La fui a ver, pues me la habían comentado, andaba pegada. Una mujer vigilante, aunque no usual, aunque no es original, siempre es un buen motivo para ir a ver una película de acción/drama/violencia. Peppermint (Dir. Pierre Morel, EE.UU., 2018) es un el motivo y la culminación de este verano del cine que revindica la figura del buen ciudadano, en este caso una mujer, que ante la crisis del estado y la sociedad civil, sale a hacer justicia. Es decir, justicia poética en su manos, justicia de vigilante.
A Riley North (Jennifer Garner), una mujer caucásica, le asesinaron a su pequeña hija y a su esposo, unos sicarios, que evidentemente eran latinos, posiblemente mexicanos o salvadoreños (lugares donde las maras y el narcotráfico cunde como las amapolas). Ante este hecho, ella se desaparece, y toma control de su vida de otra forma. Se convierte en una boxeadora de peleas de extremo y en mercenaria con alguna formación de fuerzas élites del ejército de su país. Es una mujer que uno le debe tener miedo.
En fin, vayan a verla. North/Garner logra hacer justicia, hace que América brille de nuevo, a lo Trump y Kayne West, y deja a toda la audiencia aplaudiendo al final. Terrible. Con un presupuesto de $25 millones, la película ya ha generado sobre $40 millones, y no duden que se convierta en la mejor saga de una madre traumatizada, se convierta en lo que necesitamos ahora: alguien que nos ponga en cordura. Fuerte la película, pero la deben ver. Con cuidado y reservas