Encuentro final de los mejores momentos para la comunidad LGTQ+

Crítica literaria
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Hoy quiero compartirles la última parte de un trabajo que Pablo Navarro Hernandez y yo escribimos a dos manos…

En una visita de un grupo de amigos de Estados Unidos un representante de grupos LBBTTQ de la Iglesia Luterana me enseñó algo muy valioso. A la pregunta de dónde está la gente gay en la Biblia la respuesta es fácil. Se pregunta, "¿Cuál es tu verso favorito de la Biblia? Pues ahí está".

Pero para mí estos acontecimientos no son suficientes. Mi objeción es que no se cuestiona la esencia de la Biblia como Palabra de Dios y mucho menos el uso que damos en el contexto de nuestras iglesias . Yo nunca puedo olvidar la tarde en 1962, yo sentado en un salón de clase, cuando un pastor metodista dijo sin titubear que la Biblia no era la palabra de Dios, pero que la Palabra de Dios estaba en la Biblia. El pensar que un libro es Dios para mi es idolatría. Y esa idolatría ha sido utilizada para justificar la esclavitud, las llamadas guerras santas, la conquista de pueblos de todo un continente, la quema de mujeres acusadas de ser brujas, la opresión de la mujer y del pobre, la existencia de gobiernos represivos. Y en nuestro caso, la opresión, persecución y asesinato de mi gente.

En el proceso de hacer una comunidad sanadora, la base teológica es fundamental. Por eso en cada servicio en el momento de compartir el saludo de la paz nos decimos, estás en un buen lugar.

En las demostraciones a las que asimismo, teníamos una pancarta que proclamaba "el pecado es la homofobia, no la homosexualidad ". Un año nos trepamos en un camión de remolques vestidos de ángeles y diciendo "a mi me hizo Dios, a su imagen y semejanza ".

Deliberadamente proclamamos nuestro orgullo de ser gay. Y lo hacíamos al celebrar uniones de parejas del mismo sexo. Lo hacíamos en un banquete anual en la que honrábamos a gente de las artes, educación, salud, medios y justicia que defendían los derechos de nuestra comunidad.

Nuestra lectura bíblica era queer. Y encontramos textos de vida en los evangelios, salmos y profetas. Citábamos al apostol Pablo diciendo que en Cristo no hay judíos ni griego, hombre y mujer, libre o esclavo. Pero hacíamos paráfrasis y añadimos que tampoco había gay ni straight. Nos veiamos en las parábolas del Buen Samaritano, el hijo pródigo, en el Sembrador que llega al final del día pero le pagan igual. Los personajes de Lázaro, del apóstol amado, Zaqueo, Daniel, el eunuco de Hechos, la mujer samaritana, la Magdalena, Dévora, Rut, Noemí, David, Jonatán eran con quienes nos identificamos. Era fácil encontrar textos de vida.

"Venid a mi los que estén cansados y agobiados que yo les haré descanzar" o "Aunque tu padre y tu madre te rechazen. Para mí como pastor encontraba el mayor apoyo en la figura de Cristo. El amor incondicional. La seguridad de las bienaventuranzas. El reto del juicio a las naciones. El relato de la sanidad de los leprosos daba esperanzas de gente con VIH. Para mí, como predicador, cada domingo era una oportunidad para traer buenas noticias de salvación. De eso se trata el ser pastor de una iglesia llena de gente que se recuperan de agresiones religiosas. 

Gran parte de la fe de una comunidad se hace explícita en sus celebraciones. Desde el comienzo nuestra participación en el mes  de orgullo gay fue notable. Comenzábamos en el templo. Recuerdo un ritual en el que se prendía una vela de cada color de la bandera en recordación o celebración de algún aspecto de nuestra vida comunitaria. Recuerdo que celebramos nuestra espiritualidad, solidaridad y a quienes trabajan por la justicia. También hacíamos énfasis en nuestros amantes presentes y pasados. Pero no podíamos olvidar a nuestros mártires y difuntos, en particular las muertes del Síndrome de SIDA.

Otra celebración que recuerdo fue en el día de Todos los Santos. Se cubría el pasillo del centro de la iglesia con una alfombra blanca. En la alfombra se podía escribir mensajes de recomendación. Se ponían objetos que recordaban a los santos, como misiles, anillos, zapatos deportivos, y hasta ositos de peluche. Después venían las flores de todos los colores. Finalmente se ponían velas. Recuerdo que el ritual lo escribió Margarita y era una joya de poesía y teología gay. El servicio era acompañado por música solemne y reflexiva, como lo era la música de cello de

Bach o flauta andina. La intención era conectar el ritual cristiano con celebraciones indígenas. Una vez más, para un sector el rito era solemne y sanador, para otro era paganismo. La parada gay o desfile, como se le quiera denominar, siempre fue un desafío. Es una gran realidad que mucha de nuestra gente vive en el anonimato, o closet como comúnmente se le designa. 

Éticamente el declararse parte de la comunidad LGBTTQ tiene que ser una decisión muy personal. Hay consecuencias tanto familiares como laborales. Aunque entendíamos la necesidad de hacerse sentir y vivir en libertad, solo podíamos acompañar a quienes quieren salir del anonimato, pero respetando su tiempo y proceso. 

Pero la parada era un espacio para hacernos visibles y solidarios con aquellos del movimiento que eran religiosos. Muchas personas llegaron a la Iglesia por esa visibilidad. Además, hacíamos una contribución única al celebrar misa al comienzo del desfile. 

Dábamos dulces con un mensaje de saludos de la congregación. Hay que reconocer que el grupo directivo siempre fue muy acogedor para con nuestra iglesia. Siempre desfilamos con banderas y pancartas. Un año mi cuñado nos prestó su camión de remolques y nos vestimos de ángeles.

Unas titiriteras nos construyeron un enorme Cristo que decía, "Con vosotros estoy". Otra actividad comunitaria que apoyamos fue el Día de Salir del Closet. Para la Iglesia era un día de mucha importancia. Nuestra participación siempre fue por invitación de quienes la organizaban y nos regimos por sus direcciones. Hay que reconocer que en todas estas actividades van a encontrar resentimiento con todo lo que huela a religión. Esto tiene razón de ser pues es la derecha religiosa, idéntica al farisaismo con que se topó Jesús, y hay que entenderlo . Por otro lado también hay que dar testimonio que ese es solo un sector de la cristiandad y que no representa a todo cristiano. Así que caminamos sobre cascarones de huevo, siendo respetuosos a la vez que nos damos a respetar. 

Esa exposición nos hacía visibles a la prensa. Con frecuencia se me invitaba a participar en programas de radio y televisión. En uno de esos programas aprendí una gran lección. Resulta que recibí una invitación para hacer un programa. Acepté con la condición de estar solo pues no quería entrar en debate con la derecha. Al llegar al estudio me sorprendió encontrarme con el personaje de Carlos el Carnicero. Este se había comunicado con mi padre, quien ya exhibía síntomas de demencia. Decidí quedarme y confrontarlo.

Usé un lenguaje fuerte, le dije que era un charlatán y un abusador. Le reté a que si tenía algo que decir de mi, que lo hiciera de frente. Me desahogue, lo que me hizo sentir muy macho. El próximo domingo cuando llegué a la iglesia, me encontré con la Junta Directiva. Me llevaron a la oficina y me leyeron la cartilla, diciendo que me había comportado al nivel de él. Sin titubear me advirtieron que de repetirse un incidente igual, me tendrían que pedir la renuncia. Entendí su planteamiento. Poco después fui a un programa de televisión en el que me enfrentaría con un médico que se había convertido en el portavoz de la derecha religiosa. Esta vez mi comportamiento fue lo contrario. Siempre me dirigía a él como hermano o colega, lo que visiblemente le molestaba. Seguimos con las inevitables preguntas sobre lo que dice o no dice la Biblia y en qué consta el estado laico.

El manejador le concedió el último turno, pero él confundió el texto de Romanos con el de Primera de Corintios. Me di cuenta de su error y de la oportunidad de hacerlo ver mal. Le dije, "Hermano está confundido, eso no es Romanos es Corintios". La promoción del programa usó ese momento y de hecho salió por semanas en un anuncio del programa. La Junta tenía razón, ese tipo de proyección es mucho más efectivo.

Las iglesias tienen dificultad en ventilar dos asuntos: el dinero y el sexo. A muchas iglesias neo pentecostales, se les hace difícil hablar del sexo, pero son elocuentes en hablar de dinero. Yo soy todo lo opuesto, no me gusta hablar de diezmo y ofrendas, pero soy elocuente en relación al sexo. Yo veo al sexo como un regalo divino comparable al fuego y a la escritura. Creo que las disposiciones bíblicas responden a una situación antropológica de un pueblo que necesita reproducirse para así sobrevivir. Pero si miramos la conducta sexual de los varones patriarcas, notamos su sentido de privilegio al tomar varias esposas, concubinas y sus abusos con las esclavas Es evidente que el texto bíblico no es unívoca. Los textos de Levítico son claros en la prohibición de orgías en el templo. La historia de David y Jonatán, amantes que también tenían relaciones con mujeres. Pero si podemos distanciarnos de las prohibiciones dietéticas, de la práctica de la esclavitud, de la obligación de celebrar el sábado y de someternos a la circuncisión, también podemos repensar la conducta sexual.

Para mí todo sexo que no es consentido, que se practica con alguien que no tiene la edad, la capacidad mental o que se somete a una relación por tener hambre, es por definición incorrecta. Si lo queremos decir en vocabulario religioso, son pecaminosas. Así entiende el texto de paulino. El buen sexo es una expresión de amor, sea en el contexto de una relación matrimonial, o entre amantes. Esta puede ser de una noche o por toda la vida. Puede ser entre dos personas o entre un grupo de personas. Pero siempre tiene que hacerse reconocido que el cuerpo de la otra persona es templo del Espíritu Santo y, por lo tanto, el acercamiento tiene que ser en reconocimiento de lo sagrado que mora en todo ser viviente.

Esta visión es radical. Esta visión es retante a la tradición. Y, por lo tanto, me mete en serios problemas. Creo que colegas en la teología me dejan solo en esto. Mucha de la comunidad que asistía a Cristo Sanador lo entendía, pero para el resto, era demasiado radical.

La Iglesia Comunitaria Metropolitana tiene estándares establecidos para la ordenación del clero. En el momento en que solicité ser ordenado se preguntó si tenía acceso a un seminario. Les dije que no sabía, pero ya Margarita había completado una maestría en estudios de religión, aunque el grado de formación para ser clero necesitaba auspicio de una denominación. Yo opté por negociar un programa que pudiera completar rápidamente y que cumpliera con las expectativas de la denominación. Sometí una propuesta de 12 cursos y solicité y fui aceptado. Ya en el verano había participado en el Proyecto de Verano de Hispanos. Este atraía a candidatos a clérigos y a laicos de todas las denominaciones evangélicas y grupos de católicos romanos. Pasé una de las experiencias más desagradables de mi vida pues el profesor de homilética no me quería en su clase. Me pidieron que me presentara a una reunión.

Permanecí sentado afuera en lo que buscaban qué hacer. Salían y me ofrecían un curso de teología feminista, el cual rechacé por no tener ni una introducción al tema. En un rato salieron a ofrecerme un curso sobre las pastorales, que también rechacé por no tener el curso introductorio al Nuevo Testamento. Entonces lo de militante

gay salió para afuera. Les dije que si entraba al curso me comunicaba con la Iglesia que auspicia ese seminario, y que además tiene una política de inclusión a la comunidad LGBTTQ.

Yo estaba decidido a cerrar el encuentro si no me dejaban entrar al curso. Inmediatamente se resolvió el asunto, aunque me ubicaron en un ala separada de los otros estudiantes. Por bendición había otro estudiante que parecía gay, sin serlo. Nos pusieron en cuartos separados por si las moscas. Al día de hoy el Reverendo David

Anglada sigue siendo uno de mis más íntimos amigos. De hecho,vino a Puerto Rico para celebrar mi unión con mi actual esposo.

La estadía en el Seminario Evangélico de PR fue igualmente complicada. Soy el primer estudiante del seminario que es abiertamente gay. Eso causó revuelo, pero la prudencia prevaleció.

Uno de los que más objetó a mi selección, fue mi propio padre quien se presentó en dos ocasiones para exigir mi expulsión. La tercera vez que quiso hablar el tema, el Presidente le dijo que estaba bienvenido a hablar de cualquier tema, pero mi admiración era irrevocable. Mi tiempo allí transformó mi entendimiento deltexto sagrado bajo la dirección de, entre otros, Ediberto López.

Hice amistades que perduran al día de hoy. También me percaté que un grupo de estudiantes se daban de baja cuando me veían en clase.

Mi estancia en Cristo Sanador duró quince años, tiempo para aprender varias cosas. Probablemente lo más importante no fue original, de hecho lo aprendí en consejería a pacientes de SIDA. A nivel más amplio, la comunidad LGBTTQ es idéntica a toda comunidad. Nuestras responsabilidades sociales son las mismas.

Envejecemos, nos enfermamos, nos enamoramos. A nivel espiritual trabajamos lo mismo; significado de la existencia; la unificación de la totalidad de nuestro ser; relacionarnos con lo trascendental. En un segundo plano la totalidad de la población LGBTTQ, sufre de la situación social que con frecuencia nos desvaloriza, persigue y discrimina. También de los aspectos positivos de nuestra comunidad como lo son nuestro humor, solidaridad y capacidad para sobrevivir. Pero hay que entender las comunidades que componen este sector además del hecho innegable que los hombres gay somos distintos a nuestra hermanas lésbicas y al bisexual, por señalar los grupos más visibles. En un tercer lugar, cada persona es una historia única, con pasados distintos. Nuestras personalidades son únicas. A esto hay que añadir el hecho que además de ser LGBTTQ, tenemos identidades adicionales de clase social, raza, educación, perfiles laborales procedencia geográfica e intereses variados. Cuando se pastorea este complejidad se hace evidente.

La visibilidad de cada persona tiene además otra dimensión. La experiencia de cada persona con la iglesia puede variar gradualmente. En una sociedad que cada vez se hace más secular, la iglesia es algo irrelevante. Es lo mismo para nuestra comunidad.

Hay un segundo grupo que se ha victimizado por las iglesias a tal nivel que no quiere saber de ella y la reciente. Hay otro grupo que pueden compartamentalizar la retórica homofóbica y seguir asistiendo a sus iglesias y a aún, dando la batalla al interior de la misma. Finalmente están quienes llegan a la iglesia, pero aún no son iguales. El Closet está muy presente en nuestras iglesias de puerta abierta. Este grupo prefiere estar en espacios gay, pero sin que esto trascienda a otros lugares. De hecho, muchas de estas personas no quieren hablar mucho del tema, participar en actividades comunitarias, salir en foto. En este sentido, me he topado con personas que ni quieren ver una bandera de arcoíris en el templo. Entiendo que algunas de las nuevas iglesias de puertas abiertas se organizan para servirle a este público.

Un grupo que ha sido un enorme reto es la gente que viven con el VIH. Al comienzo de congregación, acababan de salir los medicamentos que más tarde transformaron el cuidado médico de este grupo. Una función central de todo culto religioso es sembrar la esperanza, y el evangelio nos facilitaba lograr eso. También una estrategia era el fomentar la solidaridad y el cuidado mutuo. Nos esperamos en brindar información sobre prevención y tratamiento, de hecho en la iglesia se repartieron condones. Pero la realidad de la situación siempre fue muy impactante seguíamos perdiendo miembros a la epidemia. Nunca podré olvidar mi primer entierro.

Fue de un hombre muy joven que conocía de cantar en coros y de haber sido miembro de la iglesia en la que se congregaba su madre. Al sepelio solo acudimos su madre y yo. No sabía qué hacer y se me hacía imposible distanciarme emocionalmente. Lo que hice fue llorar, así que la madre terminó ministrándome a mi.

El montaje inicial de una iglesia es un reto enorme. Primero tienes que tener una base económica para comenzar. Pues yo tenia algo en el banco y lo hice disponible. Los más de $10,000 nunca me fueron devueltos. Necesitamos un espacio para reunirnos. Le pedimos el uso a la Iglesia Episcopal de Roosevelt y por un tiempo nos acogieron, pero siempre con la expectativa de que eso era un arreglo temporero. Encontramos un tercer piso en Santurce y nos quedamos por un par de años aunque estábamos en un cuarto piso y con un elevador que no funcionaba muy bien. De ahí a Reparto

Metropolitano donde duramos un tiempo pero había una expectativa de compra que no podíamos cumplir. Finalmente nos  fuimos a Río Piedras en una calle pintoresca, pero que podíamos pagar. La iglesia sigue allí después de muchos años.

La financiación seguía siendo un problema. En el primer año me dediqué a vender un café en las Iglesias MVC llamado Comunitás, con una bandera de Puerto Rico con los colores del arcoiris. Fue todo un éxito pero consumia mucho esfuerzo. Hacíamos actividades de recaudación de fondos. La verdad es que nuestragente no tienen tradición de ofrendar y yo no sabia cómo presionarlos. Todo así, la Iglesia se sostuvo y prosperó. En todo el tiempo que estuve de pastor nunca recibí un centavo. Solo el día que me despedí, me regalaron quinientos dólares para que me fuera de vacaciones.

El comienzo de una obra misionera está compuesto de muchos pequeños detalles. El más apremiante es el del lugar donde reunión y su financiamiento. Pero hay que tener los platos y copas de comunión, sillas, púlpito, sistema de sonido, vestimentas pastorales y del altar según el calendario litúrgico. Semanalmente hay que preparar un sermón, redactar programas, coordinar con el equipo de adoración y asistentes- que a su vez tenias que conseguir y adiestrar. El propósito de todo esto es llegar a un pueblo, así que tienes que hacer llegar la información sobre la iglesia. La prensa es vital, pero hay que trabajarla y acoplarte a sus estilos y calendarios.

Inicialmente yo estaba solo haciendo todo esto, por lo tanto construir un equipo de trabajo fue sin duda la mayor hazaña. Esto se logró y sin duda estar rodeado de un grupo extraordinario de laicos, y tan pronto comenzó Margarita Sánchez, fue lo que hizo posible mi trabajo.

Yo comencé porque tenía un sueño. Yo sabía lo mucho que dolía el maltrato religioso, pero también lo bueno que es tener un hogar eclesiástico. Mi carácter y talentos fueron formados por mi familia y mi iglesia, que en mi caso eran prácticamente la misma cosa. Y Cristo Sanador fue para mí una enorme bendición. Sé en lo más profundo de mi corazón que mucha gente fue tocada profundamente por nuestro trabajo allí. El desgaste vino con los años. Mi trabajo en la Universidad Interamericana requería mucho esfuerzo. Pero también la entropía viene del lidiar con la humanidad de quienes vienen a la iglesia. Es imposible complacer a todos y a todas. Mis imperfecciones, que siempre estuvieron ahí.

Con el tiempo muy a pesar del crecimiento que hice, me agoté. Siempre pensé que quince años era suficiente tiempo para estar al frente de una congregación. Y parece que sin querer lo estaba comunicando. Los últimos dos años no fueron gratos. Cristo Sanador necesitaba nuevo liderato. Por lo tanto, con dolor y alegría, renuncié. Al pasar cuenta creo que cumplí con mi llamado. Hice lo que se me ordenó que hiciera. Cometí errores por montones, pero tuve muchos más aciertos. Al final, lo que siento es una enorme mezcla de sentimientos. La mayoría buenos, otros tristes. Entiendo en carne propia el sentido de lo que dice Jesús:  "Jerusalén, Jerusalén que matas a tus profetas" pero también entiendo lo que dice "en lo poco has hecho bien, en lo mucho te podré entra en el gozo de tu Señor”.