Otra estrella al firmamento [QDEP Tamara Escriba de Jesús]

Cultura

(San Juan, 19:00 a.m.) Ha sido muy difícil recibir la noticia de la partida al firmamento de la eternidad de una amiga muy querida: Tamara Escribano De Jesús. Lo supe a través de la página de Facebook de Fátima Seda Barletta, a quien admiro, respeto y me precio de su amistad.

Tamara y yo nos conocimos cuando hacíamos la Maestría en la Escuela Graduada de Traducción de la Universidad de Puerto Rico. Enseguida hubo una conexión directa en cuanto se enteró de mi segundo apellido. Era de Arecibo y mi familia es de Utuado y Arecibo. Laboramos en varios cursos con Casares, Carmen Díaz, Sara Irizarry, Marshall Morris, doña Tilita, doña Adela, todos ya en el otro plano.  De ahí se fue a estudiar a Francia y perdimos contacto.  Estableció su familia con Edouard, mientras Alberto y yo hacíamos la nuestra, pero sin encontrarnos.

Nos reencontramos en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.  Fue una alegría enorme volver a estar juntas.  Nos pusimos al día de la vida de cada cual y así, fuera en las noches o los sábados, nos veíamos a menudo.

En una conversación sobre su familia y, sobre todo, su amado Arecibo, me quedé con la sensación de que algo le debía.  De ahí salió mi poema sobre el Río Grande de Arecibo, dedicado a ella. Recuerdo su palabras de agradecimiento cuando le leí el poema. Luego se lo entregué autografiado.

Ambas estuvimos en la Asociación de Estudiantes Graduados de Historia del CEAPRC. Fue muy activista en varios frentes. Fue de los motores más vocales contra el supertubo. No se cansaba de defender sus posiciones con verticalidad y consistencia. En el funeral de don Ricardo Alegría, le cantó con sentimiento patriótico de genuina calidad.

Hice un viaje a Cuba en la primera década de este siglo. Entre el asombro y la alegría fue mi experiencia cuando me la encontré.  No conocíamos que íbamos para ese destino a la vez, ni que íbamos a algo similar en ese viaje. Yo estaba buscando información sobre los arqueólogos de allí, para mi tesis doctoral, mientras ella buscaba sobre el tema musical de la suya. La invité a donde nos quedábamos y pasamos una velada deliciosa.

Terminados ya nuestros doctorados, nos comunicábamos telefónicamente en ocasiones especiales. Ella laboraba de maestra de francés en la Antilles Middle School en Buchanan y me pidió le llevara una conferencia sobre arqueología para sus estudiantes. Para mí fue una delicia compartir con ellos, la facultad y, sobre todo, con ella. Tamara me sorprendió con una placa en madera la cual atesoro y está en mi oficina personal.

Hablé con ella pasada la pandemia. Fue cuando me di a la tarea de llamar a las personas que significaban mucho en mi vida para dejárselos saber y para decirles cuánto les quiero. Se emocionó y quedamos que nos encontraríamos de nuevo.  No sucedió. Hoy me embarga la noticia de su partida. A Edouard, a toda su familia, mi sincero y profundo pésame. A Dios le pido les brinde consuelo ante tan terrible pérdida. Jamás olvidaré su bondad, su solidaridad y sus constantes consejos. A Tamara, un hasta luego.