Una fuerza internacional, militar y policiaca, en Haití: ¿una salida hacia dónde?

Agenda Caribeña
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Según indica la página electrónica “Democracy Now en Español” del pasado 3 de octubre, el  Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) votó el pasado lunes una Resolución a favor del despliegue de una misión multinacional de naturaleza policiaco-militar de apoyo a la seguridad para Haití. Ésta se produce al tiempo que el país, que comparte la geografía de la Isla con la República Dominicana, combate el empeoramiento de la violencia de los grupos criminales.  De acuerdo con  la publicación la intervención “se produjo debido a llamamiento reiterado del primer ministro haitiano, Ariel Henry”, la que cuenta con el apoyo de Estados Unidos. El operativo multinacional de intervención en dicho país estará dirigido por Kenia. Destaca que se trata del  “primer despliegue de fuerzas de seguridad internacionales en Haití en casi 20 años.”

 La votación contó con  el voto a favor de 13 países y la abstención de Rusia y China.

Señala “Democracy Now en Español” que la resolución,  “fue redactada por Estados Unidos y Ecuador”, autorizando la permanencia de soldados extranjeros en Haití durante un año. Señala también la Resolución que una revisión  de ésta se llevaría a cabo después de cumplidos los nueve meses de permanencia de la misión en Haití. El Gobierno de Joseph Biden prometió que destinaría $100 millones para financiar la misión multinacional. Según indicara su Embajador Adjunto en la ONU, Jeffrey DeLaurentis:

 “Esta misión se lleva a cabo a pedido del Gobierno haitiano y de la sociedad civil haitiana para abordar la inseguridad y la grave crisis humanitaria que el país ha estado enfrentado durante demasiado tiempo. El despliegue de esta misión ayudará a respaldar las necesidades críticas de Haití a corto plazo y a fomentar las condiciones de seguridad necesarias para que el país logre la estabilidad a largo plazo”.

El gobierno de Kenia había ofrecido contribuir con 1.000 oficiales de policía. Asimismo, las Bahamas, Jamaica, Antigua y Barbuda también se comprometieron a enviar personal de seguridad.

 Indica “Democracy Now en Español” que muchos haitianos “se oponen a la intervención acordada en el Consejo de Seguridad, particularmente a raíz de la experiencia que ha sufrido Haití como resultado de intervenciones militares anteriores  Una misión de la ONU conocida como MINUSTAH, iniciada en el año 2004 y retirada del país en 2017, dejó un brote de cólera que mató a unas 10.000 personas. Continúa indicando que  “funcionarios de la ONU también fueron acusados de violencia sexual generalizada, incluido el abuso de menores.

La organización no gubernamental Amnistía Internacional ha expresado su preocupación por la intervención de una fuerza multinacional  y el despliegue de fuerzas armadas dirigidas por Kenia, particularmente  a la luz de informes sobre el “continuo uso ilegal de la fuerza por parte de Kenia contra los manifestantes” en dicho país.

Activistas pacifistas promotores de los derechos humanos han condenado la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, destacando que más que una intervención multinacional, de lo que se trata, como ha sido en el pasado, es de una “invasión” dirigida por Estados Unidos.


Vale la pena recordar que en 2021, el enviado especial de Estados Unidos para Haití presentó la renuncia a su cargo en protesta por las políticas del Gobierno de Joseph Biden en Haití. En su carta de renuncia, Daniel Foote escribió:

“Lo que nuestros amigos haitianos realmente quieren y necesitan es la posibilidad de poder trazar su propio rumbo, sin titiriteros internacionales ni candidatos escogidos, sino con un apoyo genuino para [que logren conseguir] ese rumbo”.

Si bien no se ha confirmado una fecha para el despliegue de las fuerzas de seguridad, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blanken, dijo recientemente que podría comenzar en unos meses.

Haití es un país que abarca una extensión territorial 27,750 kms. cuadrados, lo que equivale a una tercera parte de la superficie total de La Española. Si lo comparamos con Puerto Rico, Haití es, básicamente, tres veces el tamaño de nuestro país.

Su independencia fue declarada el 1 de enero de 1804 luego de una guerra contra Francia, que se extendió desde 1793, teniendo el honor de ser Haití la segunda república establecida en el Hemisferio Americano, solo precedida por Estados Unidos de América y la primera latinoamericana. Haití es además, la primera nación en todo el Hemisferio americano donde los esclavos lograron abolir el sistema esclavista por acción propia y revolucionaria. Fue también Haití el lugar donde, previo a su derrota definitiva en el continente europeo, fue vencido el ejercito napoleónico.

Por más de veinte años, Francia se negó a firmar un armisticio  amenazando con invadir a Haití mientras los colonos exiliados no fueran compensados por sus pérdidas.

Nos dice un artículo de la redacción de BBC News del 30 de diciembre de 2018, titulado La multimillonaria multa que Haití le pagó a Francia por convertirse en el primer país de América Latina en independizarse, que la ferocidad del nuevo país hacia la población blanca propició no sólo la falta de reconocimiento de Haití como país independiente por parte de las potencias europeas, sino que ya para el 17 de abril de 1825, ante tal falta de reconocimiento, el nuevo presidente haitiano Pierre Boyer, con miras a lograr el reconocimiento por parte de Francia, firmó la denominada “Real Ordenanza de Carlos X” donde, a cambio de tal reconocimiento, Haití se obligaba al pago de un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150,000,000 francos, equivalentes hoy a $21,000 millones. Con dicha suma, Haití compensaba a Francia por la pérdida de propiedades de nacionales franceses en su territorio, como también de sus esclavos. Cuando se comparan los ingresos anuales del gobierno haitiano, la suma convenida excedía 10 veces la capacidad haitiana para la generación de ingresos.

Bajo este acuerdo leonino, Haití debió solicitar de un banco francés un préstamo por 30,000,000 francos de los cuales de dedujeron 6,000,000 en comisiones quedando un sobrante de 24,000,000 de francos. De esta manera, Haití quedó a la merced económica de los franceses hasta el año 1947, 122 años después, cuando terminó de pagar la deuda contraída. En ese período y más allá del mismo, el país quedó sumido en una gran pobreza y subdesarrollo.

Esta afrenta histórica de proclamar su independencia frente a las fuerzas imperiales, le ha costado mucho al pueblo haitiano. Las potencias imperialistas, particularmente Francia, nunca perdonaron al pueblo haitiano la derrota infligida a la principal fuerza militar de entonces, las tropas napoleónicas, ni la eliminación por la vía revolucionaria del régimen esclavista.

Haití sigue siendo hoy uno de los países más pobres del mundo, con bajos índices de educación; con un 85% de analfabetismo; pobre salud y baja expectativa de vida. Tiene una población estimada en más de 11.5 millones, de los cuales el 90% vive en condiciones de pobreza y donde la mayor parte sobrevive con un ingreso diario equivalente a $1.00 o menos. Es el país con la renta per cápita más baja en las Américas y el país más pobre a nivel hemisférico. Conforme al Índice de Desarrollo de las Naciones Unidas, Haití tiene la posición número 145 en pobreza, donde según los datos, el 50% de su población vive en pobreza extrema.

La destrucción de su medio ambiente,  donde la desforestación del país ha ocasionado que su suelo montañoso y sus llanuras sean hoy tierras estériles; la violencia; la falta de oportunidades de empleo; la destrucción de su estructura productiva; el narcotráfico; la falta de gobernabilidad y la corrupción gubernamental; hacen de Haití un país con serias deficiencias de viabilidad.

A lo anterior se suma las consecuencias, todavía al presente golpeando al pueblo haitiano, del terremoto ocurrido el 12 de enero de 2010, que cobró la vida de 300 mil personas, 350 mil heridos y 1.5 millones de damnificados. A los efectos de este desastre natural, se suma la destrucción de gran parte de su infraestructura urbana y del transporte; así como las consecuencias de las graves inundaciones ocasionadas por fuertes lluvias y la experiencia de los pasados años donde en la temporada de huracanes uno o varios fenómenos naturales impactan también dicho país.

Uno de los elementos que ha propiciado la corrupción en Haití ha sido la protección recibida por las potencias imperiales de gobernantes que a lo largo de décadas han consolidado un poder político, económico y militar precisamente al amparo de los propios estados imperialistas. Tal fue el caso de la Dictadura de François Duvalier, impuesta tras el derrocamiento del presidente Paul Eugène Magloire; y más adelante la prolongación de su dictadura a través de  su hijo Jean-Claude Duvalier entre 1957 y 1986. Es también el período de fortalecimiento de los estamentos militares pro oligárquicos, educados en la Escuela de las Américas, todos ellos legados históricos a partir de la ocupación estadounidense de Haití por parte de Estados Unidos durante los años 1915 a 1934. De hecho, durante este período  de casi dos décadas, Haití permaneció ocupado militarmente por los Estados Unidos.

         Una gran parte de la ayuda humanitaria enviada a Haití por organismos internacionales dirigida a atender las condiciones materiales de su población no llegan a sus manos en forma gratuita, sino que son interceptadas en algún punto por sectores corruptos de una élite dedicada al comercio que los distribuye, tanto en el mercado formal como en las calles, a través de la economía informal para beneficio propio.

El 7 de julio de 2021, a eso de la 1:00 a.m. fue asesinado el entonces presidente de Haití, Jovenel Moïse.  Nominado por el presidente renunciante Michel Martelly como candidato a la presidencia del país por el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK), en las elecciones efectuadas el 15 de octubre de 2015, donde sólo participó el 21% de los electores, Moïse recibió el 6% de los votos, calificando para una segunda vuelta. Ésta fue pospuesta en dos ocasiones provocando así grandes protestas. Tras un vacío de poder, el 27 de noviembre de 2016, funcionarios electorales declararon ganador a Moïse.

Durante su gobierno, Moïse suspendió por dos años las elecciones parlamentarias. En enero de 2020 disolvió el parlamento; más adelante atacó la Cámara de Cuentas y el Tribunal Supremo, encarcelando uno de sus jueces, aun cuando en Haití los integrantes de dicho cuerpo gozan de inmunidad. A raíz de su asesinato, desde Puerto Rico, Comuna Caribe y el Comité de Solidaridad con el Pueblo de Haití, emitieron una Declaración Pública en la cual señalaron que durante su mandato, Moïse promovió o toleró el uso de la violencia y el terrorismo por parte del Estado. Indicó la publicación que parte de las acciones llevadas a cabo durante su presidencia incluyeron masacres de ciudadanos; quemas de casas y propiedades; desplazamiento de miles de personas como resultado de la violencia por parte de grupos armados; secuestros; y el asesinato de intelectuales y dirigentes de la oposición política. Tal es el caso del caso Presidente del Colegio de Abogados de Puerto Príncipe, capital del país. A la fecha de su asesinato, prácticamente el gobierno de Moïse se sostenía a base de decretos presidenciales.

Bajo su gobierno, el día antes de su asesinato,  Ariel Henry fue nombrado al cargo de Primer Ministro. Sin embargo, a la fecha de su asesinato, Henry aún no había sido juramentado en el cargo. Ante esta realidad, el Primer Ministro saliente, Claude Joseph, asumió las riendas del gobierno hasta que se pudieran convocar nuevas elecciones y decretó un Estado de Sitio temporal por dos semanas en el país. Al presente tales elecciones no se han llevado a cabo.

La situación actual de desgobierno en Haití es tal que su sistema de justicia está virtualmente inactivado; las elecciones parlamentarias llevan varios años sin que se hayan celebrado, permaneciendo en sus posiciones sólo poco más o poco menos de 10 senadores.

El sistema de salud en Haití está colapsado. Ha sido gracias a la presencia de más de medio millar de colaboradores internacionales cubanos junto a más de 600 médicos haitianos, becados y graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba (ELAM), quienes básicamente atienden las necesidades de gran parte de la población.

Cambiar el actual estado de situación en Haití con miras a restablecer la legalidad y legitimidad de sus instituciones; la reestructuración de un estado de derecho y democracia; el desarrollo de su sistema educativo; la creación de un clima adecuado para su desarrollo económico; la erradicación de la corrupción en sus instancias de gobierno; el control y erradicación de las gangas criminales y el narcotráfico; entre otras medidas urgentes, no puede darse meramente desplegando una fuerza militar y policiaca extranjera en el país. Urge la adopción de medidas inmediatas, con una perspectiva a corto, mediano  y largo alcance, donde se priorice en el ser humano y la satisfacción de sus necesidades más básicas. Ese y no otro debe ser el centro de toda iniciativa de las Naciones Unidas hacia el pueblo haitiano.