Amnesia histórica: mujeres relegadas en la lucha nacionalista

Voces Emergentes

Nationalist Heroines: Puerto Rican Women History Forgot, 1930s—1950s

Princeton, NJ: Markus Wiener Publishers, 2016. 347 págs.

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El más reciente trabajo investigativo de la doctora Olga Jiménez de Wagenheim, catedrática emérita de Rutgers University- Newark, New Jersey, representa la culminación de una larga trayectoria dedicada, con pasión y rigurosidad, al estudio, análisis, divulgación y enseñanza de la historia de Puerto Rico y su diáspora. Constituye también una importante aportación al estudio del rol de las mujeres en el prolongado y extenso mapa de la lucha independentista de Puerto Rico. Co-editora, con su esposo, Kal Wagenheim, de un texto central y ampliamente difundido en escuelas y universidades norteamericanas, The Puerto Ricans: A Documentary History (1973), son de su autoría un texto importantísimo sobre el Grito de Lares, El Grito de Lares: sus causas y sus hombres(1984) o en traducción Puerto Rico’s Revolt for Independence: El Grito de Lares (1984) y de otro libro en inglés sobre la historia de la isla hasta 1900, Puerto Rico: An Interpretative History From Pre-Columbian Times to 1900 (1998).

Esta informativa, importante y provocadora última contribución de la doctora Jiménez de Wagenheim aparece avalada por su distinguida y sólida carrera como catedrática en Rutgers, a quien además se le debe la introducción de los primeros cursos de historia oral, iniciando a estudiantes en esa disciplina y de paso, rescatando las contribuciones olvidadas de los puertorriqueños en las demostraciones y las manifestaciones estudiantiles en la Universidad de Rutgers y en la ciudad de Newark para los últimos años de los sesenta y principios de los setenta. Y conviene señalar su monumental y central desempeño en la fundación del archivo de la comunidad puertorriqueña en la Biblioteca Pública de Newark (el New Jersey Hispanic Research and Information Center), contribuyendo de modo exhaustivo a la recuperación y preservación del acervo de los puertorriqueños y otros latinos residentes en el estado de New Jersey.

Ahora en Nationalist Heroines: Puerto Rican Women History Forgot, 1930s-1950s nos regala una nueva propuesta centrada en la recuperación del olvido o de la amnesia, como ella misma indica, los nombres, las luchas y padecimientos de dieciséis mujeres nacionalistas que sacrificaron sus vidas por la persecución de la libertad política. En este fascinante texto, la historiadora reconstruye, plasma y articula para el futuro las formaciones, creencias y vivencias estremecedoras de estas mujeres que fueron capaces de romper con su entorno doméstico y social para afiliarse a lo político y público y convertirse en verdaderas heroínas nacionalistas en su resistencia ante los asedios de americanización en la primera mitad del siglo veinte y luego de las manipulaciones políticas isleñas para encubrir y proveer de nuevos ropajes el colonialismo en la década de los cuarenta y cincuenta. Emblemáticas de la apasionada e incorruptible entrega a la lucha y a una causa políticamente derrotadas, soportan con valentía y entereza el encarcelamiento en Puerto Rico, en los Estados Unidos o en ambos lugares. Aunque admiradas y reconocidas por muchos de sus contemporáneos y nuevas generaciones de independentistas, al salir, enfrentaron vejaciones, rechazo, desempleo, suicidio y el silencio en los textos oficiales de historia y ciencias sociales.

La historiadora estructura su estudio en cuatro partes, precedidas de una importante sinopsis histórica del devenir de la isla desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XX (“Introduction”), donde contextualiza el panorama político, social, económico, cultural y proceso de americanización, con particular atención al surgimiento, fundación, postulados y estrategias del Partido Nacionalista (1922) e importante rol de su líder máximo, don Pedro Albizu Campos, hasta llegar al establecimiento del Estado Libre Asociado en 1952.

La primera parte (“Dominga de la Cruz Becerril Rescues the Flag”) está dedicada a una mujer mayagüezana, negra y de procedencia humilde, miembro activo del Partido, que no participó en ninguna de las insurgencias de 1950 y única que no fue encarcelada porque vivió su vida posterior a la Masacre de Ponce en 1937, exilada en México y luego en Cuba donde falleció. Sin embargo, su historia y ubicación en el libro sirven de antesala y preparación para el escenario de las mujeres posteriores a ella. En primer lugar, a Dominga se le recuerda por ser la heroína que durante la masacre de Ponce rescata la bandera de que toque suelo cuando la persona que la cargaba recibe una descarga de carabina y cae herida. Dominga la levanta, ondea y busca refugio en una casa cercana. Este impactante comienzo contrasta paradójicamente con la celebrada y tan popularizada iconografía del alzamiento de la bandera de los Estados Unidos en Iwo Jima. En el caso colonialista puertorriqueño, el acto patriótico de Dominga la criminaliza. Su reconocimiento y triunfo son el exilio permanente de la isla.

En segundo lugar, vinculados a la semblanza de Dominga se inscriben datos y referencias que van fundamentado las bases de la tremenda fascinación y admiración que el líder nacionalista Pedro Albizu Campos ejerce sobre sus seguidoras y que se repiten en los testimonios de 1950 y 1954. Dominga es la primera en llamarlo el Maestro, e indirectamente expone por qué se van sumando mujeres a sus filas. Va prefigurándolo como una figura que seduce, convence y atrae por medio de un discurso paternalista, vigoroso, inteligente, centrado en la regeneración y libertad patrióticas y en la postulación de la centralidad del valor y el sacrificio en la persecución de esos ideales. Inspiradas por su disposición a reconocer la importancia de la mujer como baluarte para la transmisión de la tradición e ideales, Dominga y otras se refieren a su decencia, integridad y tratamiento igualitario y lo exaltan por las oportunidades que brinda a las mujeres para liderar dentro de la organización.

La segunda parte (“Nationalist Women Imprisoned in Puerto Rico, 1950, 1954") recoge las experiencias de Blanca Canales, Leonides Díaz, Carmen Ma. Pérez, Ruth Mary Reynolds, Isabel Rosado Morales, Doris Torresola Roura y Olga Isabel Viscal Garriga) mientras que

la a tercera parte (“Nationalist Women Imprisoned in the United States, 1950, 1954") se detiene en las encarcelaciones y experiencias de Rosa Cortés Collazo, Lolita Lebrón Soto y Carmen Dolores Otero de Torresola. El último capítulo (“Brief Account of Other Women Arrested in Puerto Rico”) se detiene en los arrestos de Juana Mills Rosa, Juanita Ojeda Maldonado, Ramona Padilla de Negrón, Angelina Torresola de Platet y Monserrate Valle de López.

Este trabajo más que el compendio de sus testimonios, sacrificios y sufrimientos, es un homenaje, un reconocimiento y un legado para no olvidar el doloroso aporte de las nacionalistas a la causa de la república. Cada testimonio biográfico, individual y colectivamente se entretejen para detallar y denunciar tanto sus aspiraciones, lealtades, comprometimientos así como sus privaciones y negociaciones para sobrevivir no sólo el sistema penitenciario, la fama o el descrédito por su vinculación o sospecha de participación en las insurrecciones nacionalistas en la isla como en el atentado contra el Presidente Harry Truman en su casa Blair en 1950 o el ataque contra el Congreso de los Estados Unidos el 4 de marzo de 1954.

La centralidad de los testimonios en la estructura del libro marca una distancia y diferencia con los trabajos anteriores de la historiadora. Se ensaya aquí como historiadora oral, ofreciendo un texto enriquecido al abordar los testimonios desde múltiples metodologías y diversos ángulos. El historicismo de archivo de fuentes primarias le da la mano a la entrevista, al diálogo, los testimonios, la biografía, el periodismo, las deposiciones, las fotografías y la inserción de otros documentos como la esquela para construir una narrativa polifónica fluida donde ellas son los agentes y protagonistas de sus duros relatos. De las dieciséis mujeres nacionalistas, algunas son muy reconocidas e íconos de la lucha (Lolita Lebrón, Blanca Canales, Doris Torresola, Juana Mills Rosa, Juanita Ojeda Maldonado, Angelina Torresola de Platet); otra es una norteamericana (Ruth Mary Reynolds) que aunque nunca militó en el Partido Nacionalista, sí conoció a Albizu Campos en Nueva York, tradujo documentos, presentó el caso de Puerto Rico ante las Naciones Unidas y por su cercana asociación a figuras claves del movimiento fue también encarcelada; otras son una ventana para examinar la tramoya judicial local y federal detrás de los veredictos de conspiración y sedición (Carmen Pérez, Isabel Rosado, Olga Isabel Viscal) y otras, menos conocidas (Ramona Padilla de Negrón, Monserrate Valle de López) y carentes de suficientes registros para una exhausta reconstrucción de sus experiencias nacionalistas sirven de invitación para que otros den continuidad a la investigación sobre la participación de la mujer nacionalista. Lo importante ha sido dejarlas hablar e insertarlas en la memoria histórica independentista del siglo veinte no cómo un apéndice, nota al calce o peor, invisibles, sino como sujetos representativos de entrega total y lucha anticolonialista en un momento histórico particular.

Sin pretender ser el texto definitivo del nacionalismo femenino, es uno que provoca no sólo por lo que se incluye y examina, sino también por lo que se limita a no cubrir. Entre los rasgos comunes de este segmento nacionalistas estaba la religiosidad de estas mujeres, marcadas por la diversidad de ocupaciones y estudios (amas de casa, madres, estudiantes universitarias, profesionales del magisterio de trabajo social) a quienes se las expone a emular la vida de Juana de Arco. Común también es la vocación a proteger al líder máximo, así como la valentía para defender los derechos de otras en prisión, en donde además todas exhibieron una conducta ejemplar. Cuestionable también es el rol de estas mujeres en la organización. Se describen como mediadoras, asistentes o como verdaderas “enfermeras del Ejército Libertado” (ver por ejemplo la labor de Carmen Ma. Pérez y Doris Torresola) pero nunca en puestos de alto liderazgo.

Aunque no es un libro sobre el pensamiento ni la figura de Pedro Albizu Campos, ni sobre la estructura, estrategias de reclutamiento, ni sobre los contactos y circuitos dentro y fuera de la isla del Partido Nacionalista, ni sobre el apogeo y decadencia del movimiento nacionalista, ni sobre las operaciones y negociaciones del poder local con el federal para contrarrestar, reducir, aplastar y reprimir la resistencia y ajusticiar a los culpables de sedición, ni es un estudio del sistema carcelario ni legal, es importante recalcar que cada uno de los testimonios de las mujeres arroja huellas, pistas, acusaciones e información sobre los tópicos anteriormente enumerados, problematizándolos y cuestionándolos.

Evidente en los testimonios es la reiteración de ciertas experiencias políticas que marcaron duramente la realidad nacionalista: la atroz represión contra Albizu Campos y todos los miembros del Partido Nacionalista, sus encarcelaciones, sus exposiciones a diversas torturas, incluyendo la radiación, así como la captación de todo un aparato de espionaje y de inteligencia militar de los Estados Unidos en la isla y el acoso de miles de informantes (inclusive de hermanos, como en el caso de Lolita Lebrón). Sobresale también este estudio por ofrecer un certero y critico recuento de las condiciones de las cárceles de Puerto Rico desde la inexistencia de cárceles para mujeres, falta de espacio, la índole de reglamentos, dietas, condiciones higiénicas, tratos hasta la implementación de improvisaciones para acomodar prisioneras políticas. Del mismo modo, hay que reconocer la importante labor de la historiadora al detallar el complejo y manipulado proceso de juicios en tiempos de crisis políticas. Y si hay dentro de este contexto una figura anti-heroica, que sin mencionarse extensamente siempre está presente y tramando con el poder norteamericano, es la del líder y del fundador del Estado Libre Asociado, Luis Muñoz Marín.

De manera que esta última aportación de la historiadora Olga J. Wagenheim debe ser lectura obligatoria para todo aquel interesado en los movimientos de resistencia política en Latino América y en el rol de las mujeres en dichos movimientos. En ella magistralmente se reconstruyen las difíciles historias de las mujeres nacionalistas puertorriqueñas en momentos y espacios que deben permanecer siempre en el imaginario cultural tanto de Puerto Rico como de los Estados Unidos.