En las elecciones del 2020, solo participó el 53% del electorado, ¿el partido a ganar en el 2024, será el Partido del Hastío Político?

Política

(San Juan, 10:00 a.m.) Una permanente politiquería de campaña electoral para mantenerse o advenir al poder se ha convertido en el quehacer político aquí en Puerto Rico. La retórica propagandística ha sustituido al ideario político. Escasean las ideas; solo hay clichés retóricos de propaganda politiquera.

Bajo la condición social, política y económica en que se encuentra Puerto Rico, las propuestas de ideas resolutivas concretas son necesarias e indispensables en la política. El ideario político con claro contenido ideológico, tanto en lo político, en lo social y en lo económico, no puede disiparse en retóricas intrascendentes de pugnas por el poder vacías de sustancia.

Se avecina una campaña electoral hacia unas nuevas elecciones generales en Puerto Rico. El debate de ideas resolutivas a los problemas que aquejan al país no debe sustituirse con meros clichés de campaña electoral y de pura propaganda electorera. Lo que necesita Puerto Rico del quehacer político son ideas con contenido para resolver los problemas. La campaña electoral no debe estar sustentada en intentos de barrer los problemas bajo la alfombra, por un lado, o ventearlos únicamente para denostar y politiquear con ellos.

La determinación de los electores de cómo emitir un voto efectivo y transformador en las elecciones debe ser el resultado inteligente y con conciencia tras haber sopesado analíticamente 

las ideas políticas propuestas en la campaña electoral. Los programas políticos de los partidos y candidatos electorales es fundamental para ello. La campaña política no debe basarse en loas a lo que no ha evidenciado resultados y justificaciones al fracaso o andanadas de ataques y diatribas contra el adversario.

Ideas, no diatribas políticas y meros clichés propagandísticos, es lo que Puerto Rico necesita en la campana electoral que se avecina. El país languidece abatido por problemas múltiples y la banalidad politiquera no es una solución dirigida a despejar su futuro.

Establecer los parámetros de una campaña electoral efectiva para estas próximas elecciones debe ser un desiderátum político de todos. Y por efectiva debe definirse una campaña centrada en las ideas de propuestas resolutivas pragmáticas y no retóricas.

La campaña electoral debe transformarse en algo similar a una relojería de correcciones políticas certeras y puntuales a los problemas que aquejan a Puerto Rico. Se acabó el tiempo de disparar tiros al aire. Hay que disparar políticamente a objetivos precisos. Proponer soluciones concretas a los problemas.

Advenir al poder tiene que tener un propósito político. El poder por únicamente la satisfacción de alcanzar el poder sin ningún otro propósito político subsecuente no es otra cosa que un vicio: el vicio del poder. Porque el poder se convierte en una sensación al ser obtenido que envicia cuando no se tiene otro objetivo al advenir a él que el poder mismo.

El poder para transformar y servir al pueblo, a los demás, a nuestros semejantes, es la manera de darle contenido político al poder. De metas al advenimiento del poder sin objetivos ni contenido está generalizada la conducta de gran parte de los políticos en Puerto Rico. Esto no puede ser lo que defina el quehacer político isleño.

Metas políticas con idearios tienen que caracterizar el desempeño político en Puerto Rico. De lo contrario, la política se convierte en ejercicio fútil. Es ahí donde nace la indiferencia del pueblo hacia el quehacer político. Lo que origina la enajenación a la política, el hastío hacia ella, y comienzan a crecer los índices de abstención electoral en las elecciones.

Puerto Rico fue un país de mucha participación electoral del pueblo. Brilló por su ejemplaridad de participación electoral durante décadas. Empero, la abstención electoral, no por razones ideológicas, sino por hastío de la política, ha ido creciendo en Puerto Rico. La carencia de ideas en el desempeño político es la causa de ello. Se ha perdido, así, el interés de gran parte de los puertorriqueños por la política. Y cuando se finge algún interés por la política, es por mero clientelismo político o en espera de algún beneficio por padrinazgo.