CONCEPTUALIZACIÓN DE LA VERDAD Y LA JUSTICIA

Voces Emergentes

No todas las expresiones son ciertas o, al menos, no en todos los casos existe forma de probar que algo es verdad. La verdad en los procesos judiciales requiere de evidencia, pero desde el aspecto social no poder probar que algo sucedió no significa que no haya sucedido. En los tribunales y en los procesos para administrar la justicia esa ecuación tiende a ser más rigurosa, ya que para poder adjudicar responsabilidad o para privar a alguien de su libertad, sí es necesario que se prueben que los hechos ocurrieron.

En los procesos penales hay que probar que los hechos ocurrieron más allá de duda razonable. Esto debido a la complejidad de lo que significa privar a alguien de su libertad. La libertad de las personas, al igual que la vida y la libertad de expresión es un derecho fundamental y, por lo tanto, requieren de mayor protección ante el Estado. Dicho esto, resulta menester establecer que a los Tribunales no se acude para determinar, entonces, quién tiene la razón o quién posee la verdad sino, más bien, para lograr ponerle fin a un problema o controversia. Presumo que todos hemos escuchado alguna vez la expresión de: “él no salió inocente, salió no culpable” haciendo referencia a que la controversia -en este caso penal- no llegó a su fin porque la persona fuera inocente, sino porque no se pudo probar más allá de duda razonable que fuera culpable.

Entonces, resulta inevitable cuestionarnos: ¿qué es la verdad? ¿cómo la interpretan los tribunales? ¿quién establece lo que es la verdad? Pues, sobre la verdad, basta con referirnos al amplio mundo de las ideas y las distintas perspectivas que pueden ofrecer las ciencias desde diversos campos para comprender que no hay forma de poseer una verdad absoluta o irrefutable. Creer lo contrario sería renunciar al descubrimiento de la verdad como lo hacían algunos sofistas, pero insisto, entonces, ¿qué es la verdad?

De la manera en la que yo lo veo, tal y como lo relaciono al campo de la Historia, la “realidad” es como el hecho o evento histórico, mientras que la “verdad” es la interpretación del historiador sobre el hecho histórico, lo que conocemos como la historia fundamentada en la investigación. Toda interpretación carga consigo la subjetividad de su investigador. De manera que la verdad no sería otra cosa que la percepción del observador o de las personas sobre el evento real. Es decir, entonces, que para establecer una verdad hace falta fundamentarle en un hecho real, hace falta un análisis subjetivo de las personas sobre ese hecho para afirmar una cosa o la otra. De esta manera, la verdad puede ser una mentira o un dato que no es cierto pero que se reproduce en masa o, incluso, pudiera ser la percepción de una minoría sobre un hecho real. En este sentido, la verdad no deja de ser verdad por ser minoría. Si bien es cierto que cada cual pueda tener su verdad, también es cierto que deben comprender que pueden existir otras verdades u otras perspectivas. Esto no es razón para caer en escepticismos y pensar que, si todo es verdad o si hay más de una verdad, entonces no hay certeza y, por lo tanto, nada es verdad, nada vale. Nos urge, pues, abandonar esa teoría positivista, que cree en verdades absolutas e irrefutables. Que una verdad sea refutable, no significa que no deba decirse o plasmarse, mucho menos, que deje de ser verdad. Por el contrario, puede servir para provocar discusión o debate sobre el tema y ayudar a la sociedad a desarrollarlo más, a encaminarse por las sendas del descubrimiento de la verdad hasta donde le sea posible con los recursos del presente.

Ahora bien, sobre cómo la interpretan los Tribunales hay distintas formas. Por ejemplo, en los casos civiles y los juicios por derecho, la credibilidad la adjudicará el juez o la jueza que presida la vista o juicio. Mientras, en los juicios por jurado corresponde al jurado compuesto por doce personas vecinas del distrito adjudicar credibilidad y establecer lo que se cree es la verdad para poner fin a la controversia. Razón por la cual, en una situación en la que se decida apelar una decisión, los tribunales apelativos no entran a analizar la credibilidad, sino más bien, los errores de derecho. Esta fórmula tampoco es categórica, pues de haber ocurrido un error craso, los foros apelativos podrían revertir por credibilidad, estableciendo una verdad distinta, no tan solo en las controversias de derecho, sino en las controversias de hechos. De esta manera, se reafirma hasta cierto punto que la verdad tiene elementos objetivos, pero también subjetivo (sí, ambas pueden coexistir). Ese elemento subjetivo carga consigo un margen de error, permitiendo que en ocasiones los foros para administrar la justicia cometan errores. Sin embargo, y sin determinar si esto es bueno o malo, esto representa en el presente la mejor opción que reconoce el Estado y la ciudadanía para administrar la justicia.

Una nueva controversia pudiera surgir cuando la prensa y parte de la población presumen poseer una verdad absoluta. En este sentido, debemos ser celosos y celosas con los procesos judiciales, pero también con nuestra reacción ante la adjudicación. Vivir en sociedad no implica solo desplazarnos libremente unos frente a otros y haciendo lo que nos venga en gana. Más bien, implica someternos a un conjunto de normas legales y sociales, expresas e implícitas -respectivamente-, pero de manera empática, respetuosa y humana. Es decir, comprender que aun cuando yo pueda tener una verdad distinta a la tuya, también debo entender que existen unos procesos y otras narrativas a las que no tuve acceso que pudieran hacer creer a una persona razonable distinto a lo que yo creo que es verdad, y eso está bien. Por ejemplo, en el Caso de Verdejo, donde desfiló una prueba con más de 31 testigos por parte de la fiscalía, pero muchas personas se escudaban solo en las narrativas de dos testimonios que la prensa buscó resaltar para presumir que es inocente o que más gente participó en el feminicidio. ¿A caso no parece esto -en cierto sentido- desacertado y soberbio? El jurado compuesto por 12 personas se expuso por completo a todos los testimonios (que fueron más de 31 y prueba documental) y toda la prueba de ambas partes resolviendo en dos cargos de manera unánime. Sin embargo, personas ajenas al proceso creen tener la razón basados en dos testimonios que la prensa presenta a conveniencia para aumentar sus ‘ratings’. Esto no aplica solo a cuando queremos beneficiar al acusado como sociedad. Miremos -por ejemplo- el caso de Ana Cacho donde luego de varios procesos, debido a la falta de prueba, el ministerio decide no radicar cargos, pero por la contaminación de medios de farándula, se inicia un juicio social contra esta persona aun sin evidencia real que le ate como asesina. Incluso, con grupos pidiendo su encarcelación, como si el Tribunal pudiera o le brindáramos el poder al Estado para criminalizar y privar de la libertad a una persona basado en corazonadas.

Pero… entonces, ¿cuál es la verdad? ¿Verdejo es un asesino y Ana Cacho no? Pues, no lo sé. Al final del día, su verdad es la que usted decida creer, la que entienda mejor fundamentada. El llamado es a no deshumanizar a otros por diferir de nosotres, a no dañar a quienes crean distinto a nosotres y, de paso, entender que no poseemos verdades absolutas. Claro, sin que esto signifique una renuncia a continuar fiscalizando a la Rama Judicial y a los administradores del Estado. Es decir, crea la verdad que usted decida, pero siempre dude de lo que digan los administradores del Estado y la prensa corporativa. Por último, y espero eventualmente podamos ampliar sobre esto, a sabiendas de que lo que podamos creer no sea del todo cierto, les exhorto a parar con la demonización de las personas acusadas y a parar con la criminalización de las personas en general. Recordando siempre que no existe tal cosa como “criminales”, sino personas que delinquen o incluso personas que creemos que delinquen aun cuando no lo hayan hecho y, que algún día, una de esas persona puedes ser tú. Ampliaremos…

que pueden

Good! Me tomó años darme cuenta de ello (que bueno que alguien lo deje plasmado)

todo

este doble negativo me confundió un poco…quizás para facilitar la lectura puedes considerar expresarlo así: “Que una verdad sea refutable”

plasmarse. Por el contrario,

a desarrollarlo.