A propósito de La gran ausente: La maestra Celestina Cordero Molina

Cultura

Dos gardenias para ti
con ellas quiero decir…
Isolina Carrillo (1945) 

[Nota del autor: palabras vertidas en ocasión de la presentación del libro ante la Comisión de Juristas Creativos, del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, el pasado 8 de noviembre de 2021].

(San Juan, 11:00 a.m.) Abordar el trabajo de Celestina Cordero Molina es en sí mismo una proeza. Abordarlo a partir del escrito pionero en su momento de la escritora boricua Zulmarie Alverio Ramos, es por decir lo mínimo, un proyecto extra-terrícola. Esto en particular, porque Alverio Ramos nos invita a leer este texto, el cual tiene múltiples dimensiones, siendo la más mínima honrar a una mujer que pasó de forma invisible durante el Siglo 19 y 20, y cuya visibilidad se ha convertido en un dato significativo muy recientemente.

Por lo tanto, reconociendo a otra mujer invisible, Isolina Carrillo, afro cubana de la década del 1940, quien inmortalizó un bolero gracias al ritmo justo de un boricua llamado Daniel Santos, es importante decir que de forma inicial, le damos las gracias a Zulmarie Alverio por tomar de su tiempo para hacer posible el conocer, de forma holística la existencia de Celestina Cordero Molina, así como para entender el contexto de la importancia de su obra. Para ella, la primera gardenia.

Antes que nada, hablemos de la autora. Me define una amistad de 20 años, cuando ella, en un tono ameno y silvestre, transitaba por las luchas ecológicas y comunitarias del profundo sur de Puerto Rico. Es decir, a partir de Salinas, todo es el sur.  Luego compartimos tiempo en la junta de directores de Servicios Legales de Puerto Rico, lo cual nos permitió coincidir en un ideal: la lucha por acceso a la justicia de los más necesitados del país.

De forma transitoria, asistí un poco en su proceso formativo de la carrera de derecho (en esa me había perdido, pues cuando dejé de verla, al reencontrarnos, me topo con que ya se estaba graduando de derecho y presta a revalidar).  Luego de revalidar vino el trabajo en la Academia Judicial, y más recientemente, en los pasados cuatro años, el trabajo ante el ministerio…. público.

Pero los tiempos del trabajo comunitario y las corridas en la Westfalia junto a su querida familia, quedaron atrás ante un dato que nunca registré, pero que sí fue parte de sus múltiples vidas vividas: la maestría en educación ante la Departamento de Estudios Graduados de la Facultad de Educación Eugenio María de Hostos, de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, la cual culminó en el año 2005. Aquí me perdí, pues en mi vida Zulmarie Alverio Ramos, ha transitado de forma campestre, y ha venido y ha regresado, y como un interesante filme sobre Mongolia, titulado Mongol (Dir. Sergei Bodrov, Rusia, 2007), cada vez que la dejo de ver, la sorpresa en el reencuentro es siempre totalmente inesperada.

Por lo tanto, no se trata de que hiciera una maestría, que requería una tesis de maestría. El detalle es que se dedicó a investigar sobre la historia de la educación pública en Puerto Rico, y como la misma desde sus inicios subordinó en el acceso a la educación, esto desde el Siglo 19, a la mujer como un sujeto participe igual, en la historia formativa del país.

Con ese cuadro, la escritora Alverio Ramos se dedica a investigar una figura poco conocida en ese momento, aunque mencionada en algún texto general de historia de Puerto Rico.  En la sorpresa mongolana, Alverio Ramos investiga la vida de Celestina Cordero Ramos.

Sencillo sería contestar que esta última sorpresa de Zulmarie es tal vez su acierto, intelectual y político, más importante hasta la fecha. Con una investigación y  libro que fueron pioneros, ella develó la vida de la persona que no tuvo un artista plástico que la documentara.  Si bien es cierto que en la formación de la educación popular y no sectaria, la maestra Celestina Cordero Molina, había sido una figura olvidada y poco reconocida, no es menos cierto señalar que en la sociedad boricua del Siglo 19, mujer, educadora, sin marido, célibe, negra y pobre, no eran atributos para ser reconocida. Ojo, que otras mujeres, Mariana Bracetti, Lola Rodriguez de Tió, Ana Roque de Duprey, por ejemplo, gozaron en el Siglo 19, a distintos tiempos, otro tipo de oportunidad. Pero Celestina, quien vivió de forma fructífera y productiva entre el 1820 al 1862, no gozó de igual suerte.

Por lo que la vida de Celestina Cordero Molina requiere de una artista para ser documentada. Ahí yace la importancia de la obra de Zulmarie Alverio Ramos. Ella inicia el proceso de documentar una vida, que hoy goza de otros reconocimientos por otras autoras. Pero a la fecha de publicación de la investigación (2017), el texto fue uno literalmente pionero. Si el maestro Rafael Cordero, de paso, el hermano de Celestina, contó con un maestro artista plástico en la figura de Francisco Oller (en la obra La escuela del maestro Rafael), no es menos cierto decir que hoy la maestra Celestina cuenta con la maestra escritora Zulmarie Alverio Ramos.

La obra consta de un preámbulo y cuatro capítulos.  En los mismos, si me preguntan, se transita por tres temas centrales: por un lado, la fundación del sistema educativo no lucrativo (eventualmente público) en Puerto Rico, el cual origina en el Siglo 18, pese a que toma forma en el Siglo 19.

Segundo, es el tema del contenido del modelo educativo, donde la colega Alverio Ramos hace un interesante recuento en torno a la educación colonizada, tanto por el machismo y sexismo, así como por el puro colonialismo en Puerto Rico.  En esta medida, si me preguntan este es el eje central de este texto, tratar de explicar la naturaleza del proyecto llamado educación en Puerto Rico desde la perspectiva del colonialismo y las prácticas y discursos liberadores.

Como tercer punto, es rescatar la figura de Celestina Cordero Molina.  Es interesante reseñar que sobre la vida de Celestina se conoce poco y hay pobre documentación en los archivos históricos del país. Ella, a diferencia de otras mujeres en el Siglo 19, no gozó de un derecho al recuento o a la memoria colectiva que la visibilizara.  Ella no fue parte, desde el principio, de la narrativa folklórica de la lucha social por la independencia y la libertad, y menos por la narrativa de las grandes mujeres ilustres de ese momento. Es a partir de la obra de Alverio Ramos que comenzamos a recrear la historia del Siglo 19 y plantearnos y en el Siglo 21, la importancia de Celestina Cordero Molina.

De forma resumida, la autora nos recuerda: 

Quien fuera mujer negra libre y maestra de primera letras de niños y niñas en San Juan.  Con la presencia y la visibilidad de Celestina se descubre una esfera separada histórica, la esfera de los hermanos Cordero Molina.  Donde una esfera se reconoce, la de su hermano Rafael, y otra se mantiene oculta en el olvido, la esfera de la gesta educativa y social de Celestina. (página 44).

La autora descubre que Puerto Rico reconoce a nivel del Departamento de Educación a Celestina, en el texto de Alicia Vizcarrondo titulado Puerto Rico, mi gran comunidad : libro tercero : estudios sociales, nivel elemental de 1986.  La autora Alverio Ramos lo trae para destacar que es en este momento, 1986, cuando por primera vez se le reconoce a la mujer negra, en general, y a la mujer negra libre, en particular del Siglo 19, otros atributos que no fueran el trabajo y la procreación forzada.

No obstante, la obra nos recuerda el origen de Celestina, y marca un dato que he llamado como un nuevo momento de la historiografía en torno al hombre y mujer negros, y sobre todo, la ruptura con ser víctima.

Bien nos conversa la autora, que Celestina, Rafael y Georgina (la hermana mayor), venían de un hogar de personas negras libres. No sabemos cómo, pero bien nos apunta la autora que Celestina, vivió en un hogar que le dio la posibilidad de ser grande.

Fue de su padre y madre que Celestina tomó y formó su amor por la educación y enseñanza.  Lucas y  Rita, dos negros libres, que formaron una familia instruida y educada en la fe cristiana, en las letras y en las prácticas del trabajo y la enseñanza trabajaron tanto en San Juan como en San Germán donde la instrucción era más criollizada y los negros libres tenían mayor libertad de instruirse y trabajar. (página 113).

No lo sabremos todo, pero las puertas que abre hoy Alverio Ramos nos permiten seguir explorando, haciendo juntes de historiadores, y sobre todo proponiendo hipótesis explicativas. En ese sentido, es importante pensar que lo peor no ha pasado aún, pero que lo mejor sí ha comenzado a pasar.

En esta medida, Alverio nos propone algo interesante, en el último capítulo el cual abre un tema de por sí distinto al resto del libro: el recrear la memoria histórica.  Nos lo plantea a partir de la cultura de la memoria, y como modificarla. Nos dice la autora:

La cultura de la memoria es un término que define una época, la nuestra, en que el pasado ha cobrado un protagonismo sin precedentes.  La memoria se recupera, se conserva, se cultiva,, se legisla sobre la memoria y se introduce en los planes de estudio.  La institución de la escuela se beneficia por la forma en que se legisla la memoria de un pueblo.  Existen deberes y éticas de la memoria, entre estas están las memorias del duelo, memorias hegemónicas, subversivas, ejemplares, así como usos y abusos de la memoria. (Página 127).

Mas aún, y en respuesta a recrear la memoria histórica, nos dice la autora:

Este es el caso de Celestina Cordero Molina, quien es la gran ausente de nuestra historia como pueblo puertorriqueño.  Esta figura femenina ha quedado en las páginas silenciosas de la historia como una simple línea de referencia en la biografía de quien es llamado el maestro Rafael. (Página 133).

Donde discrepo con la autora es en decir que la suerte está echada.  Si bien es cierto que en el Siglo 19 y 20 no se nombró realmente a Celestina, a partir del Siglo 21, si ha pasado. El texto de 2004 de Aixa Merino Falú, Raza, género y clase social: el discrimen contra las mujeres afropuertorrriqueñas, de la OPM, es un reconocimiento a ella.  Pero también lo es texto que hoy honramos. Pero más que nada la popularización de figura de Celestina, lo cual se lo debemos en parte al trabajo pionero de Zulmarie Alverio Ramos.  Reconocemos a su vez los trabajos sobre Celestina Cordero Molina, de Rosario Méndez Panedas, Yolanda Arroyo Pizarro, y Raquel Brailowsky Cabrera, entre otras.

A Zulmarie, le doy las gracias. Ya te di una gardenia. La otra, la tenía guardada. Esa se la doy a Celestina, a quien hoy honramos con esta obra.

Gracia a Celestina por ser. Gracias a ti Zulmarie por ser siempre tu de tanta formas.

Gracias.