Circo Fest y la añoranza por un pueblo alegre

Caribe Hoy

altAsistiendo al evento de Circo Fest 2018 tuve la sensación de que el pueblo había despertado de un sueño triste. Era como si nunca hubiese existido un 20 de septiembre del pasado año. La normalidad que se sentía en todos los que me rodeaban era placentera. Andaba por el Barrio de Ballajá en el Viejo San Juan. El día también ayudó para crear esa atmósfera mágica. Un cielo azul, hermosamente claro y despejado, una vista espectacular del océano Atlántico que nos regalaba su brisa del norte.

Había mucha gente. Padres con sus niños, jóvenes, y claro está los adultos jóvenes de corazón. Todos sonrientes y contentos. Ese fue el escenario que produjo Circo Fest en su quinto festival internacional de circo y artes de la calle en Puerto Rico. Este año, a pesar de todas las adversidades, participan 30 compañías locales y 7 internacionales, durante el fin de semana del 10 y 11 de marzo. Es interesante resaltar que el talento local ha aumentado su participación.

Las actividades son las propias de un gran circo al aire libre. Hay payasos, trapecistas, magos, acrobacia, danza, música, juegos recreativos, teatro, cuentos y mucho más. Este año el festival se ubicó en la Plaza del Quinto Centenario, Plaza del Tótem, Cuartel de Ballajá, el Bastión y el Instituto de Cultura Puertorriqueño. La ubicación de estos nuevos escenarios es una diferencia de los festivales anteriores, que se desplazaban en distintas plazas de la parte sur del Viejo San Juan. Personalmente me agradó el cambio, ya que el espacio resultó ser más íntimo, permitiendo al público trasladarse de un espectáculo al otro con mayor rapidez y facilidad. A su vez, el área enmarcada con la vista hacia el océano atlántico es cautivadora.

Las gentes comentaban contentas lo bien que se sentían al ver plazas públicas llenas de niños y alegría; y a su vez el poder disfrutar de espectáculos familiares libres de costo para el pueblo y los invitados que llegaban como turistas al país. Este es un festival a la gorra o sombrero. Es decir, si uno como público se siente complacido con el espectáculo que hace el artista, a su discreción, le deja un donativo.

El público vino de distintos puntos de la isla. Tanto grandes como chicos participaban activamente de las dinámicas de los artistas. Hubo muchas sonrisas y carcajadas. Por un momento me transporté a un pasado no tan lejano. Me olvidé de todos los problemas que agobian a este pueblo. Se me encendió la esperanza. Y sentí que, a pesar de los pesares, tenemos la madera para reinventarnos y reconstruirnos en un mejor país.