“Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más”. Serie Especial: Manejo de conflictos en Puerto Rico y el Caribe.

Justicia Social

La serie propuesta por El Post Antillano sobre mediación nos ha dado la oportunidad de explorar las posibilidades desde diferentes vertientes de este modelo de resolución de conflictos.

Nos queda por preguntarnos, ¿será útil también en el manejo de los conflictos sociales?

Cuando pensamos en conflictos sociales es muy posible que nuestra mente divague hacia el tema de la violencia. Porque la violencia es el la forma más visible del conflicto, especialmente en los conflictos sociales que afectan a muchas de nuestras sociedades caribeñas contemporáneas.

La prensa de nuestros países recoge a diario diversas manifestaciones de la violencia, sin embargo las que se llevan los mayores titulares son aquellas donde la violencia física se hace patente a través de muertes o agresiones físicas graves. Sin embargo, escondidas entre los actos más notorios de violencia se encuentran también actos menos “visibles” de violencia social.

Los “discursos” o mensajes racistas, sexistas, clasistas, xenofóbicos u homofóbicos son siempre discursos violentos. Pero la prevalencia de la violencia física con frecuencia limita nuestra capacidad como miembros de la sociedad para identificar estos “discursos” como violentos.

Es decir nuestra capacidad de percibir los conflictos en etapas tempranas basados en los discursos de aquellos que representan o ejercen el poder de forma pública esta atrofiada o insensibilizada. La violencia en la mayoría de nuestros países es el resultado de discursos que a partir de las formulas antes mencionadas promueven unas sociedades con cada vez mayores niveles de desigualdad.

Esa desigualdad social está en la base de los conflictos que con frecuencia desembocan en violencia.

Por lo tanto, para atender o siquiera comenzar a manejar la violencia que en algunos casos arropa ya por largos períodos de tiempo a algunos de nuestros países, es necesario que se configuren procesos nacionales de reconciliación y perdón.

Esa reconciliación puede partir de procesos probablemente informales al principio de mediación, con esto me refiero a procesos fuera de las esferas gubernamentales. Instituciones sociales como, pero no exclusivamente, las Iglesias pueden ser los agentes mediadores en estos procesos.

En sociedades donde sus miembros, practicantes o no, poseen una base cultural común judeo-cristiana, no debería serles ajenos estos procesos. ¿Acaso no fue el Maestro de Nazaret quien dio ejemplo de intervenciones basadas en la reconciliación y el perdón?

En momentos en que los medios de comunicación masivos y sectores influyentes de la sociedad presionan a los gobiernos para que les garanticen la seguridad y controlen la ola de violencia de todo tipo que nos arropa vale la pena recordar los actos de aquel Maestro de Galilea. Más importante aún es internalizar su mensaje y atrevernos a imitarlo dejando que permee nuestras acciones de control social.

Si en lugar de condenar al delincuente exigiendo cumplimiento de la antigua Ley del Talión, fomentamos el desarrollo de estrategias de mediación comunitaria más allá o dentro del propio sistema legal es posible que el proceso de pacificación social a través de la reconciliación y el perdón pueda comenzar.