Operaciones encubiertas de los Estados Unidos en Chile 1963-1973

Agenda Caribeña
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En nuestro programa anterior de Ventana al Mundo desde Puerto Rico, destacamos el 50 Aniversario del Golpe de Estado dado en Chile contra el presidente constitucional electo, Salvador Allende Gossens. Fueron miles las actividades que a lo largo de todo el globo se llevaron a cabo en recordación y a la vez como denuncia de tan detestable acto.

Las responsabilidades por dicho Golpe suelen adjudicarse a las castas militares chilenas, a los sectores empresariales y oligárquicos del capital nacional y extranjero, y ciertamente la faena incansable de los partidos políticos que responden a dichos intereses. Sin embargo, sin descartar la participación de estos sectores en el Golpe, se impone la necesidad de desentrañar también el papel jugado por el gobierno de los Estados Unidos a través de operaciones encubiertas y clandestinas de sus organismos de seguridad en el derrocamiento de un gobierno electo democráticamente; es decir, con las reglas de su normativa constitucional y legal vigentes.

Se ha hecho público un documento elaborado o impreso en 1975 para el “Comité Selectivo para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales respecto a las Actividades de Inteligencia”, titulado en inglés Covert Action in Chile 1963-1973, Staff Report of the Selected Committee to Study Govermental Operations with respect to Intelligence Activities, United States Senate. En él se recoge toda una década de operaciones de inteligencia por parte del gobierno de los Estados Unidos en Chile; primero para evitar que Salvador Allende llegara a la presidencia del país; y luego, una vez juramentado como presidente de la república, los esfuerzos coordinados para llevar eventualmente a cabo el Golpe de Estado que terminaría no sólo con su gobierno de la Unidad Popular, sino con su vida.

Comienza el Informe de poco más de sesenta páginas señalando que su contenido es cierto conforme al mejor juicio y conocimiento de los integrantes del Comité. Indica que las fuentes consultadas en el

Informe fueron documentos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, de los Departamentos de Estado y Defensa; del Consejo de Seguridad Nacional; y de testimonios brindados por oficiales y ex funcionarios de dichas instancias. Reconoce, además, que el Informe omite dar los nombres de chilenos e instituciones chilenas a los fines de evitar revelar información de inteligencia y los métodos utilizados en el proceso del Golpe de Estado.

En las primeras páginas relativas a los antecedentes de las acciones encubiertas llevadas a cabo en Chile, se destaca en el Informe el envolvimiento de los Estados Unidos en los asuntos chilenos entre los años 1963-1973. Indica que en tales años la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) invirtió tres millones de dólares para influir en las elecciones de 1964 y ocho millones durante los tres años que duró la presidencia de Salvador Allende. Es importante indicar que nos referimos a dólares a la luz de lo que cada dólar representaba hace medio siglo no a su valor actual.

Señala el documento que el alcance de la intervención estadounidense abarcaba acciones encubierta; recopilación clandestina de información de inteligencia; y los enlaces con la policía y servicios locales de inteligencia y contrainteligencia, que incluyeron contactos con los “atachés” militares chilenos. Una parte del dinero invertido se canalizó a través de los medios de comunicación, los partidos políticos y las organizaciones del sector privado.

A nivel de la Rama Ejecutiva del Gobierno de los Estados Unidos, se creó a nivel de sub gabinete, un denominado “Comité 40” al cual se le asignó la función de revisar las operaciones encubiertas en Chile. Este Comité 40 estaba encabezado por el Ayudante del presidente del Consejo de Seguridad Nacional e incorporaba, además, al subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos Públicos; el Subsecretario de la Defensa; el presidente del “Joint Chieff of Staff”; y al Director de la Agencia Central de Inteligencia.

El Informe presenta una perspectiva panorámica del desarrollo político de Chile desde su independencia y sus particularidades con relación a otros países latinoamericanos. Menciona que precisamente en el mismo año que Estados Unidos reconoce la independencia de Chile, pronuncia su desacreditada pero terriblemente implantada

Doctrina Monroe. Luego de ofrecer algunos datos sobre el país, señala que a nivel de América Latina, Chile vino a ser el modelo a seguir para la implantación del programa estadounidense creado bajo la Administración Kennedy denominado “Alianza para el progreso”.

El documento analiza el período de las elecciones de 1958 en Chile en las cuales Allende fue candidato a la presidencia, llegando en segundo lugar por menos de 3% de los votos frente a Jorge Alessandri del Partido Conservador. El otro candidato en importancia en dichas elecciones fue Eduardo Frei por el Partido Demócrata Cristiano.

Para entonces la CIA llevaba a cabo distintos tipos de actividades clandestinas en diferentes países a escala global que incluían, además de recopilar información de inteligencia, el ejercicio de influencia sobre la política nacional de cada país, en parte vinculada y a través de los servicios de inteligencia policiacos en dichos países. Dentro de los mecanismos utilizados por la CIA en Chile se encuentran: el uso de la propaganda a través de los medios de comunicación y su financiamiento; el acceso a influenciar tanto a las instituciones chilenas como a su gobierno con una prédica anti comunista; el desarrollo de contactos con los partidos políticos y funcionarios de gabinete; la penetración de las organizaciones estudiantiles, de mujeres y sindicales; el desarrollo de mecanismos para influenciar los procesos electorales, apoyando y subvencionando determinados candidatos; el apoyo a las organizaciones del sector privado financiando algunas de sus actividades, destacando en particular el rol jugado por la International Telephone and Telegraph (ITT) en el proceso; y finalmente, desarrollando acciones que impidieran que Allende ganara las elecciones; aunque de ganar las mismas, cómo organizar un Golpe de Estado que lo sacara del poder político.

Fue en el marco de éstos últimos dos escenarios que se hizo el diseño ordenado por el propio presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, con el asesoramiento directo de su asesor por el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Henry Kissinger, conocido como “Track I” y “Track II”. En la primera fase, las empresas privadas, particularmente la ITT, se sumarían al financiamiento de los sectores opuestos a Allende y la Unidad Popular ofreciendo apoyo a los candidatos de la oposición; en el caso de la segunda fase, en crear las condiciones necesarias para un Golpe de Estado exitoso contra Allende.

Ya desde julio 1970, indica el Informe, se venían dando reuniones entre representantes de la Agencia Central de Inteligencia y la ITT con el propósito de apoyar la candidatura de Jorge Alessandri frente a la candidatura de Allende. Cientos de miles de dólares fueron canalizados a Alessandri por esta vía.

Con el triunfo de Allende en las elecciones del 4 de septiembre de 1970 se pasa a adoptar la política de presión económica contra su gobierno. En este esfuerzo, tanto la Agencia Central de Inteligencia como la ITT desvían cientos de miles de dólares al periódico El Mercurio, principal medio de comunicación impresa en Chile, para desde dicha plataforma mediática influenciar la opinión pública en contra del gobierno de la Unidad Popular.

Señala el Informe que el montaje de la campaña contra Allende a partir de 1970 ya había sido objeto de diseño desde 1962 de cara a los comicios de 1964 contra lo que entonces se conoció como “Frente Revolucionario de Acción Popular” (FRAP), una alianza formada por el Partido Socialista de Chile, el Partido Comunista de Chile y otras fuerzas minoritarias no marxistas.

En aquellos momentos la CIA propuso dos modelos: el apoyo al Partido Demócrata Cristiano; y la otra, el apoyo a un sector aún más a la derecha, el Partido Radical. En lugar por optar por uno u otro, se decidió apoyar ambos sectores aunque bajo la premisa de evitar el triunfo de Allende. Para ello montaron un amplio operativo anti comunista en todo el país. Con el apoyo de la multinacionales chilenas y sectores de la fuerzas armadas, la CIA propuso al presidente Alessandri un Golpe de Estado si Allende ganaba las elecciones. En las elecciones de 1964, sin embargo, resultó electo Eduardo Frei. A partir de su triunfo, no obstante, la CIA mantuvo sus operaciones encubiertas contra el FRAP a los fines de prevenir nuevamente un futuro triunfo de Allende en futuras elecciones. En esta ocasión las acciones fueron dirigidas a afectar los vínculos del FRAP con la Central Única de Trabajadores de Chile, a penetrar organizaciones de la sociedad civil y a mantener su penetración en los medios de comunicación.

Indica el Informe que temprano en 1969, el presidente Nixon decidió abandonar el programa de “Alianza para el Progreso” sustituyendo el mismo por “Acción para el Progreso”. El segundo a

diferencia del primero que enfatizaba más en las “ayudas”, se enfocaría más en el “comercio”. Ya en marzo de 1970, el Comité 40 asumió no apoyar ningún candidato en las futuras elecciones, sino concentrarse en la campaña en contra la Unidad Popular y sus candidatos. Así las cosas recomendaba concentrar las operaciones de propaganda contra Allende. Las operaciones tendrían como objetivos afectar los esfuerzos de los comunistas para conformar una coalición de izquierda que les llevara a la presidencia y fortalecer el polo unitario no marxista en Chile como una opción a la Unidad Popular. Se recurrió a la mentira; a la distorsión; a presentar ante la población que un triunfo de Allende traería a Chile los paredones y los fusilamientos de opositores al gobierno tomando como ejemplo a Cuba; el fin de la religión; la represión popular, y otras.

El resultado de las elecciones sin embargo fue el triunfo por pluralidad de la Unidad Popular. Como ningún candidato había obtenido mayoría absoluta, la Constitución requería una sesión conjunta del Congreso para escoger un presidente entre los dos candidatos con mayor número de votos. Se fijó como fecha para la sesión del Congreso el 24 de octubre de 1970. El Comité 40 se reunió en Washington los días 8 y 14 de septiembre. El día 15 de septiembre el presidente Nixon informó al Director de la CIA, Richard Helms, que el gobierno de Allende no sería aceptable para los Estados Unidos. En consecuencia, le instruyó directamente que diera los pasos correspondientes para que de ser seleccionado o presentarse la eventualidad de Allende ser presidente, se llevara a cabo un Golpe de Estado.

A partir de ese momento, se diseña el llamado Track I y el Track II. Mediante el Track I se contempló como opción política la reelección de Eduardo Frei. Para ello se promovería en el Congreso la selección de Jorge Alessandri a la presidencia, luego de lo cual Alessandri renunciaría para dar paso a una nueva elección que culminara con el triunfo de Eduardo Frei. Para ello, el Comité 40 recomendaba que la CIA condujera una amplia campaña donde se dañara la imagen de Allende. Un aspecto central de dicha campaña sería levantar preocupaciones sobre el futuro de Chile con un gobierno bajo Allende. A su vez, se realzaría la imagen de Frei ante el pueblo chileno. Se pondría a disposición de esta campaña la penetración en los medios de comunicación, financiando periódicos y organizaciones como “Patria y Libertad” y la compra de periodistas y publicaciones.

Para el desarrollo de Track II, Nixon prohibió que se contactara al Departamento de Estado, al Departamento de la Defensa y al Embajador de Estados Unidos en Chile. Delegó todo el montaje de la operación en la Agencia Central de Inteligencia. Entre el 5 de octubre y el 20 de octubre, la CIA ya habría establecido contactos con 21 figuras militares claves en las Fuerzas Armadas y oficiales de los Carabineros. El 24 de octubre Salvador Allende Gossens fue confirmado por el Congreso como nuevo presidente de Chile, jurando su cargo el 3 de noviembre.

En su mensaje sobre el estado del país de 1971, el presidente Richard Nixon indicó: “We are prepared to have the kind of relationship with the Chilean government that it is prepared to have with us.” Fue como una sentencia de muerte anticipada para el gobierno de la Unidad Popular. Es evidente que el rumbo a tomar por el gobierno chileno no sería aquel que le interesaba a los Estados Unidos.

A partir de ese momento ya conocemos la historia y desde ella, cómo culminó el Gobierno de la Unidad Popular; cómo se instaló una Dictadura Militar; cómo Chile pasó a ser el laboratorio desde donde se experimentarían las recomendaciones neoliberales adelantadas ya por Milton Friedman en su libro Capitalismo y Libertad; y cómo sus discípulos de la Escuela de Chicago, se encargarían en los años siguientes de desmantelar los avances en materia de salud, educación, vivienda y otros legados del gobierno de Salvador Allende.

Han pasado décadas desde aquel fatídico 11 de septiembre de 1973. Apenas comienzan a ser desclasificados de manera íntegra documentos del gobierno de los Estados Unidos en torno a su participación siniestra en este Golpe de Estado. Esperamos que en años venideros sigan aflorando este tipo de documentación y que ello nos permita confirmar la verdadera naturaleza imperialista del gobierno de los Estados Unidos en su relación de poder hacia los pueblos de América Latina.