Betances ante la muerte de Martí

Agenda Caribeña
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Puerto Rico se le dieran las mismas condiciones que se le prometan a Cuba en la mesa de negociaciones. A Tomás Estrada Palma, Delegado del Partido Revolucionario Cubano en Estados Unidos, le advierte que “sería un crimen” dejar de trabajar en favor de la independencia de Puerto Rico. Paul Estrade y Félix Ojeda Reyes, en su libro “Ramón Emeterio Betances, El Anciano Maravilloso”, plantean que desde la muerte de Martí, “lamentablemente, la alta dirección del exilio cubano, poco a poco, había comenzado a divorciarse del caso puertorriqueño”.

Plantean estos estudiosos de la vida de Betances que tras la muerte de Martí y su reemplazo por Tomás Estrada Palma en la dirección del Partido Revolucionario Cubano, el Partido abandonó la posición “americana y universal asumida por su fundador y guía, se olvidó del compromiso contraído de fomentar y auxiliar la independencia de Puerto Rico, y al abdicar su decisión en favor del gobierno de los Estados Unidos, hipotecó antes de nacer el porvenir de la república prometida en el Manifiesto de Montecristi.”

Betances, consciente de lo que estaba ocurriendo, la escribió una carta a Juan Gualberto Gómez, uno de los patriotas cubanos más identificados con el pensamiento de Martí, quejándosele de la frialdad que observaban algunos cubanos hacia el caso de Puerto Rico, tildando a los cubanos que promovían la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos de “patriotas flojos, revolucionarios de agua dulce, porque a fin de cuentas estaban traicionando el compromiso martiano de fomentar y auxiliar la independencia de Puerto Rico”.

Diferencias de enfoque entre Estrada Palma y el Dr. Henna fueron los antecedentes del rompimiento que tanto deploró Betances, quien siempre responsabilizó a Estrada Palma del fracaso de los planes revolucionarios.

Betances conoció a Estrada Palma en París en 1878 y la impresión que le causó no fue favorable: ”Es un hombrecillo nervioso que, sentado en un sillón, alcanza apenas el suelo con el pie. Cuando está hablando (vulgaridades)… le sucede que a veces le falta la palabra, y entonces extiende la punta del pie e involuntariamente da dos o tres golpecitos, y escupe. Me dicen que en su pueblito lo llamaban “El Bobo de la Punta”. Es un personaje nulo intelectualmente, físicamente ridículo, que había sido seleccionado por los que administraban el gobierno de Cuba Libre para reemplazar a Céspedes, y que fue, según decía la esposa de Céspedes, “uno de sus asesinos”.

“No hay que juzgar a todo un pueblo por uno de los suyos. Estrada no es Cuba, y allí tenemos gran número de simpatizantes, desde Masó, Gómez, Calixto, Mayía, Miró, Lacret y otros generales, entre los cuales figuró Antonio Maceo, hasta nuestros capitanes y tenientes borinqueños”. Y, en efecto, el general Bartolomé Masó le escribió en una ocasión: “La causa de la libertad antillana tiene en usted un paladín decidido y los pueblos que sufren, redimidos mañana sabrán colocar su nombre de patriota inmaculado entre los primeros de sus próceres”.

La Clave a Martí (“Martí no debió de morir”) reflejaba la frustración del pueblo cubano ante lo ocurrido en Cuba en aquellos primeros tiempos tras la caída del colonialismo español.

Cuando la República fundada en Cuba en el 1902 no respondió a las expectativas de gran parte de la población, los cubanos volvieron la vista de nuevo a Martí. El lamento general “Martí no debió de morir” dio paso a una composición musical titulada Clave a Martí cuya autoría siempre ha estado en discusión. Esa popular melodía reflejaba la frustración del pueblo cubano ante lo ocurrido en Cuba en aquellos primeros tiempos tras la caída del colonialismo español.

Ya el gran Máximo Gómez lo había dicho con claridad durante la ocupación militar norteamericana en Cuba (1899-1902): “Ahora Martí hubiera podido servir a la Patria; este era su momento. Martí conocía todo esto, convencía a los recalcitrantes y animaba a los retardados. Como orador era formidable. El que lo oía no tenía ya voluntad propia, y estaba dispuesto a seguirlo. La Asamblea hubiera sido él.”

La Clave a Martí dice:

“Aquí falta, señores, ¡ay! una voz/de ese sinsonte cubano,

de ese mártir hermano/que Martí se llamó.

Martí no debió de morir. Si fuera el maestro y el guía,

otro gallo cantaría, la patria se salvaría y Cuba sería feliz.”

Un presidente mediocre y de mentalidad muy norteamericana como Tomás Estrada Palma no era el indicado para comenzar una tarea de esa naturaleza.

¿Hubieran podido imponer los Estados Unidos su Enmienda Platt si Martí hubiera estado vivo? ¿Hubieran abandonado los cubanos su apoyo a la Independencia de Puerto Rico si la visión del Apóstol hubiera sido la que imperara en aquellos momentos cruciales?

He leído mucho sobre Tomás Estrada Palma y me reafirmo en que un presidente mediocre y de mentalidad tan norteamericana como él no era el indicado para ser el primer presidente de la República Cubana. Por haber abandonado a Puerto Rico, por haber permitido la implantación de la odiosa Enmienda Platt y por mil razones más…