¿Entendemos el universo?

Agenda Caribeña
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Galileo Galilei dijo una vez: “No entenderemos el universo, hasta que comprendamos el lenguaje en el que está escrito”. Pero es que ni siquiera hemos entendido el mundo en el que vivimos de ese universo. Es por ahí desde donde debemos empezar.

Empero, los seres humanos estamos procurando comprender el lenguaje en el que el universo y el mundo en el que vivimos están escritos. Y como dijo Galileo Galilei, ese lenguaje es el de las matemáticas.

El universo nos ha venido hablando, pero su lenguaje no es comprendido cabalmente hasta ahora por el ser humano. Empero, ya está comenzando por entender su lenguaje. La ciencia está descifrando su modo de hablar.

Investigadores de la Universidad Nacional de Australia han observado las ondas de rebote que viajan hasta cinco veces a lo largo del diámetro de la Tierra, y al medir los tiempos diferenciales de viaje de estas, pudieron evidenciar la existencia de un núcleo interior más interno (IMIC, por sus siglas en inglés) de casi 650 kilómetros de diámetro. Recopilaron información de estas ondas sísmicas reverberantes que pasan por el mismo centro de la Tierra a partir de su registro por un enorme número de estaciones sísmicas globales.

Hasta ahora, el enfoque científico predominante es que la Tierra se compone de una capa exterior, denominada 'manto', que rodea al núcleo externo, que es una capa de metal líquido de alrededor de 2.000 km de espesor, que a su vez envuelve al núcleo interno de metal sólido, que mide cerca 1.200 km de radio. Sobre la existencia de un núcleo más interno, en el interior del núcleo interior, se había especulado durante años, pero nunca antes se había demostrado hasta este nuevo estudio.

“El núcleo interno de la Tierra (IC), que representa menos del 1% del volumen de la Tierra, es una cápsula del tiempo de la historia de nuestro planeta", dijeron Phạm y Tkalcic en el estudio. "A medida que crece el IC, el calor latente y los elementos ligeros liberados por el proceso de solidificación impulsan la convección del núcleo exterior líquido, que, a su vez, mantiene el geodínamo [mecanismo que genera el campo magnético de la Tierra]".

"Aunque el campo geomagnético podría haber precedido al nacimiento del IC, los cambios detectables en las estructuras del IC con profundidad podrían significar cambios en la operación del campo geomagnético, lo que podría haber influido profundamente en la evolución de la Tierra y su ecosistema", indicaron los geólogos en su artículo. "Por lo tanto, sondear la parte más interna del IC es fundamental para desentrañar aún más la cápsula del tiempo y comprender la evolución de la Tierra en el pasado distante".

Sin duda, el magno estremecimiento sísmico de Turquía y Siria nos ha impelido a acelerar la comprensión de ese lenguaje del universo, que es también el del planeta Tierra. Los sismólogos y geólogos se esfuerzan en comprenderlo. Y lo van logrando cada vez más.

Se hacen más certeras sus predicciones de terremotos y los lugares más susceptibles a ellos. Prestemos oídos a esas predicciones y planifiquemos mejor los desarrollos urbanísticos en campos y ciudades.

El reputado geólogo turco Naci Gorur, quien predijo los terremotos del 6 de febrero, ha advertido de un posible riesgo de nuevos sismos de gran intensidad en Chipre y en las provincias turcas de Bingol y Adana.

Según el científico, cuando se produce un terremoto, la energía se libera en un extremo de una falla y parte de ella se transfiere al otro extremo, en este caso al sur.

Reiteró la amenaza de que un terremoto se cierna sobre Estambul en los próximos años y pidió que se tomen medidas para prepararse.

La posibilidad de que Puerto Rico sea estremecido en algún momento por un terremoto como el de Turquía y Siria ha sido presagiada. La historia relata grandes sismos isleños de magnitudes hasta más intensos que el reciente en Turquía en siglos pretéritos. No estamos, por lo tanto, exentos de que puedan volverse a repetir.

Nunca se puede estar preparado del todo para un fenómeno telúrico de grandes proporciones, pero la preparación es un mitigante efectivo que minimiza la magnitud de una catástrofe. De lo que se trata es de prestar oídos al lenguaje en el que está escrito el universo.

Los científicos son los mejores traductores de ese lenguaje. Los políticos y tecnócratas deben prestar oídos a lo que traducen de ese lenguaje los científicos. Y hacer los preparativos que sean necesarios. La clave consiste en escuchar con seriedad. Para eso, necesitamos prestar oídos a la traducción del lenguaje del universo al lenguaje humano. Es necesario sincronizar ambos lenguajes.

El problema es que la codicia induce a que únicamente se preste atención al lenguaje del mercado y del dinero. No hay sincronización entre el lenguaje humano y el del universo. Están estructurados por distintos fonogramas y sintagmas. Uno es lógico y matemático. El otro es más bien un tanto voluntarioso y está sujeto al albedrío de interpretaciones convenientes. El lenguaje humano tiene significantes distorsionados por los intereses particulares.