Amar es reconocer el valor propio, según los cristianos

Espiritualidades
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Como parte de una de las organizaciones estudiantiles religiosas que hay en la Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras, recibí un mensaje que me pareció interesante y relevante hoy día. Era un versículo: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado.” (Juan 15:12) Más que un mandamiento, me parece que amar a los demás es la respuesta a las contiendas existentes en el mundo.
 
Definiendo la palabra, utilizando el ejemplo de Jesús, amar es reconocer el valor propio y reconocer el valor que tienen los demás (que es el mismo que el propio). Una vez se reconozcan esos valores, respetar, ayudar, aconsejar, perdonar, entre otros, se hace sumamente fácil porque se trata a los demás de la misma manera con la que se trata a uno mismo.
 
Si todos amáramos a los demás, estoy segura de que no existieran la corrupción, las cárceles, las guerras. Mundo ideal, ¿verdad? Aún así, un poco utópico. Pero, no imposible. Cada persona, individualmente, crea alrededor suyo su propio mundo. Ahí incluye a sus compañeros de trabajo o estudio, sus familiares, sus clientes, todas las personas que les rodean a menudo. Me parece que es el escenario perfecto para desbordar amor, empezando por el amor hacia nosotros mismos.
 
Lamentablemente, hoy día, se ha desarrollado el egoísmo y la baja autoestima en la sociedad que nos tocó vivir. Todo eso se desvanece ante el poder del amor. Parece cursi, pero piénselo. El mundo que conocemos hoy, individual y colectivamente, fuera diferente si amamos correctamente. El amor adhiere otras virtudes a su esencia: el perdón, el respeto, la fe, entre otras.
 
Parecerá difícil, pero si poco a poco comenzamos a aprender a amarnos y amar a los demás, respiraremos paz y sosiego, a pesar de los contratiempos que vienen incluidos en el viaje por la vida.