Fragilidades

Caribe Imaginado

altEste pasado viernes, mientras en Puerto Rico celebrábamos nuestras fiestas de Reyes, en el aeropuerto de Fort Lauderdale, Florida, Esteban Santiago ex-militar de 26 años, abrió fuego contra las personas que recogían sus equipajes. Hirió a 13 personas de las cuales murieron 5.

Tengo un hijo de 26 años que vive en Orlando, Florida y ayer viajaba de regreso a su casa. Mi hermano, mi cuñada y mis sobrinos, así como cientos de puertorriqueños viven en Fort Lauderdale. Pensar en la escena que se desarrolló en el aeropuerto de Ft. Lauderdale, duele.

Pensar como afectó la siquis de un joven de 26 años, miembro de la guardia nacional de Alaska, la crudeza de 10 meses de guerra en Iraq; hasta el punto de entender que su mente estaba siendo controlada por agencias de inteligencia federal y someterse voluntariamente a una evaluación mental. La experiencia de Iraq lo cambio, dijo su tía. “Parecía normal por ratos, pero por muchos otros su mente se perdía.”

Por otra parte, pensar en todos los pasajeros envueltos en el proceso de recoger sus maletas, que de momento se enfrentan a un joven desajustado, que los toma por desprevenido y dispara a mansalva a sus caras y pechos. Un joven que en su locura busca hacer daño y provocar caos. Desató el terror.

Escuché la entrevista de una joven madre. Ella dijo que cuando escuchó los primeros disparos dirigió su mirada al área de donde provenía el sonido. Cruzó sus ojos con los del joven gatillero, no tenía donde huir, se tiró al piso y pensó en sus propios hijos. Rezó por un milagro, por quedar viva y si era herida por no quedar incapacitada. El recuerdo de sus propios hijos la sostuvieron y la valentía de un caballero que, como un ángel guardián, usó su cuerpo para escudar el de ella.

Pienso en el viaje de mi hijo de regreso a su casa. Lo pienso pasando por el área de las maletas y envío a todo el batallón de Ángeles guardianes - los míos y los de él - a que le acompañen en sus caminos. Pido que no cruce su camino con un Esteban Santiago que fue marcado por la crudeza de la violencia que vivió en Iraq y a quien sus demonios hicieron que marcara la vida de otros tantos inocentes al disparar en el aeropuerto de Fort Lauderdale. La vida es tan frágil, pero siempre se nos olvida.