Fiestas de San Sebastian 2023

Caribe Hoy

Luego de dos años de encierro por la pandemia el pasado jueves 19 de enero de 2023, se volvieron a celebrar las Fiestas de San Sebastián en el Viejo San Juan.  Los boricuas estaban ávidos de volver a tener está celebración que marca el fin de las navidades extra largas borinqueñas y el principio del año.

 

San Sebastián fue un centurión romano oriundo de Narbona y criado en Milán.  En época del emperador Diocleciano, fue centurión de la primera cohorte romana.  El animo a sus compañeros de armas a aferrarse a la fe cristiana.  Por esto fue condenado a morir atado a un árbol y flechado.  Sebastián sobrevivió ese martirio. Con la ayuda de Irene, una dama romana, vuelve a abogar por la fe cristiana.  El emperador ordena que lo apalearan hasta morir.  Su cuerpo fue arrojado en la Cloaca Máxima.  Se dice que el Santo se le apareció a Santa Lucia y le pidió que se le diera adecuada sepultura. Por su primer martirio, en la edad media se considera a San Sebastián uno de los principales protectores contra la peste.  También fue el patrón de oficios de arquero, ballestero, tapicero, o vendedores que se relacionan con el hierro y las flechas.

 

En Puerto Rico, las fiestas en honor a San Sebastián comenzaron a celebrarse allá para la década de 1950, por el Padre Madrazo, párroco de la Iglesia San José del Viejo San Juan, con el objetivo de recaudar fonos para reparar edificaciones de la iglesia.  Este año se celebra el 75 aniversario de las fiestas.  El sentido de las mismas ha evolucionado muchísimo desde su origen al presente.  Actualmente, las fiestas son mas parecidas a un bacanal que a una celebración religiosa.

 

Este año se esperaba, tal y como sucedió, que las fiestas se desbordaran de personas asistiendo.  A las mismas asiste gentes de toda la isla de Puerto Rico.  Tambiénasisten muchísimos extranjeros que se han enterado del festejo tipo carnaval.  El jueves llegué al Viejo San Juan desde el área de Cataño, municipio que también ha capitalizado con estas fiestas. En Cataño todo estaba en mucho orden, excepto que la lancha se tardó muchísimo en dar la vuelta de regreso del muelle de San Juan.  Así que, de llegar a las cinco de la tarde a Cataño vinimos llegando a San Juan a las siete de la noche.  El jueves, primer día de las fiestas, había gente, pero estaba bien cómodo el ambiente.  La música y los talentos muy buenos y distribuidos por toda la isleta de San Juan.

 

Regresamos el viernes.  Esta vez estacionamos en el Hiram Bithorn.  Allí había una machina de autobuses que movían la mayor parte de las masas que llegaban a San Juan.  Tengo que decir, que, aunque había mucha gente y muchos carros, todo fluyó con rapidez, organizadamente y los asistentes fueron amables con las personas. Distinto a la policía de tránsito, que por más cursos que le den para que traten bien a los ciudadanos, no aplican lo aprendido.  Luego se preguntan porque las gentes no los quieren bien.  El viernes en el Viejo San Juan, a eso de las siete de la noche ya el ambiente era otra cosa. La calle San Sebastián estaba atestada de personas.  Todas de fiesta.  ¿El Covid? Bien gracias. Posiblemente haya un aumento dramático en los casos próximamente. Todo el mundo de fiesta como si nada.

 

Finalmente, el sábado utilice otro medio de transporte.  Me fui en mi Vespa con una amiga a eso de la una de la tarde. Tuvimos suerte y pudimos estacionarnos en Covadonga.  El sábado sí que sí, el Viejo San Juan estaba lleno desde la Plaza de Colon hasta la del Quinto Centenario.  La música encendida. Los artesanos estaban ubicados en distintos puntos del Viejo San Juan.  Había muy buena artesanía.  Los precios de la comida, sin embargo, carísimos.  Nos negamos pagar cinco dólares por una fritura. Entiendo que la vida está dura y cara, pero eso era un robo a mano armada.  Ese día finalmente pude disfrutar del desfile de los cabezudos a las cinco de la tarde.  Hoy domingo, decidí descansar.  Suficiente de fiestas.

 

Algo interesante que observe a través de estos tres días es ese deseo de ratificar la puertorriquenidad por los ciudadanos.  Los estribillos de “yo soy Boricua, pa” que tú lo sepas”, “vegigante a la olla, pan y cebolla”, “toco, toco, toco, toco, vegigante come coco”, eran coreados por la multitud a galillo.  La música típica, la salsa, los pleneros, el baile y la tradición era lo que la gente quería sentir y vivir.  Esto me hace pensar, ¿porque los estadistas, usan la cultura para sacar dinero, pero oprimen al que la realza si es para afianzarnos en que somos un país distinto al norteamericano?  Solo digo y reafirmo … ¡Yo soy boricua, pa’que tú lo sepas!