Las elecciones en los EE.UU. vistas desde Panamá

Agenda Caribeña
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

altSi bien Panamá no tiene mucho que opinar en torno a la realidad política de Estados Unidos, ya que somos un país independiente y soberano en todo su territorio, a pesar de estar bajo el paraguas del Pentágono, las próximas elecciones que se van a llevar a cabo en ese país no dejan de ser tema de atención, pasión y decepción. El domingo pasado el debate que se llevó a cabo entre los dos candidatos con más probabilidades de ganar, Donald Trump y Hillary Clinton, fue visto, ha sido y se sigue comentando a todos los niveles.

Tendemos a creer que un país que es la potencia más grande del mundo tendría un debate de altura, con temas de interés tanto nacional como internacional. Pero en este caso lo que ocurrió fue peor que lo que damos por bueno en nuestro patio, con temas personales, de vida privada y con abiertas amenazas. Es fundamental ver el lenguaje corporal de los contendientes, porque esa forma de gesticular, cruzar los brazos, señalar y mirar dice más que mil palabras, y el señor Trump parecía un león en una jaula apretada, a punto de que se le cayera su melena, enfurruñado y amenazante. Se paseaba por el escenario con rabia y es muy probable que si hubiera podido le hubiera metido a la señora Clinton un pescozón. Ella, por el contrario, mantuvo un inmenso control que se veía reflejado en su rostro crispado, pero sonriente, y le hablaba al público con soltura, pero cayó en el juego del dime que te diré, sin propuestas para el electorado estadounidense.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue la aseveración de que muchos canadienses van en busca de tratamientos médicos a los Estados Unidos. Repitiendo su muletilla ‘desastre ', Donald Trump catalogó los servicios médicos canadienses como tal. Sin embargo, el año pasado solo el 1 % de los pacientes (unas 45 000 personas) buscó atención médica fuera de Canadá, lo que representó un decrecimiento de 13 % versus el año anterior. El estudio no indica a qué país fueron ni qué clase de tratamiento buscaron, o si fue una consulta que se suscitó mientras estaban viajando o si específicamente salieron del país para buscar un tratamiento médico.

Hay reportes que ponen la atención médica de Canadá como una de las mejores en el mundo y si bien no se puede asegurar que uno consigue una cita inmediatamente si no es de urgencia, hay una satisfacción generalizada por la atención médica gratuita, es decir, la que está supuesta a ofrecer el Estado basada en los impuestos que se pagan.

Canadá invierte el 10.7 % de su PIB en atención médica, versus el 17.1 % que hace Estados Unidos. El 42 % de los canadienses está satisfecho con el sistema, en contraposición a solo el 25 % de los estadounidenses que lo están con el suyo. Si bien no es perfecto, la mitad alega que se necesita hacerle algunos cambios fundamentales, y solo un 8 % de la población de Canadá dice que el sistema debería ser completamente rehecho.

Pero el señor Trump aspira a ser presidente de Estados Unidos, no de Canadá, y traer a colación esa referencia refleja su grandísima ignorancia e incontinencia verbal. Lo mismo que referirse a la vida privada del presidente Bill Clinton cuando estaba en el puesto, pues la que está aspirando a ocupar el puesto es su esposa, no él.

Esta campaña se ha tornado de lo más baja que se haya podido uno imaginar, con descalificativos peligrosos y mucha sacadera de trapos, sin consistencia, que aporte a elevar el nivel del discurso político. Es triste ver cómo la población eligió a esos dos candidatos, de un partido y de otro partido, que son el reflejo de a quienes representan y no contribuyen en nada a conciliar la geopolítica mundial.

Algunos se basan en las encuestas y alegan que van apretados uno y la otra en votos electorales, que es como se elige en ese país. Pero si de encuestas vamos a vivir, miren cómo se estrelló el SÍ de Colombia contra los que se oponían al acuerdo de paz firmado con uno de los grupos guerrilleros, y de igual forma, todas las apuestas que se levantaron alrededor de quién sería el que ganaría el Premio Nobel de Literatura. Nadie se imaginó que el cantautor Bob Dylan recibiera tan preciado galardón, pues corrió fuera de apuestas.