estar en quietud y abrazar los procesos, para escuchar la intuición, y generar alternativas.

La celebración de la existencia- Celebrar con la familia, amigos y comunidad, el regalo de vivir, en fiestas, reuniones y experiencias de compartir, desde un café con un hermano/a, amiga/o , vecino, o la celebración de un cumpleaños, entre otros.

El poder curativo del dialogo- Conversar y compartir con familia, amigos, terapeutas, y grupos de apoyo. Aceptar la ayuda profesional cuando sea necesaria.

La escritura creativa, el arte, la danza, el ejercicio físico, la toma de conciencia de la respiración, y la participación en grupos de apoyo, son otras maravillosas vías que acompañan en la gestión de las emociones. Resaltar el optimismo, la gratitud y la resiliencia, y no vivir el proceso de cuidar solos/as.

Los cuidadores no pueden esperar que las situaciones a su alrededor cambien, pero si pueden aprender a estar de la mejor manera posible, independientemente de los que este sucediendo en cada uno de los momentos en su proceso de cuidar. Es muy importante que aprendan a expresar verbalmente sus emociones, y que no se sientan juzgados. En mi experiencia como facilitadora de grupos de apoyo a cuidadores, he podido identificar que los cuidadores en muchas ocasiones no tienen los espacios para expresar sus emociones, y esto los lleva al agotamiento mental, y en ocasiones a enfermarse. Las emociones son una guía de “como estoy”. Una guía u orientación a la auto observación y a la auto evaluación, que ayuda también a tomar decisiones en el diario vivir, e impacta las relaciones con los otros miembros de la familia. Las emociones son una brújula para el bienestar del cuidador. La identificación y manejo de las emociones debe ser parte vital en un plan de autocuidado que este presente en todo momento.

Es nuestra tarea como familia y como comunidad el poder acompañar a los cuidadores desde el amor y el no juicio a gestionar sus emociones, con profunda empatía. Solo así podrán cuidar desde la serenidad, que a su vez les permite tomar conciencia de su rol y tomar decisiones acertadas en su diario vivir, en el mejor bienestar de su ser querido y de ellos/as mismos/as.

No nos olvidemos de las palabras de Clarissa Pinkola Estés "Si vivimos como respiramos, tomando y soltando, no podremos equivocarnos"