Breves en la cartografía cultural: la importancia de llamarse Daniel Nina Estrella

Cultura

Si no me equivoco, creo que la primera vez que vi y escuché a Daniel Nina fue en Ponce. En aquel tiempo, a mediados de la pasada década, compartía con los escritores de El Sótano unos encuentros que se daban en un lugar emblemático del sur. Ya ustedes se preguntarán si me estoy refiriendo al Museo de Arte Ponce, lugar que también conozco pues en una de sus salas tomé un brevísimo seminario sobre el arte del mosaico. Pero no, el pintoresco lugar al que me refiero es uno de los centros de actividad bohemia ponceña, me refiero al bar La Pocilga.

Nina en aquél momento leía varios cuentos de su libro En tránsito y otros relatos. Y lo recuerdo bien porque en una de las historias mencionaba la lancha de Cataño, o al pueblo en sí. Lo cierto es que viniendo de un municipio del que se menciona solo problemas ambientales o situaciones de conflicto social, aquello de escuchar a Cataño en otro contexto me llamó la atención.

Después de ahí comencé a leer sus cuentos, y a toparme con sus reflexiones en la radio, cuando algún periodista le entrevistaba. Paulatinamente el respeto fue creciendo. Con trasfondo y formaciones diferentes coincidíamos en muchos puntos de justicia social. Él desde el derecho y yo desde las comunicaciones. Pero también la literatura y la creación nos acercaban.

El respeto fue mayor cuando en medio de la manifestación masiva del pueblo en contra de los también masivos despidos gubernamentales, en el 2009, me encontré a Nina sudando la gota gorda mientras servía como mediador. Sucedía en aquel momento que los estudiantes universitarios, hijos de muchos de los desplazados, paralizaron el tránsito en el expreso. Y amenazaban hacerlo por horas. Ante tal situación, ya las fuerzas policiacas estaban apostadas a distancia. Así lo vi, hablando con urgencia y destreza con ambas partes, siendo parte de un grupo valioso grupo de puertorriqueños que evitó con su mediación que aquello llegara a la violencia.

Tiempo después me encontré a Daniel en un recital que ofrecí con el poeta juglar Eric Landrón, junto a las escritoras Neysa Jordán e Iris Alejandra Maldonado, en la librería La Tertulia, en Río Piedras. Y de esas conversaciones fortuitas fue naciendo un espíritu de colaboración que se ha materializado en Lo común (libro resultado de la serie de conferencias Ni una vida más para la toga) en lo escrito para este medio, El Post Antillano, y en otros proyectos como la valiosa entrevista que Nina le cursó al artista Dennis Mario.

De toda esa colaboración, en sus libros y proyectos, colaborar con él en su publicación más reciente, Conflictos sin fronteras (reflexiones), me ha permitido conocerle mejor. Dedicado a su padre, Conflictos sin fronteras (reflexiones), ofrece en una centena de páginas su perfil como abogado que privilegia los derechos humanos, desde su rol como especialista en ciencias de la mediación.

Anteriormente, Nina había publicado un libro que reflexionaba sobre este tema, Mediación: teoría y práctica, en el 2006. Pero en esta nueva entrega el autor le añade a los parámetros propios de la disciplina su propio testimonio. Sus experiencias en África del Sur, el País Vasco, su contacto con las partes de uno u otro bando en el conflicto de Irlanda del Norte, y su propia experiencia en Puerto Rico, confieren al libro una dimensión particular que le hacen trascender la audiencia de estudiantes y especialistas al que está dirigido. Vivencias que cubren 20 años de su trabajo profesional y académico en el manejo y transformación de conflictos; narradas con la maestría de quien domina el difícil arte de contar.

Con este libro, puedo decir que conozco más al gestor de encuentros que buscan consenso en el Puerto Rico fragmentario de hoy. Ante un escenario que acentúa la mediocridad gracias a la política partidista, personalidades como las de Daniel Nina destacan porque son pocos los académicos que salen de su acostumbrada zona de confort. En el caso de este abogado, vemos como sus reflexiones teóricas, humanistas y espirituales, van acompañadas de hechos firmes. No de otra forma se contribuye a mejorar la sociedad. Ahí radica la importancia de llamarse Daniel Nina Estrella.