A los instantes perdidos de lo cotidiano (San Juan, 11:00 a.m.)
Los brazos inmensos la voz de trino de pájaro un balbuceo en mis labios. Contigo aprendimos a caminar cantando manos preparadas para una mesa con deliciosos manjares porque hasta una raja de aguacate sabía a algodón de azúcar si venía del universo acoquinado de tus palmas fuimos arcilla entre ellas con calor de cocción nos forjaste, y lo que no debía ser, lo fuiste limpiando. ¡Alabanza, madre, alabanza! Telas, uniforme, y libretas obra de teatro, día de juegos máquina de coser: traca traca, traca traca la cinta medía los tamaños el lápiz, la raya en la pared. Ayer, ya no es pasó el tiempo y el contra tiempo palmadas llegaron los diplomas palmadas llegaron los nietos palmadas llegó tu enfermedad y se borró el mapa de tus manos que solo se alegran inesperadamente cuando me dan cantacitos amorosos en mi trasero como si al verme supieras que llegó tu creación esa a la que le faltaba mucho todavía.