La odisea por la que atraviesa Puerto Rico en estos díaspuede que provoque dificultad en el intento de conservar la calma, la esperanza y la paz. Hablando específicamente del problema de justicia salarial que afecta al país entero, lamentablemente, muchas personas optan por hacerse ajenas a lo que ocurre, pensando que con salir y demandar justicia no se resolverá nada.
Es evidente que el incumplimiento de las promesas emitidas por los gobernadores a este país en sus campañas políticas nos afecta a todos, resultando en una insatisfacción colectiva, pero hay algo que, como creyente, he pensado mucho. Entre los feligreses con los que me congrego, el tema de la crisis social termina con poner en las manos de Dios la situación del país, sin sugerir hacer algo más. Sí, la fe es importante, pero sin obra es muerta, ¿verdad?
Desde esa fe que profesamos, se puede luchar por la justicia también. Como parte de la población que vive activamente en Puerto Rico, podemos educar a otros, creando consciencia en medio del caos que enfrentamos. El mismo Jesús era un revolucionista, tomando como ejemplo el símbolo de la fe que profeso. Él educaba sobre la justicia, amor y perdón con sus acciones y palabras. ¡Sigamos su ejemplo! Lo espiritual es bueno y necesario para sobrevivir en esta crisis, pero también hay que poner manos a la obra, identificando cómo podemos aportar positivamente a la recuperación del país.