Breves en la cartografía cultural: Reflexiones mañaneras en torno a la victoria del NO

Cultura

En primer lugar, habría que preguntarse si hubo tal virazón en las encuestas, porque los resultados en las urnas hablaron claro. Mientras que el SI sacó 368,389, el 45.78 % de los votos, el NO se alzó con la victoria con 436,245, lo que representó el 54.22% de los votos emitidos. Incluso pongo en duda el elemento sorpresa en el que insistieron tantos comunicadores.

Hay que dejar de lado la inocencia, en lo que se refiere a ejercer el periodismo en eventos de esta índole. No vaya a suceder que uno cacaree mentiras, campo exclusivo de muchos políticos, en un oficio que apuesta por ser, en algunos casos, lo menos subjetivo posible. Quien no sabe que la mayor parte de las encuestas están mediadas por los intereses de quienes las pagan, y que, por lo anterior, son manipuladas, quizás habitan el mismo país de las maravillas al que llegó Alicia.

En esta misma dirección, los resultados pueden arrojar luz, además, a otro modo de hacer periodismo. De más está decir las miles de quejas que circulan en las redes sociales denunciando la poca asertividad que algunos periodistas exhiben a la hora de formular preguntas pertinentes y de profundidad. Claro, siempre hay sus excepciones, pero el malestar generalizado patentizaba que algunos profesionales de la noticia renunciaban a su rol habitual. Lucían como relacionistas públicos y, de paso, sensacionalistas. Y con ese ritmo, quienes no regresen a lo que da razón de ser al periodismo continuarán perdiendo audiencia.

Por otro lado, es evidente que el periodismo que sólo se ocupa de entrevistar a políticos se pierde en una madeja que, en muchas ocasiones, no responde a la realidad del pueblo. Sabemos que en la viña del señor hay de todo, por lo que no podemos negar que hay quienes se dejan presionar por intereses ajenos a la profesión. De entrada, enfocar la noticia solo desde la opinión –sustanciosa o no- de un funcionario de partido, políticos que tienen una vida diferente al resto de los ciudadanos, es sencillamente excluir de ese ‘periodismo’ las ¾ partes de la realidad social.

En estos días, muchos realizarán el análisis correspondiente, cada cual desde su trinchera. Los resultados arrojan que no es desde la renuncia de los derechos que se solucionará la compleja incidencia criminal que arropa el país. No es desde la criminalización que se sana una sociedad. Las alternativas están sobre la mesa, pues hace mucho que expertos de diferentes campos se han ocupado de explicar lo que puede funcionar. La solución conlleva herramientas múltiples de diferentes campos del saber. La educación, la salud pública, el deporte y hasta la propia economía no se pueden dejar fuera. Cuando se hace política pública se debe pensar en la diversidad de ciudadanos y sectores que integran el País. Todo aquel que se precie gobernar de forma efectiva tiene que hacerlo desde la horizontalidad inherente al genuino servicio público. Esa visión parte de la noción esencial de una verdadera democracia, en la que todos contamos; en la que todos somos parte de una sociedad interdependiente.

Es hora que los involucrados en el periodismo hagan también su análisis. De continuar el camino que llevan los medios noticiosos y sus directivos, optarán, más que nunca, por los mismos premios que otorgan academias y gremios a programas de entretenimiento y chismes. Si aspiran, en cambio, a un periodismo serio, de diferencia, que cumpla su rol en la sociedad, entonces son ellos los que tienen que dar el virazón. Sin embargo, al parecer, ya se les está haciendo tarde.