Sanciones y sancioncitas: entre ¡Putin y Pierluisi hay una vodka bien fría!

Agenda Caribeña
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Es tiempo de sanciones. En estos tiempos llueven por doquier, particularmente contra Rusia, tras el inicio del conflicto armado en Ucrania. Son medidas principalmente de carácter económico, pero también deportivo, cultural, mediático, comercial, aéreo, en fin, de todo tipo. El gran objetivo nada disimulado es estrangular a Rusia, dicho esto casi literalmente. Se ha volcado contra ese país todo el poderío de Estados Unidos, Europa, Japón y otros tantos países.

         Bueno, hay sanciones y también hay sancioncitas; que si no fuera por la gravedad del momento que vivimos, moverían a la risa y a la burla. Y, además, porque terminan siendo harto reveladoras de lo patético que resulta quien las decreta más que del impacto, si alguno, que generan.

  Es el caso de la genial idea que se le ocurrió al gobernador  Pedro Pierluisi; o a alguno de sus asesores, quien sabe. En el afán de poder mostrar un rostro sancionador y sobre todo para quedar bien con el gobierno estadounidense, Pierluisi buscó por todos lados en el País algo se pareciera, que sonara o que supiera a ruso, para castigarlo con toda la firmeza de que fuera capaz un administrador colonial-anexionista.

No aparecía nada ni nadie a quien aplicar una merecida sanción, para escarmentar a los malos de la película. Aquí no hay una montaña rusa; quizá eliminar del menú la ensalada rusa, o prohibir la enseñanza del ruso o de Historia de Rusia en la UPR; o quemar en la hoguera discos de música clásica de Igor Stravinski…

Hasta que, ¡eureka!, he aquí que tenemos contra qué volcar nuestra ira justiciera y así unirnos dignamente a los sancionadores del mundo. Para que no se diga que hicimos nada.

         El gobernador ha prohibido la venta y distribución del vodka ruso Stolichnaya en Puerto Rico, como una contundente sanción contra Rusia y contra Putin, provocando un enorme estremecimiento entre los miles de tomadores de vodka; desde la placita de Santurce hasta los cafetines de Boquerón.

El planeta entero se ha enterado de tan osada decisión. CNN, Fox News, BBC y otras tantas cadenas internacionales de noticias no dejan de hablar del tema, con profunda admiración. En alguna esquina de Kiev hay colgada una pancarta, escrita en ucraniano –no faltaba más —agradeciendo tan heroico gesto de nuestro gobernador.  

Pero, a pesar de tan patriótico esfuerzo, la sangre no llegó al río. Resulta que la mayoría de los consumidores de dicha bebida consumen otras marcas, como Finlandia, Absolute, Tito, y Grey Goose. Son realmente pocos los bebedores de Stolichnaya en Puerto Rico, de manera que está por verse la contundencia de la sancioncita gubernamental en el gobierno de Putin, en su ejército, en los productores del vodka ruso, o en alguien. Es decir, ninguna.

Bueno, pero se hizo el intento.

En fin, que se trata de la comiquería más reciente de esta poco imaginativa administración, que obsesionada con quedar bien con Washington, no titubea en hacer el ridículo.

Lo que falta es que ahora se le ocurra a Pierluisi y sus huestes declararle la guerra a Rusia. Como quiera que sea, podría afirmar que Puerto Rico no pertenece a la OTAN y por tanto no comprometería a esa alianza militar con tan valerosa decisión. O quizá quiera invitar a familias ucranianas a que se refugien acá en el Caribe. Después de todo, nos hemos –más  o menos—acostumbrado a convivir con una ucraniana bien paga que nos invadió hace varios años y que ha estado haciendo lo que le viene en gana en este país durante los pasados años, como gran jefa de la junta de control fiscal.

Lo sentimos por Pierluisi. Pero, después de todo, ¿qué más  puede ocurrírsele a un administrador colonial anexionista, además de tonterías como esa?

A los selectos bebedores de Stolichnaya, consternados por semejante decisión que ha afectado sus vidas y sus gaznates de singular manera, calma, que en algún momento el agua, y el vodka, regresarán a su nivel. Mientras tanto, no desaprovechen las ofertas que de seguro anunciarán las otras marcas, ahora que han sacado de competencia a la histórica bebida rusa más que centenaria, que nunca imaginó que sufriría tan devastadora sanción desde esta ínsula colonial.

Los países poderosos aplican sanciones. Las colonias, sancioncitas.

¡Bravo, Pierluisi!