Puerto Rico, es una colonia [¡favor de apagar la luz, para soñar con la independencia!]

Política

(San Juan, 10:00 a.m.) Si empiezo no acabo, decía mi madre. Así es la colonia que no acaba. Es interminable la lista de las esperanzas y soluciones que albergan muchos. Se parecen al que se enamora en una relación disfuncional que piensa que él, o ella, puede cambiar a su pareja a fuerza de amor. Es algo romántico, pero poco efectivo si miramos las estadísticas. Hay que romper con esa dependencia como rompe el adicto, en frío.

Los independentistas somos esperanzados también y de eso no hay duda. Pero es que miramos por una ventana ancha al resto del mundo y no vemos más que países que han roto cadenas con sus amos colonizadores. Todavía hoy andan expulsando a los viejos amos coloniales en África y les advierten que han sido ellos los que más los explotaron y los repartieron como mercancía. Así que los ejemplos de esas experiencias coloniales nos dan la solución a esta situación de insostenible dependencia ruinosa.

¿A dónde llegan las soluciones a medias? Dan muy poco espacio para respirar. Tómese el caso de la energía eléctrica. Nosotros en Puerto Rico teníamos ya la energía privatizada antes de los 50 del siglo pasado. Luego como medida para aumentar la competitividad de la industria de manufactura se pasó a manos públicas el monopolio de la energía, así como otros servicios. Eso permitió que por un par de décadas tuviésemos energía barata que se extendió a todos los rincones y yo recuerdo ver de niño el helicóptero de la Autoridad llevando postes por el barrio Anones de Naranjito. Y se hizo la luz para abaratar los costos del trabajador. No se hizo por amor a los pobres sino para poder pagar salarios más bajos. Muñoz decía que el salario más bajo era el no salario.

Cambiaron las circunstancias del mercado mundial y las industrias livianas se fueron a paraísos de costos aún más bajos y ya no era atractivo tener empresas en manos del gobierno. Había llegado la era del auge del capital financiero. Habían llegado los que promueven el rentismo y con el color de ser los liberales de la economía empiezan a expandir el crédito y a fomentar la reducción de la función del gobierno y los servicios públicos. Entonces se hace bien visible la expansión del crédito personal que con el uso de tarjetas de crédito se masificó. Se disparan los precios de los inmuebles. No bien empezó, a mediados de los ochenta, también aparecen las quiebras personales y se hace notorio el tribunal de quiebras. Pero, además, los únicos quebrados no son los consumidores sino también los negocios y las empresas privadas por causa de deudas y es así como son reemplazadas muchas empresas locales por grandes empresas multinacionales.

El gobierno no es la excepción y se contagia con la enfermedad del endeudamiento. Ni siquiera la pobre constitución colonial sirve para detener el saqueo de los buitres de la banca de Wall Street y sus casas de calificación de crédito que son sus gatilleros. Todos los gobernantes coloniales entraron a la fortaleza cogidos de mano de algún banquero; Carrión, Rodríguez Emma, Cantero Frau, Alberto Salazar, Carlos (Kako) Rivera, etcétera. Su función exclusiva fue diseñar la embrolla, perdón, la estructura financiera del gobierno de turno. El resultado es la quiebra del gobierno y con eso no se acaban los problemas suyos y míos. Lo que ellos cogieron fiado lo pagamos nosotros y para eso le han puesto vaselina a la Junta esos que viven de explotar la colonia que les regalo el Congreso.

Contra ese Congreso, que dice ser el que administra el territorio no incorporado/colonia, es que debemos reclamar la independencia ya. Y tendrá que ser desde esa legislatura puertorriqueña porque hay que arar con los bueyes que hay. En el minuto, que un representante o senador de Puerto Rico se levante (y espero que sea mujer) y pida la palabra para presentar un proyecto de resolución para exigirle al Congreso norteamericano la independencia incondicional para Puerto Rico y otro puertorriqueño la secunde, entonces comienza la descolonización de Puerto Rico. En ese instante, todos ellos tendrán la oportunidad de ser nuestros primeros hombres y mujeres de estado con todos los atributos que conlleva el ser funcionario de un país independiente y soberano.