quise poner estos geranios
hablantes de rojo diminuto
en la mesa sencilla que siempre nos conoce;
quise poner también, tu labrado continente
con su solo verano entre naranjas mudas
el columpio que se amarra a la cama, y sucede
esa embestida a cámara lenta del unicornio;
aprendí, por tu amor, a elegir el clima,
las horas, los decibeles del color, la costumbre,
y uno que otro disparo de Nicanor Parra;
tuve que verte dormir en varias noches de frío,
y escribir en la oscuridad, tu cuerpo desnudo por la sala
en esa cosecha de los celajes sublimes;
antes, solo desayunaba café, y tiras de espejos,
partía por el día en ese son de naipes y agujas
y a enamorarme de mi mismo en una esquina desigual;
pero esto, es otra luna, esta noche será a nuestro grande
con madera de plata, o azul, o con eclipse,
y esa sombra de colibrí desde donde brota, altísima,
y corro los dolores, les doy tequila y duermen,
les atraco la definición de amor, en una canción de Los Beatles,
"speaking words of wisdom" y aparece la noche,
desde su lugar, los corredores abiertos, la brisa de pájaro,
la fuente de luces destrozada en las estrellas, y te digo
que te acerques a mi pecho, al viejo fuego de sus desposeídos,
a su materia de llanto, de mala madre, de apellidos secos,
y te deplazas como un tierno jaguar a su guarida,
buscando el dormir, que no conoce el mundo
ven, el alba tiene su alfafería fresca todavía:
vamos a desayunar.